Por Claudio M. de Rosa
Correa reconoció como un error político fatal cumplir su promesa de revertir la dolarización, dando la razón al mercado; mientras Chávez, que aún no aprende la lección, arremete contra empresarios, amenaza con estatizar y sume al país en inflación y escasez.
El camino hacia el socialismo del siglo XXI que siguen Ecuador y Venezuela muestra a quienes lo proponen o dan paso a la realidad económica o están condenados a sumirse en los mismos viejos problemas de este modelo que se busca renovar. Sus proponentes son las momias de la nueva política y sus propuestas se podrían titular “El Regreso de la Momia”.
Hace diez años Plinio Apuleyo, Carlos Montaner y Álvaro Vargas Llosa publicaron el “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, donde arremetieron con humor y fuerza contra el dogmatismo ideológico y la ceguera política, causantes del atraso de una Latinoamérica “idiotizada” por la prédica ideológica tercermundista, con variaciones nacionalistas, estatistas y el infaltable populismo, todas alimentadas con dosis de odio de clases y a Estados Unidos.
Ahora publican “El regreso del idiota”, caracterizando a la “izquierda carnívora”, que en un momento pareció extinguirse, pero que, dada la corta memoria histórica de los pueblos, renace ahora con quien se señala como el “idiota estrella”, el comandante Hugo Chávez, con su delirio mesiánico, su anacronismo y bien concebida estrategia totalitaria, que incorpora la prédica de un odio declarado al “neoliberalismo”.
En Ecuador el izquierdista Rafael Correa, que arremetió fuertemente contra la dolarización durante su campaña electoral, ahora después de que le explican las consecuencias de revertirla reniega su posición electorera, para declarar públicamente que “es casi imposible volver a una moneda local... estoy siendo extremadamente claro”, en un esfuerzo por contener una corrida de depósitos ante el temor de los depositantes del fin de la dolarización. Una cosa es reclamar contra el dólar y otra es tener que entregarlo a cambio de una moneda de menor calidad. Tan grande es el peligro que ha visto Correa que ha propuesto una reforma de la Constitución para “blindar la dolarización”, incluyendo un artículo en la Carta Magna para que el dólar quede como moneda oficial y el sucre sea solo un medio para proveer monedas fraccionarias y, así, evitar las tentaciones de los políticos. Debemos meditar en El Salvador esta experiencia de Ecuador y no oír los cantos de sirena de quienes no dominan aspectos monetarios o que desean causar confusión, porque desdolarizar la economía significaría entrar en un caos financiero y un empobrecimiento generalizado que nos haría retroceder nuevamente 30 años.
Por otro lado, el genio de Chávez en Venezuela arremete contra el sector privado y lo señala como responsable de la escasez y de la inflación que golpea duramente al país, donde este flagelo acumulado en los últimos cinco años lo ubica con el mayor porcentaje inflacionario en Latinoamérica. Esta situación se puede representar como el regreso del perfecto idiota latinoamericano, que no aprendió la lección del Chile de Allende (2,000% de inflación), ni la primera experiencia del Perú de Alan García (2 millones % de inflación), ni el gobierno sandinista con inflaciones de 39,000% durante dos años seguidos. Cuando el Estado con exceso de recursos es llevado por el populismo y gasta desmedidamente con fines políticos y eso supera lo que se puede producir internamente para satisfacer la mayor demanda y también se controlan las importaciones para evitar la fuga de capitales, entonces el resultado que se tiene es un fuerte aumento de precios.
Ahora, si para evitar el aumento de precios se imponen controles, la situación se agrava: se crea mercado negro. Eso bien lo sabemos en El Salvador cuando el gobierno demócrata cristiano llegó a tener dos años seguidos con inflación sobre 32%, escasez y mercado negro, con más de 300 productos con precios controlados.
Por un lado, Correa reconoció como un error político fatal cumplir su promesa de revertir la dolarización, dando razón al mercado; mientras Chávez, que aún no aprende la lección, arremete contra empresarios, amenaza estatizar y sume al país en inflación y escasez, creyendo que está por encima del mercado y que él lo puede dirigir por decreto. Las experiencias de la Unión Soviética y los países socialistas de Europa son ignoradas por muchos, que no desean aprender de esas lecciones irrevocables. Libertad de mercado, libre competencia, moneda estable, orden macroeconómico y reglas del juego claras y predecibles son el mejor y más seguro camino hacia el progreso socioeconómico de los pueblos.
