jueves, julio 31, 2008

Discurso del Presidente del Congreso, c. Javier Velásquez Quesquén

Señoras y señores:

Al asumir las obligaciones del primer cargo legislativo de nuestra patria, aprovecho la presencia de todos los aquí reunidos y de aquellos conciudadanos que nos escuchan y ven a través de la radio y la televisión para expresarles mi profundo agradecimiento por haberme honrado con tan importante cargo, que espero no sea superior a mis capacidades. 

Yo me abatiría si no fuera porque sé que en el respaldo que ustedes me brinden encontraré la sabiduría, la virtud y el celo al cual recurrir confiadamente en todas las dificultades. 

Confío en que juntos sabremos dirigir al Congreso hacia los grandes objetivos –cual es – resolver los problemas profundos de nuestra patria, mas allá de nuestras naturales y justificadas discrepancias. 

Confieso que ocupar este lugar me conmueve particularmente, debido a que hace 30 años este mismo asiento fue ocupado por la egregia figura de Víctor Raúl Haya de la Torre, una personalidad fascinante que irradió sabiduría y decencia al trabajo legislativo de la Asamblea Constituyente y cuyo ejemplo, los que somos apristas, estamos obligados a emular. 

En tal sentido, como él, al asumir la Presidencia, diré que “prometo cumplir los deberes que ella me impone en igualdad de circunstancias y en igualdad de consideraciones para todos los representantes de esta Asamblea”. 

Que “nuestras diferencias ideológicas, nuestros conceptos diferentes deben conciliarse en el propósito de reconocer que la existencia de esta Asamblea significa un paso seguro hacia la democratización del Perú”.

Señores congresistas:

Las modernas democracias diseñan unas líneas maestras de organización del sistema político que descansan en el Parlamento como pilar fundamental. En él se conjugan soberanía y representación, se adoptan decisiones con pretendida validez general en forma de ley y se vigila el correcto funcionamiento del Poder Ejecutivo. De allí que se afirme que el binomio Democracia-Parlamento es aún indisoluble.

Sin embargo, el paso del tiempo ha cambiado el propio planteamiento de la organización y funciones del Parlamento. 

La situación actual no es la misma. Esto obliga a un replanteamiento de las funciones del Parlamento. Porque, en el Perú, lo que más existen son leyes que lejos de promover la seguridad jurídica, en realidad la socavan. Existe una inflación de carácter legislativo.

Con ello no quiero decir que el Parlamento no dicte una ley más. Lo que quiero indicar es que esta distorsión de lo que es la tarea parlamentaria ha olvidado institucionalizar y desarrollar otras funciones que también corresponden, acaso, con más prioridad, desarrollar al Congreso y congresistas, por lo que resulta imperativo sólo legislar sobre los grandes temas nacionales que requieren inexorablemente de un pronunciamiento de la representación parlamentaria. 

Quince años después de la vigencia de la Constitución de 1993 y cerca de 30 años de la Constitución de Haya de la Torre, todavía no hemos dictado importantes leyes de desarrollo constitucional, como por ejemplo, millones de peruanos esperan con atención que se dicte una ley que desarrolle el artículo 149º de la Constitución relativo a la función jurisdiccional de los pueblos originarios. 

Otros millones de peruanos verían con expectativa que se dicte una ley de libertad e igualdad religiosa. No hemos dictado aún una ley que regule el derecho de reunión, pese a la importancia de su carácter relacional para con el ejercicio de otros derechos fundamentales de primer orden; miles de peruanos verían con expectativa una ley que establezca el silencio administrativo positivo en materia pensionaria, etcétera. 

Estas materias deberían merecer nuestra atención legislativa pero, además, de la antigua preponderancia de la labor legislativa se ha pasado hoy a una relativa preponderancia de la labor de control político y de representación. La iniciativa del Poder Ejecutivo, su posición de prevalencia en todo el proceso legislativo a través de los parlamentarios que la apoyan y la posibilidad de que dicte normas con rango de ley y valor de ley en situaciones excepcionales hace, pues, que la función legislativa en sentido estricto del parlamento moderno tenga otros perfiles que en tiempos pasados. 

