Por César Campos R.
La red nos trae una interesante variedad de reacciones de los seguidores de Alberto Fujimori, en torno a la situación del extraditado. Protestas, análisis, lamentos, iniciativas, proclamas: todo cabe en la gama de correos electrónicos que gentilmente nos hace llegar el ciudadano Alberto Tokuda (albtoku@gmail.com ) y que le agradecemos por constituir una valiosa herramienta de estudio de la coyuntura política del país.
En principio, salta a la vista el llamado a constituir un “Frente Civil Fujimorista” que hace el señor Robert Torres Uriarte, ex secretario de Juventudes de Sí Cumple de la provincia de Jaén, Cajamarca. El joven Uriarte es puntual: propone un “comité que conduzca el Plan de Emergencia Fujimorista” “el cual debe estar conformado “por políticos que actúen como escuderos en los medios” y que “declare un enfrentamiento abierto al aprismo, su gobierno anterior y actual”. Añade –en un tono que recuerda a los gonfaloneros de Abimael Guzmán– el requerimiento de “movilizar, politizar y sensibilizar sobre la defensa de la vida e integridad del presidente Fujimori”.
Otro correo da cuenta de la exigencia de la parlamentaria Martha Moyano para que el gobierno deje en libertad a seis fujimoristas detenidos en las inmediaciones del Palacio de Justicia por actos de disturbio. La firmante Maritere agrega: “Estoy tan adolorida hoy, pues nuestro querido chinito, que tanto nos dio y nos regala siempre una linda sonrisa, está siendo utilizado con el único propósito de que no vuelva a ser Presidente. Le temen, esa es la única verdad”. Estas y otras manifestaciones harían pensar, en cualquier parte, que Fujimori es víctima de una atroz maquinaria oficial que vulnera sus elementales derechos ciudadanos; y que los fujimoristas semejan a los cristianos de la primera hora a punto de ser devorados por los leones en un circo de Roma. Ello no es así. El esfuerzo por construir una épica fujimorista de quienes continúan ciegos a los extremos de barbarie que cometió su líder junto a Vladimiro Montesinos, por acción u omisión, será vano. Este fujimorismo activista podrá ser piedra en el zapato pero no pueblo revolucionario. Será muchedumbre, nunca masa organizada detrás de un principio, una historia o una ideología.
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