Correa reconoció como un error político fatal cumplir su promesa de revertir la dolarización, dando la razón al mercado; mientras Chávez, que aún no aprende la lección, arremete contra empresarios, amenaza con estatizar y sume al país en inflación y escasez.
El camino hacia el socialismo del siglo XXI que siguen Ecuador y Venezuela muestra a quienes lo proponen o dan paso a la realidad económica o están condenados a sumirse en los mismos viejos problemas de este modelo que se busca renovar. Sus proponentes son las momias de la nueva política y sus propuestas se podrían titular “El Regreso de la Momia”.
Hace diez años Plinio Apuleyo, Carlos Montaner y Álvaro Vargas Llosa publicaron el “Manual del perfecto idiota latinoamericano”, donde arremetieron con humor y fuerza contra el dogmatismo ideológico y la ceguera política, causantes del atraso de una Latinoamérica “idiotizada” por la prédica ideológica tercermundista, con variaciones nacionalistas, estatistas y el infaltable populismo, todas alimentadas con dosis de odio de clases y a Estados Unidos.
Ahora publican “El regreso del idiota”, caracterizando a la “izquierda carnívora”, que en un momento pareció extinguirse, pero que, dada la corta memoria histórica de los pueblos, renace ahora con quien se señala como el “idiota estrella”, el comandante Hugo Chávez, con su delirio mesiánico, su anacronismo y bien concebida estrategia totalitaria, que incorpora la prédica de un odio declarado al “neoliberalismo”.
En Ecuador el izquierdista Rafael Correa, que arremetió fuertemente contra la dolarización durante su campaña electoral, ahora después de que le explican las consecuencias de revertirla reniega su posición electorera, para declarar públicamente que “es casi imposible volver a una moneda local... estoy siendo extremadamente claro”, en un esfuerzo por contener una corrida de depósitos ante el temor de los depositantes del fin de la dolarización. Una cosa es reclamar contra el dólar y otra es tener que entregarlo a cambio de una moneda de menor calidad. Tan grande es el peligro que ha visto Correa que ha propuesto una reforma de la Constitución para “blindar la dolarización”, incluyendo un artículo en la Carta Magna para que el dólar quede como moneda oficial y el sucre sea solo un medio para proveer monedas fraccionarias y, así, evitar las tentaciones de los políticos. Debemos meditar en El Salvador esta experiencia de Ecuador y no oír los cantos de sirena de quienes no dominan aspectos monetarios o que desean causar confusión, porque desdolarizar la economía significaría entrar en un caos financiero y un empobrecimiento generalizado que nos haría retroceder nuevamente 30 años.
Por otro lado, el genio de Chávez en Venezuela arremete contra el sector privado y lo señala como responsable de la escasez y de la inflación que golpea duramente al país, donde este flagelo acumulado en los últimos cinco años lo ubica con el mayor porcentaje inflacionario en Latinoamérica. Esta situación se puede representar como el regreso del perfecto idiota latinoamericano, que no aprendió la lección del Chile de Allende (2,000% de inflación), ni la primera experiencia del Perú de Alan García (2 millones % de inflación), ni el gobierno sandinista con inflaciones de 39,000% durante dos años seguidos. Cuando el Estado con exceso de recursos es llevado por el populismo y gasta desmedidamente con fines políticos y eso supera lo que se puede producir internamente para satisfacer la mayor demanda y también se controlan las importaciones para evitar la fuga de capitales, entonces el resultado que se tiene es un fuerte aumento de precios.
Ahora, si para evitar el aumento de precios se imponen controles, la situación se agrava: se crea mercado negro. Eso bien lo sabemos en El Salvador cuando el gobierno demócrata cristiano llegó a tener dos años seguidos con inflación sobre 32%, escasez y mercado negro, con más de 300 productos con precios controlados.
Por un lado, Correa reconoció como un error político fatal cumplir su promesa de revertir la dolarización, dando razón al mercado; mientras Chávez, que aún no aprende la lección, arremete contra empresarios, amenaza estatizar y sume al país en inflación y escasez, creyendo que está por encima del mercado y que él lo puede dirigir por decreto. Las experiencias de la Unión Soviética y los países socialistas de Europa son ignoradas por muchos, que no desean aprender de esas lecciones irrevocables. Libertad de mercado, libre competencia, moneda estable, orden macroeconómico y reglas del juego claras y predecibles son el mejor y más seguro camino hacia el progreso socioeconómico de los pueblos.
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