para personas del mismo sexo
Por Daniel Parodi Revoredo
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PUBLICADO en la mula.pe
Es bien difícil ingresar a este debate sin caer en los lugares comunes de siempre, así que comenzaré por un lugar común: tras la Segunda Guerra Mundial empezó a desarrollarse algo que se llama derechos humanos y que no es una cuestión de la izquierda, como equivocadamente creen algunos, sino, como su nombre lo indica, de todos los seres humanos, incluidos los homosexuales.
El segundo punto que quiero tratar tiene que ver con la historia, la frase al “César lo que es del César” es una simplificación coloquial e inexacta de la oración original que es “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y se le atribuye a Jesús. Está expresión después se empleó popularmente para separar lo profano de lo sagrado, como lo hizo Maquiavelo con la política de la religión, en su célebre “El Principe”, hace quinientos años.
Por ello me pregunto por qué a Juan Luis Cipriani le sigue molestando la unión homosexual, incluso cuando el congresista Carlos Bruce ha llamado a su último proyecto "Unión Civil no-matrimonial para personas del mismo sexo" precisamente con la intención de no involucrar la institución del matrimonio que, de acuerdo con el sentir católico-conservador, es sólo cosa de heterosexuales. El tema, ciertamente, es polémico y la discusión continúa pero superado el impase real o imaginario ¿de qué se trata entonces?
Gio Infante, presidente de Mhol Perú, comentó en un medio local el caso de Juan Carlos Ferrando, que es homosexual y tiene una convivencia de 35 años con su pareja. Si su pareja enfermase, a Juan Carlos podría prohibírsele visitarla pues el médico le preguntaría ¿Ud. qué es de él? Y cómo él no es ni conyuge, ni mamá, papá, hijo o hermano, entonces no tiene derecho a verlo, ni que hablar de autorizar una operación o heredar.
Por eso lo de dar al César lo que es del César es en este caso pertinente. A pesar de que en otros países existe el matrimonio gay como tal y hasta el derecho de adopción, aquí no se está pretendiendo tanto, sino apenas una figura legal no matrimonial que otorgue derechos recíprocos a una pareja del mismo sexo que parecen poco o nada opuestos a los preceptos de la Iglesia. ¿Qué es lo que pretende entonces el conservadurismo católico? ¿invisibilizar a los homosexuales? ¿negarle a los ciudadanos sus derechos civiles más elementales debido a su opción sexual? ¿acaso la sociedad civil interfiere en las reglas de la Iglesia que es finalmente un foro privado?
Luego, ciertamente, están las críticas al proyecto de Carlos Bruce que es, como todo, perfectible. La de Jorge Bossio es pertinente, él señala que el proyecto de Bruce podría extenderse también a heterosexuales de modo que todos, en condición de igualdad, pudiésemos acceder a esta Unión Civil No Matrimonial. Pero permítase la siguiente observación, si centrada sólo en las parejas del mismo sexo, la propuesta ya ha desatado la furia de los sectores conservadores, como sería si se tratase de ofrecerle a la sociedad en su conjunto una alternativa institucional al matrimonio. Por eso creo más pertinente pensar en quienes ahora carecen de derechos y hacer causa común con su lucha.
Hace tiempo creo que el Estado peruano no sólo debería ser laico sino también parecerlo. Para ello, es preciso separar el fuero civil del eclesiástico y la aprobación de la Unión Civil No Matrimonial sería un excelente punto de partida.
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