Esa omnipresencia del Ejecutivo en la vida política hace que los parlamentos se ocupen en la actualidad, con especial énfasis, en la función de control político de los gobiernos. 

Es a esto a lo que apuntamos en este año de gestión al frente de la Presidencia del Congreso y de la Mesa Directiva, y para lo cual proponemos replantear y reforzar algunas comisiones dictaminadoras reemplazándolas por nuevas comisiones de control político, que siempre estarán en manos de la oposición, para que de esta manera devolvamos al Congreso su razón de ser como pilar fundamental del sistema democrático. 

Señores congresistas:

Sobre estas líneas de entendimiento es que afirmaremos la autonomía y respeto del Parlamento frente a los demás poderes y órganos constitucionales. Autonomía que no está reñida con la colaboración entre poderes, debido a que en conjunto son responsables de la viabilidad y la gobernabilidad democrática. 

Nos corresponde, pues, hacer un efectivo control político no sólo al Gobierno central, sino también a los gobiernos regionales y locales, de manera que los escasos recursos del Estado contribuyan a cumplir con el objetivo del Gobierno de erradicar la pobreza. Del mismo modo, nos corresponde fortalecer la función de representación, a fin de reencontrarnos con nuestros compatriotas, recogiendo sus inquietudes y previniendo los conflictos que, no pocas veces, terminan en violencia, deteriorando la democracia. 

Para reforzar esta labor, proponemos la creación de una Comisión de Prevención e Intermediación de Conflictos que detecte problemas, medie en su solución ante el Poder Ejecutivo y, de no ser escuchados, proponga el efectivo y responsable uso de los mecanismos de control político, como la interpelación o la censura parlamentaria.

Señores congresistas: 

En este esfuerzo por modernizar el trabajo parlamentario, el Congreso no puede ser la excepción en un proceso integral de Reforma del Estado, que contribuya a revalorizar su imagen. Además, proponemos concertar una agenda legislativa priorizada sobre temas fundamentales dirigidos a solucionar problemas concretos de la población. Dichos temas deben estar orientados a mejorar la calidad educativa, la competitividad del país, la descentralización fiscal, la universalización de la seguridad social, etcétera, en los que, estoy seguro, nadie puede estar en desacuerdo. 

Pero, en esta misma línea, proponemos renovar nuestro compromiso de mantener un comportamiento alturado, acorde con la majestad parlamentaria, lo que implica dejar de lado ese falso espíritu de cuerpo en el momento de aplicar el reglamento a quienes transgreden sus normas. 

La búsqueda de un amplio consenso no significa, de modo alguno, el abandono de posiciones ideológicas ni programas, puesto que el Congreso es el escenario natural para la confrontación de posiciones. Si queremos que el Congreso cumpla su rol, tenemos que hacer un esfuerzo por conjugar nuestros propósitos superiores y comunes. 

Tengo fe en que el consenso es posible y en que los 120 congresistas, que tenemos en común la representación del pueblo, dedicaremos todos nuestros esfuerzos a la consecución de este propósito. 

No puedo terminar de expresar estas ideas sin ratificar que la tarea que ustedes me encargan encarna la continuidad de la gestión eficiente, concertadora y de modernización institucional iniciada por mi compañera Mercedes Cabanillas, y seguida por mi compañero y amigo Luis Gonzales Posada, quien, además, ha realizado una noble y generosa obra de proyección social de nuestro Parlamento. 

Por último, en la persona de mis compañeros y amigos alcaldes representantes de Lambayeque aquí presentes, expreso mi infinita gratitud a este querido pueblo que represento y que gracias a él recibo esta nueva encomienda que, modestamente, no defraudaré. 

Que Dios colme de bendiciones nuestras conciencias para continuar honrando el compromiso que tenemos con el pueblo peruano.

Muchas gracias.
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