Por César Campos R.
cesarcamposlima@yahoo.com
En su edición de ayer, la revista Caretas trae una interesante crónica sobre el nombramiento de Julio Favre como responsable de Forsur, la cual incluye fotografías del grupo de cinco empresarios y un antropólogo –Juan Ossio– que suelen reunirse con el presidente Alan García, de cuyo seno emergió el nombre del ex titular de la Confiep para dirigir la reconstrucción de la zona devastada por el sismo.
Originalmente, ese grupo también estuvo integrado por el psicólogo Hernán Chaparro, de la consultora Conecta, quien –según nuestras fuentes– sólo participó en un encuentro para luego informar que se abstenía de seguir asistiendo, a fin de no levantar sospechas en torno a la neutralidad de su empresa en los sondeos de opinión pública que lleva a cabo.
Valga esta referencia para enfatizar que García no ha hecho un remake de aquellos 12 apóstoles empresariales de su primera administración, cuyo eventual acercamiento al entonces joven presidente aprista –dicho sea de paso– fue caricaturizado como un cenáculo de voraces capitalistas interesados en guiar las medidas económicas del gobierno hacia el engorde de sus utilidades. La frustrada estatización de la banca demostró que García y los supuestos apóstoles venían de la Torre de Babel pues predicaban en idiomas distintos.
Es positivo que ahora García preste oídos a ciudadanos del país con diferentes profesiones u oficios y afine su nivel de entendimiento con la calle. En esa línea, Favre ha sido una carta extraída del trato directo, sin intermediación, que le permite al jefe de Estado calzar rápidamente el perfil de quienes se requieren para una tarea tan dura y vasta como la recuperación del sur.
Como lo dice Caretas, Favre tiene y ha tenido pocas pulgas para comentar algunos temas de coyuntura. Expresa sus puntos de vista sin rodeos, algo de lo cual también se jactan los que lo golpean mediáticamente sin misericordia. A nuestro juicio, Favre no debe sensibilizarse un ápice con estas eternas voces del desaliento y avanzar acorde al desafío del trabajo que se le viene. Levantar las regiones afectadas necesita un gerente, no un jefe de relaciones públicas.
cesarcamposlima@yahoo.com
En su edición de ayer, la revista Caretas trae una interesante crónica sobre el nombramiento de Julio Favre como responsable de Forsur, la cual incluye fotografías del grupo de cinco empresarios y un antropólogo –Juan Ossio– que suelen reunirse con el presidente Alan García, de cuyo seno emergió el nombre del ex titular de la Confiep para dirigir la reconstrucción de la zona devastada por el sismo.
Originalmente, ese grupo también estuvo integrado por el psicólogo Hernán Chaparro, de la consultora Conecta, quien –según nuestras fuentes– sólo participó en un encuentro para luego informar que se abstenía de seguir asistiendo, a fin de no levantar sospechas en torno a la neutralidad de su empresa en los sondeos de opinión pública que lleva a cabo.
Valga esta referencia para enfatizar que García no ha hecho un remake de aquellos 12 apóstoles empresariales de su primera administración, cuyo eventual acercamiento al entonces joven presidente aprista –dicho sea de paso– fue caricaturizado como un cenáculo de voraces capitalistas interesados en guiar las medidas económicas del gobierno hacia el engorde de sus utilidades. La frustrada estatización de la banca demostró que García y los supuestos apóstoles venían de la Torre de Babel pues predicaban en idiomas distintos.
Es positivo que ahora García preste oídos a ciudadanos del país con diferentes profesiones u oficios y afine su nivel de entendimiento con la calle. En esa línea, Favre ha sido una carta extraída del trato directo, sin intermediación, que le permite al jefe de Estado calzar rápidamente el perfil de quienes se requieren para una tarea tan dura y vasta como la recuperación del sur.
Como lo dice Caretas, Favre tiene y ha tenido pocas pulgas para comentar algunos temas de coyuntura. Expresa sus puntos de vista sin rodeos, algo de lo cual también se jactan los que lo golpean mediáticamente sin misericordia. A nuestro juicio, Favre no debe sensibilizarse un ápice con estas eternas voces del desaliento y avanzar acorde al desafío del trabajo que se le viene. Levantar las regiones afectadas necesita un gerente, no un jefe de relaciones públicas.
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