"…debo pensar que si (Haya) llega a ser presidente del Perú… podríamos esperar un gobierno excelente y beneficioso, de tendencia fuertemente liberal, que aseguraría la justicia en lo principal, e iniciaría un período de confianza y bienestar…"
- Mr. Dearing, Embajador de Estados Unidos en Lima-Perú, 1931.
Víctor Raúl Haya de la Torre (22 February 1895 – 2 August 1979) comprendió dentro de su extenso análisis sociológico que comenzó en Trujillo por el año 1910, que el ser humano, al nacer libre; por su libre voluntad decide asociarse con otros para enfrentar su entorno y por eso concordó con Arnold Joseph Toynbee (April 14, 1889 – October 22, 1975), cuando señalo que somos intrínsecamente libres y en ejercicio de ello podemos organizarnos. Escoger quien conduce la sociedad implicaba primero formarla. Esta se va haciendo por agregación de elementos libres y por la necesidad de la especie de reproducirse, en magna enseñanza de la naturaleza. Los grupos humanos surgieron para normar la vida en sociedad, sea ésta errante o sedentaria, con normas que se obedecían porque aseguraban la supervivencia y sobrevivencia del grupo.
De los primeros problemas que surgieron fue el de quien tenia la responsabilidad de guiar, la facultad de reencauzar a quienes se salían del rumbo. Los liberales se enfrentaron a otro problema: siendo todos libres ¿Quién iba a guiar? El arte de conducir tenía que tomar en cuenta esa igualdad, por lo que surgió la figura de la representación; tal cual hombre representaba su pequeño grupo o una sociedad entera.
El Pensamiento Liberal Universal no es un descubrimiento propio de estos días, en los que la sociedad ha perdido en su momento. Tampoco es una ideología coyuntural, acomodaticia y circunstancial. Y, para que no queden dudas, digamos desde estas primeras líneas que el Liberalismo no es un fantasma exhumado de la mitología ni de la leyenda; ni la raída capa tomada del arcón de los recuerdos históricos; ni -como algunos creen, con más simplismo que convicción juiciosa- la herencia de un pasado glorioso.
El Liberalismo es una actitud vigorosa, permanente e imperecedera ante la vida y las circunstancias que la condicionan en lo social, en lo económico y en lo político. Es la única forma sensata -producto de su esencia nacional- en la que el hombre reacciona ante el absolutismo, ante toda forma de explotación de los notables y poderosos sobre los desposeídos.
El Liberalismo es, por tanto, una actitud dinámica, vigente en la conciencia humana y generadora de cuanto cambio y transformación requiere toda sociedad que no se resigna a dejar hacer y a dejar pasar, con la esperanza puesta en una utópica solución que se alcanzará sólo cuando a los elegidos les convenga.
Las ideas liberales del mundo dieron lugar a la República, es decir a un Estado en el que quien mandaba lo hacía por representación o delegación de facultades o poder, se diría en lenguaje finisecular; sin embargo, a medida que la sociedad se fue haciendo más compleja, la elección del mandante se fue complicando, se inventaron medios, los liberales por convicción siempre pensamos que todos teníamos oportunidad de llegar a ser el guía y que todos teníamos oportunidad de decidir quién iba a serlo.
En base a esa visión o idea del mundo, in surge el aprismo para el Perú en 1931 en el escenario, porque sólo podemos aceptar que uno involucrara a todos, o que al menos no le impidiera a nadie participar. Por eso el aprismo entendió que la democracia es igualdad para participar, para elegir y ser electo, lo que lleva implícito el respeto a la voluntad individual expresada. Y dado ese simple razonamiento fue perseguido por casi 26 anos y que fue conocida como la ERA DE CATATUMBAS y que costo la vida de 10000 militantes, 5000 presos políticos, miles de exiliados en Chile, Argentina, Costa Rica, Colombia, Venezuela, México, Francia y EE. UU.
