viernes, noviembre 02, 2007

La alerta de Occobamba

Por César Campos R.

La acción narcoterrorista contra la comisaría de Occobamba, Apurímac, demuestra cabalmente que en el país no es posible mantener distintas agendas sobre un flagelo cuyos componentes desagregados tienen el eje común de la violencia, la destrucción del Estado y el imperio del delito. Porque detrás del comando subversivo de 80 personas que rodearon la sede policial y llamaron por su nombre a los efectivos del orden –entre ellos al asesinado teniente PNP Héctor Zegarra Bernaola– debemos observar la logística elaborada por una larga cadena de oficiosos ejecutores del proyecto desestabilizador que integran desde el cultivador ilegal de hojas de coca, el acopiador compulsivo, el reclutador y el recluta senderista, sus operadores de reglaje e inteligencia, hasta quienes dan la cara en el esquema legal como la parlamentaria andina Elsa Malpartida.

Negar esta realidad y convertirla en compartimentos separados donde cedamos a la trampa del ingrediente social del problema, sólo permitirá que se afiance esa alianza nefasta que busca establecer poderes paralelos en nuestro medio. Es decir, crear un escenario de zonas liberadas con jeques narcoterroristas como interlocutores válidos para “negociar” luego prebendas con las autoridades oficiales.

No por ello debe renunciarse a las políticas del desarrollo alternativo, la formalización de los productores, la reconversión productiva de la mano de los acuerdos comerciales internacionales en marcha. Todo eso toma tiempo y la acción común de la sociedad debe apuntalar los objetivos que, garantizadamente, extraerán a la mayoría de peruanos de la pobreza y la marginalidad.

Sin embargo esto demanda también cerrar filas con el orden y el mantenimiento de las líneas maestras del impulso económico, sin menoscabo de la vigilia estatal a los impactos negativos de la apertura. Para ello se exige al mismo tiempo políticas de comunicación e integración social del gobierno que, valgan verdades, hasta hoy brillan por su ausencia.

Lo de Occobamba lanza una alerta y un desafío. Respondamos a ellos sin extraviar la perspectiva del puño que ahora son los narcoterroristas en diversas esferas del quehacer nacional.
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