RESPUESTA AL SEÑOR WIENER
Señor Wiener:
1. Los apristas no somos anticomunistas ni antivelasquistas, simplemente somos apristas, es decir no comunistas y no velasquistas. Valoramos el aporte que podrían haber hecho estos ‘istas’ al desarrollo de las ideas en Perú y al logro de objetivos de justicia social desde las tareas del gobierno o desde las organizaciones sociales. No es el caso de los antiapristas que como he dicho hay para todos los gustos. Los antiapristas no ven más allá de la valla que les impone su antiaprismo ideológico, orgánico, patológico o congénito. Inclusive su sentido común depende de ese simplismo que echa por la borda la ley primera de la dialéctica, pues sus negaciones antitéticas pecan en la mayoría de los casos de absurdas y no contribuyen a ninguna síntesis que en términos de política de gobierno signifique “un paso atrás para dar dos pasos adelante”, sino a "la negación por la negación" que significa solamente dar “pasos atrás”. Para el antiaprista la existencialidad queda reducida a "la negación por la negación". Ésa es la primera diferencia.
2. Nadie ha señalado que Alan García es el aprismo. Ésa es una conclusión mezquina derivada de una autoconstrucció n conceptual suya que además es muy primitiva. Lo que pasa es que su antiaprismo, -como el de los dos César-, ha creado un subproducto que es el antigarciísmo, de la misma manera como ocurre con el aprista de corazón que en el afán de blindarse en el tiempo presente crea como subproducto el pro-garciísmo apasionado. Haya de la Torre decía que él era aprista, no hayista. Vosotros los antiapristas, pueden venir de todas partes: chavistas, velasquistas, neoliberales, exmoscovitas, expekineses, mercantilistas, humalistas, pero su divisa común es la letanía antiaprista de siempre. Nosotros los apristas, procedemos de un solo bloque ideológico. Ésa es la segunda diferencia.
3. Ahora bien, revisar el pasado de los dos César no tiene ningún interés peyorativo, ni tiene como objeto desacreditarlos. El propósito es que se conozca de donde les viene esa mala leche antiaprista. Lo que ellos hayan hecho con su pasado sólo lo tomamos como referencia. Su presente lo conocemos y su futuro no nos interesa. Es posible que mañana o más adelante los dos César –y usted- cambien de vincha o de polo, pero lo que no cambiarán es su antiaprismo y generarán nuevos subproductos que podría ser un antimechismo, un anticastillismo o un antipandurismo. Nosotros los apristas debemos convivir con ustedes en la sociedad política y los aceptamos; es más, les deseamos larga vida, pero por favor les queremos con antítesis más elaboradas, no paleontológicas. Pero ustedes como antiapristas no piensan lo mismo. Metafóricamente hablando quieren ser nuestros sepultureros. Y nosotros, naturalmente tenemos que defendernos. Ésa es la tercera diferencia.
4. Ustedes no aceptan que el Presidente García haya puesto en debate temas que son vitales para el futuro de la nación peruana y que tienen mucho que ver con la competitividad de nuestro país. Esos temas que son pautas de inversión para el desarrollo son discutibles –yo mismo no acepto plenamente todos-. Pero así como no está bien aceptarlo todo, sabiendo que pueden haber equivocaciones; es muy malo que se diga que todo está mal, sabiendo que entre ellas hay aspectos positivos que deben madurarse, procesarse e implementarse. Ustedes, los antiapristas enceguecidos se desgañitan gritando que todo está mal. Ésa es la cuarta diferencia.
5. Sin embargo, hay algo en común. Ustedes son antiapristas y nosotros somos apristas. Pero ambos somos peruanos. Acepten –como aceptamos nosotros- que es necesario superar tesis económicas e ideológicas que nos impiden ver las cosas más allá del blanco y del negro. El camino al desarrollo, mi querido amigo, es multicolor. Y eso lo sabe usted por que seguramente ha leído los procesos de desarrollo de las economías emergentes. No trate de encerrarnos en su pensamiento lineal.
