sábado, noviembre 17, 2007

Alan García Pérez y el: “síndrome del perro del hortelano” ( Parte I )

Por: Néstor A. Scamarone M.

“El perro del hortelano” es una inmortal comedia escrita por Lope de Vega, donde el propio título de la obra se debe a la relación amorosa de la condesa Diana y su criado Teodoro en la que la condesa no desea que Teodoro se case con Marcela, pero tampoco desea casarse ella con él ya que es de una clase social mucho más baja.

Por ello se dice que Diana es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

Parafraseando esta obra acabamos de leer artículo de Alan García Pérez titulado “El síndrome del perro del hortelano”, donde nos detalla lo que viene sucediendo en el Perú en donde el “perro del hortelano” son esos personajes que se han convertido en críticos casi literarios y sin soluciones a los grandes proyectos del país, y como dice Aldo Mariátegui en su columna de Correo: existen esos “figuretis” que son el vivo retrato “de que hay para oponerme”, no sabemos realmente que hay para oponerse, pero te da cierto estatus y además estás en los medios de comunicación.

Nos dice el Presidente García: “hay muchos recursos sin uso que no son transables, que no reciben inversión y que no generan trabajo.

Y todo ello por el tabú de ideologías superadas, por ociosidad, por indolencia o por la ley del perro del hortelano que reza: Si no lo hago yo que no lo haga nadie». Su artículo lo ha dividido en cinco grandes grupos:

En la Amazonía hay 63 millones de hectáreas y lluvia abundante.

En ella, se puede hacer forestación maderera especialmente en los 8 millones de hectáreas destruidas, pero para eso se necesita propiedad, es decir un terreno seguro de 5.000 a 20.000 hectáreas, pues en menos terreno no hay inversión formal de largo plazo y de alta tecnología.

Los que se oponen dicen que no se puede dar propiedad en la Amazonía (¿y por que sí en la costa y en la sierra?).

Dicen también que dar propiedad de grandes lotes daría ganancia a grandes empresas, claro, pero también crearía cientos de miles de empleos formales para peruanos que viven en las zonas más pobres. Es el perro del hortelano.

Un segundo tema demuestra lo mismo, es la tierra.

Para que haya inversión se necesita propiedad segura, pero hemos caído en el engaño de entregar pequeños lotes de terreno a familias pobres que no tienen un centavo para invertir, entonces aparte de la tierra, deberán pedirle al Estado para fertilizantes, semillas, tecnología de riego y además precios protegidos, este modelo minifundista y sin tecnología caminan casi siempre al fracaso; sin embargo, hay muchas excepciones.

Por otra parte existen tierras que no pueden tocarse porque son objetos sagrados, dizque de propiedad comunal que es la organización original del Perú, sin saber que fue una creación del virrey Toledo para arrinconar a los indígenas en las tierras no productivas.

Este es un caso que se encuentra en todo el Perú, tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos, por tanto su propiedad es aparente.

Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero, pero la telaraña ideológica del siglo XIX subsiste como un impedimento. El perro del hortelano.

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