Por c. Juan Orrego(APRA - USA)
Fundador del APRA, con Víctor Raúl, fue también el filosofo del novísimo movimiento, es decir, fue su orientador; y como orientador – esta claro- tenia que ser maestro, esto es, educador cordial. Como educador fue tolerante, comprensivo, intuitivo, certero enrumbador de los entusiasmos de la juventud.
De ANTENOR ORREGO, quien lo puede dudar, fue el paradigma de los hombres cabales. Fue y tenia que ser, como hombre nuevo, inspirador indudable de unos de los principios del aprismo “LA AMERICANIZACION DE AMERICA”. Y por la sencilla razón de haber dicho lo que debe decir un peruano de raíces populares y americano de verdad, se ha soslayado mezquinamente su pensamiento durante muchas décadas.
Muchos dicen ¿porque considerar AMAUTA al c. Antenor Orrego Espinoza?, sencillamente porque, el fue uno de esos pocos profeta, que nada de lo peruano le fue ajeno. Filosofo sobre el Perú, hizo sociología sobre el Perú, forjo literatura sobre el Perú; se hizo político y militante y combatiente y dirigente. Se dio entero a los peruanos. Vivió en prisiones infames destinadas a los “políticos” por los dictadores de antaño. Fue victima de la dureza sin par con algunas tiranías se ensañaron con la intelectualidad de la nación. Y en cavernas pétreas del Castillo del Real Felipe hizo filosofía para suavizar la crueldad que golpeaba inmisericorde a los prisioneros. Pero quien puede dudar de ese Orrego político totalmente combatiente. Y como tal, tenía que tener una bandera de lucha. El no tenerla dijo alguna vez es peligroso y acaso inmoral. Antenor tuvo una bandera – el primero entre los primeros – La suya fue definida e indubitable, la bandea aprista, la indoamericana.
Quien escrudiñe la historia de las ideas del Perú, hallara inexorablemente que del único lado político del que partieron principios y doctrinas constructivas, aunque las realizaciones pudieran haberse frustrado a veces, fue de parte del Aprismo. Un hombre que piense de veras en los problemas del Perú, sin pedir recetas extrañas, tiene que ser aprista y vincular, sin posibilidad de divorcio, las soluciones de nuestra patria con las del continente. La tesis del PUEBLO CONTINENTE, una de las bases doctrinales del Aprismo, tuvo en ORREGO su más profundo y seguro intérprete. El presente, ósea lo que entonces, cuando Orrego publico aquel libro, parecía remoto, ha justificado y justifica la visión premonitoria del filosofo. ¿Quién no es hoy partidario de la unidad continental, y no pretende descubrir el Mediterráneo? Por eso, es justo reconocer y no echar al olvido la obra agorera y justa del insigne visionario peruano.
Su historia, como de los grandes, no necesita rebuscarse escabando el tiempo en pos de bellezas. Su presencia en las lides de la justicia nos muestra inicio glorioso: casi un adolescente toma sitio en la defensa de los explotados. Por eso, este hombre de tan magnificas cualidades humanas, como Antenor, era un acendrado soldado del Aprismo. Comprobación subrayante de la evidencia y amplitud de nuestra doctrina.
Por eso lo consideramos siempre como el precursor de nuestras ideas políticas y generador vital del ideario aprista.
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