sábado, diciembre 15, 2007

Estamos Unidos

Un buen momento que no se debe desaprovechar.

Bueno, pues, luego de que dos gobiernos consecutivos bregaran en la dirección de conseguir un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, este se concretó ayer cuando el presidente George W. Bush lo suscribió en la Casa Blanca con la presencia del mandatario peruano.

Se trata de un logro muy importante para apuntalar el enganche del Perú a la economía internacional, acceder a productos de calidad superior en mejores condiciones, expandir el horizonte exportador, atraer inversiones, y contribuir al crecimiento y al empleo.

El mérito le corresponde, por igual, a los gobiernos de los presidentes Alejandro Toledo y Alan García. Cabe lamentar, sin embargo, que este último haya pregonado, durante la campaña electoral, en contra del TLC. Ofrecer una cosa y hacer otra no le hace bien a la democracia. Tampoco es que se desdeñe la capacidad de enmienda que pueda tener un jefe de Estado, pero ello demanda una explicación creíble al ciudadano.

Al mismo tiempo, el mensaje pronunciado ayer por el presidente García lo muestra como alguien que ha tenido una conversión total en su pensamiento económico en relación a su primer gobierno y, también, como un actor central en América Latina en la corriente que está en el sentido contrario a la de Hugo Chávez.

El TLC perfila, junto con otros factores, un momento expectante de la economía peruana. Existe una efervescencia empresarial que se plasma en un fuerte proceso de inversión y en un crecimiento excepcional que llegó a 10.41% en octubre, la tasa mensual más alta del año.

Es indudable que esto va a contribuir a mejorar los bolsillos y la calidad de vida de la gente. Pero es evidente, también, que esto es insuficiente y que dicho esfuerzo crucial se va a acelerar y consolidar en el mediano plazo cuando se empiece a aplicar un conjunto de acciones, medidas y reformas que, por un lado, mejoren sustantivamente la competitividad de la economía peruana. Y, por el otro, que elevan de un modo radical la calidad de los servicios públicos básicos que debe ofrecer el Estado (educación, salud, seguridad o justicia).

Sin ello, el efecto del TLC con Estados Unidos será menor al que debería conseguirse y no estaremos tan unidos. No perdamos la oportunidad actual.

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