Fraternalmente,
Moisés Panduro
Iquitos
1. Los apristas no somos anticomunistas ni antivelasquistas, simplemente somos apristas, es decir no comunistas y no velasquistas. Valoramos el aporte que podrían haber hecho estos ‘istas’ al desarrollo de las ideas en Perú y al logro de objetivos de justicia social desde las tareas del gobierno o desde las organizaciones sociales. No es el caso de los antiapristas que como he dicho hay para todos los gustos. Los antiapristas no ven más allá de la valla que les impone su antiaprismo ideológico, orgánico, patológico o congénito. Inclusive su sentido común depende de ese simplismo que echa por la borda la ley primera de la dialéctica, pues sus negaciones antitéticas pecan en la mayoría de los casos de absurdas y no contribuyen a ninguna síntesis que en términos de política de gobierno signifique “un paso atrás para dar dos pasos adelante”, sino a "la negación por la negación" que significa solamente dar “pasos atrás”. Para el antiaprista la existencialidad queda reducida a "la negación por la negación". Ésa es la primera diferencia.
2. Nadie ha señalado que Alan García es el aprismo. Ésa es una conclusión mezquina derivada de una autoconstrucció n conceptual suya que además es muy primitiva. Lo que pasa es que su antiaprismo, -como el de los dos César-, ha creado un subproducto que es el antigarciísmo, de la misma manera como ocurre con el aprista de corazón que en el afán de blindarse en el tiempo presente crea como subproducto el pro-garciísmo apasionado. Haya de la Torre decía que él era aprista, no hayista. Vosotros los antiapristas, pueden venir de todas partes: chavistas, velasquistas, neoliberales, exmoscovitas, expekineses, mercantilistas, humalistas, pero su divisa común es la letanía antiaprista de siempre. Nosotros los apristas, procedemos de un solo bloque ideológico. Ésa es la segunda diferencia.
3. Ahora bien, revisar el pasado de los dos César no tiene ningún interés peyorativo, ni tiene como objeto desacreditarlos. El propósito es que se conozca de donde les viene esa mala leche antiaprista. Lo que ellos hayan hecho con su pasado sólo lo tomamos como referencia. Su presente lo conocemos y su futuro no nos interesa. Es posible que mañana o más adelante los dos César –y usted- cambien de vincha o de polo, pero lo que no cambiarán es su antiaprismo y generarán nuevos subproductos que podría ser un antimechismo, un anticastillismo o un antipandurismo. Nosotros los apristas debemos convivir con ustedes en la sociedad política y los aceptamos; es más, les deseamos larga vida, pero por favor les queremos con antítesis más elaboradas, no paleontológicas. Pero ustedes como antiapristas no piensan lo mismo. Metafóricamente hablando quieren ser nuestros sepultureros. Y nosotros, naturalmente tenemos que defendernos. Ésa es la tercera diferencia.
4. Ustedes no aceptan que el Presidente García haya puesto en debate temas que son vitales para el futuro de la nación peruana y que tienen mucho que ver con la competitividad de nuestro país. Esos temas que son pautas de inversión para el desarrollo son discutibles –yo mismo no acepto plenamente todos-. Pero así como no está bien aceptarlo todo, sabiendo que pueden haber equivocaciones; es muy malo que se diga que todo está mal, sabiendo que entre ellas hay aspectos positivos que deben madurarse, procesarse e implementarse. Ustedes, los antiapristas enceguecidos se desgañitan gritando que todo está mal. Ésa es la cuarta diferencia.
5. Sin embargo, hay algo en común. Ustedes son antiapristas y nosotros somos apristas. Pero ambos somos peruanos. Acepten –como aceptamos nosotros- que es necesario superar tesis económicas e ideológicas que nos impiden ver las cosas más allá del blanco y del negro. El camino al desarrollo, mi querido amigo, es multicolor. Y eso lo sabe usted por que seguramente ha leído los procesos de desarrollo de las economías emergentes. No trate de encerrarnos en su pensamiento lineal.
Fraternalmente,
Moisés Panduro
Iquitos
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