Ahora bien luego de 16 años de nuestro primer revés en la conducción de la cosa publica, los aprista de la llamada “generación frustrada”, la ultima que tiene un recuerdo vivo del Maestro y Jefe del Partido al que llamábamos cariñosamente “EL VIEJO”, que quede claro no somos ni dóciles servidores del poder, ni encarnecidos opositores sistemáticos del mismo. Nuestra manera de ver la relación con el poder es nítida, es categórica, no admite sortilegios ni subterfugios, parte de nuestra propia concepción del mundo y de la vida; trasciende lo anecdótico y esta por encima de todo sectarismo.
El aprismo revitalizado con las nuevas y no tan viejas ideas, marcha vertiginosamente a combatir el fanatismo y rechaza enérgicamente cualquier fórmula corrupta o corruptora.
Esta generación aprista llamada risueñamente los CUARENTONES tiene como punto de partida para definir su postura como ciudadanos apristas, su deseo ferviente de un Perú libre, fuerte, unido, igualitario, soberano, fraterno, republicano y profundamente, democrático.
Es cierto que fueron los padres fundadores de la nación los diseñaron lo que debía ser el Perú en el futuro y que gracias al verbo de ideas liberales quienes pensaron que el poder no debería recaer en una sola persona, que el poder tenía que ser dividido. Y han sido los aprista desde 1924 los que han luchado y muerto por esas ideas. Negarlos es ser mezquinos con la historia.
El liberales del siglo XIX y los Aprista en el siglo XX supieron en su momento que había que tomar la moral, para convertirla en ética y ésta en leyes, de manera tal que algunos hombres deberían estar dedicados a la difícil tarea de hacerlas, actualizarlas y evitar que su espíritu se impregnase de ideas que vulneraran la libertad del hombre.
El poder Ejecutivo entonces, debe recaer en un solo hombre, sin que tenga la oportunidad de volver a ocupar el cargo. Su reelección sería perpetuación y no renovación, quizá para aprovechar su experiencia -como la de los legisladores- pudiera darse la reelección por un periodo únicamente, sin embargo, nuestro pueblo aún no se repone de la crisis del autoritarismo fujimoristas de finales del siglo XX, que aunque dio paz y administración, costo la sumisión nacional; negó la libertad del hombre, hecho esencial para el bienestar social.
Para el aprismo será neurálgico como punto de partida político, la autentica regionalización en el Perú es nuestro esquema capaz de entender el desarrollo social, libre y sostenido de nuestro Pueblo. Creemos que el sueño de c. Jefe Víctor Raúl Haya de la Torre sobre la REGIONALIZACION significa la Unión del País. El Pacto Social (CONGRESO ECONOMICO APRISTA) que solicitado el c. ALAN GARCIA PEREZ, puede ser cuestionado, pero en el mediano a largo plazo dará y consolidara las aportaciones económicas de pueblos al interior de la nación y serán grandes y no se puede se atentar contra este hecho natural, histórico y reinvidicativo; Es así, que los aprista defendemos por convicción la igualdad, que no es geométrica tratándose de la Regionalización.
Que quede claro, en donde exista la necesidad de perfeccionamiento del que hacer humano, sea este político, social, económico, cultural o de cualquier otro tipo; ahí donde se libre una batalla por el mejoramiento individual y social, ahí estaremos presentes los aprista y si es necesario nuestra vida por ese ideal lo daremos pero no nos pidan aceptar infantilismo ideológicos trasnochados y totalmente irreales.
Así mismo, es necesario recalcar que la Educación libre, laica y gratuita en todos los niveles es una posición histórica del aprismo, única fórmula para que los peruanos salgamos del absoluto retraso en que estamos inmersos, según declaran las estadísticas oficiales serias y es vigencia práctica de nosotros.
No hay ningún aprista de buena familia que niegue que estamos por el laicismo y por la autodeterminación de creer o no creer, conforme lo dicte la conciencia individual y el total apego de todos al respeto por las creencias de los demás.
Debe creerse como verdad, porque es parte de la ideología aprista que no admitimos forma alguna de caudillismo, dictadura o tiranía. Contra esos males estamos vacunados. Vamos a desenmascarar toda simulación cansada de que algunos arribistas y aventureros se apropien de nuestras banderas para confundir a los ingenuos, poniéndole prefijos o adjetivos al auténtico aprismo.
Gracias
c. Juan Orrego
Estados Unidos
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