Después de haber expandido nuestra economía, como nunca antes lo habíamos logrado en nuestra historia republicana, aún tenemos una gran tarea pendiente y ella se denomina Infraestructura. Algunos analistas estiman que el déficit de infraestructura alcanza los $75 mil millones de dólares, motivo suficiente para pensar en cómo desatar el nudo gordiano que impide avanzar decididamente en la ejecución de diversos proyectos.
Aunque usted no lo crea, todo hace pensar que la decisión para avanzar o no en la reducción de la brecha de infraestructura depende de nuestras propias autoridades, aquellas que periódicamente elegimos y que, una vez entronizadas en sus cargos, no necesariamente saben qué hacer.
Por un lado, tenemos a la maraña legislativa, que buscando empoderar a gobiernos locales, ha terminado por fortalecer autonomías, existiendo algunas autoridades que consideran que administran entidades desgajadas del conjunto del país, cuando lo lógico es que exista un vínculo claramente definido entre la conducción nacional y las regionales y así sucesivamente hasta el gobierno distrital.
La falta de un plan que articule las expectativas de unas instancias con otras hace que se malentienda o malinterprete la autonomía concedida a ciertos niveles de gobierno al interior del mismo Estado. Las autonomías fueron concebidas para fortalecer ámbitos de ejecución y no a fuerzas centrífugas.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para cambiar esta situación? Generar opinión pública responsable, una que elija a sus autoridades no en función a un eslogan atractivo, sino a un plan de gobierno debidamente estructurado y articulado con el resto del país.
¿Por qué un Plan?
Porque un Plan implica una previsión de lo que queremos alcanzar en cierto número de años, bajo ciertos supuestos que nos permitan definir si estamos próximos o no al objetivo establecido.
Y... ¿qué tiene que ver esto con la infraestructura?
Ciertamente mucho, cuando uno planifica ejecutar un proyecto para abastecer de agua potable y brindar el servicio de saneamiento, está logrando mucho más que aminorar el esfuerzo que representa para muchas personas el acarrear agua hasta sus domicilios o que vean la manera cómo eliminar sus desechos. En este caso, lo que se está haciendo es mejorar la salud de las personas, disminuyendo la posibilidad de que contraigan enfermedades infectocontagiosas producto de la ingesta de agua de dudosa calidad, de la falta de higiene o de la preparación de los alimentos sin el debido cuidado que se puede lograr si es que se dispone de agua de la red pública.
Sin embargo, las personas necesitamos más que disponer de agua, todos debemos trabajar para proveernos lo necesario para alcanzar nuestros objetivos. La fuente de empleo puede o no estar en nuestro domicilio, en uno u otro caso, el disponer del servicio eléctrico facilita el trabajo, sea cual fuere. Además, permite más horas de estudio, por consiguiente, la posibilidad de capacitarse más y de contar con mayores herramientas que nos hagan más productivos se hace más factible aún.
Si una ciudad o un país cuenta con vías de transporte de todo tipo, carretero, ferroviario, lacustre, fluvial, marítimo, aéreo, etc., sus ciudadanos tienen la posibilidad de fortalecer sus intercambios, lograr mayores sinergias, hallar sentido económico a la decisión de incrementar su producción. El agricultor reflexionará y se dirá a sí mismo, “si ahora dispongo de un mayor volumen de agua, sea porque he logrado mayores eficiencias en el empleo de la misma o porque se ha construido la infraestructura hídrica que ha hecho posible acumular agua en las partes altas del valle; ahora, sí me resulta conveniente ampliar las áreas de cultivo”. Consecuentemente, si el agricultor, además de su actividad principal también se dedica a la crianza de ganado, al disponer de mejores cultivos sus animales mejoran su alimentación; por lo tanto, su fibra se incrementa, su volumen de producción de carne también.
Si a lo mencionado anteriormente le añadimos la construcción de caminos rurales y/o carreteras que integran diversas localidades, el mercado potencial del agricultor, así como del ganadero mejora sustancialmente. Así mismo, podrá tener acceso a contar con servicios profesionales que lo orienten en el cuidado de sus cultivos, así como de sus animales también.
El reducir las brechas de infraestructura en los diferentes rubros nos hace pensar que es posible lograr el desarrollo.- Si los ciudadanos somos conscientes de ello, elegiremos a quienes se encuentran más capacitados para alcanzar dicho objetivo; si no lo logramos, también hay otros mecanismos en los que desde el sector privado se puede contribuir a la disminución de la brecha, las Asociaciones Público-Privadas o la ejecución de obras de manera concertada con las autoridades a través de Obras por Impuestos. Finalmente, el objetivo de la infraestructura es uno solo, proveernos de bienestar y desarrollo.
Siempre tengamos presente que la infraestructura produce sinergias en términos económicos; pero, además, integración social en un país donde el recelo por desconocimiento de unos respecto de otros se enseñoreó en gran parte de nuestra historia.
Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.
Publicado en : Negocios Internacionales, revista de la Sociedad de Comercio Exterior, p. 14/15. Setiembre 2013, Vol 16 – Nº 193
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