"Si hay un policía que comete delito, es porque hay un superior que está durmiendo o es cómplice". Es una de las frasesitas con las que el ministro Urresti decidió irrumpir en la vida pública del país. Tarde para arrepentirse de haberla dicho fue cuando al conocerse que fue agente de Inteligencia del SIE en el lugar y en la fecha en que se asesinó a mansalva a Hugo Bustíos, hoy arguye no saber nada con respecto a ese crimen, pese a que era oficial al mando en la zona. Parafraseándolo, habría que decir que estaba durmiendo o es cómplice, y por ambas es sin duda culpable.
Para cubrirse, señaló urbi et orbi que el presidente Humala estaba al tanto de todo y que habiendo analizado su caso le dijo "vamos adelante". No es de extrañarse. Ya muchos han señalado que una coordinación entre el "capitán Carlos" y el "capitán Arturo" para taparse sus excesos no tendría nada de particular, salvo que esa coordinación, como es el caso, es una suerte de complicidad para esconder severísimas responsabilidades en violaciones a los derechos humanos so capa de luchar contra el terrorismo.
Pero mientras se dilucida la necesidad de que el ministro del Interior de un país sitiado por la delincuencia no tenga semejante rabo de paja, el aludido sigue soltándonos la parafernalia de sus arengas, a lo "Pecoso" Ramírez, en el entendido de que si para su Jefe el tema de la criminalidad es solo una percepción, pues la misión que le corresponde es muy sencilla, pues solo se trata de cambiar la percepción.
Para ello no hay que luchar contra las bandas de secuestradores, mafias organizadas y asesinos de toda laya, sino solo aparentar que se está haciendo: incautar discos piratas de El Hueco, presentar quetes requisados en el Callao, verificar multas a las combis, sacar armas del almacén y dejarse fotografiar mirándolas embelesado, perseguir los carros con lunas polarizadas, etc.
Obviamente, no vamos a ser mezquinos en reclamar resultados efectivos en 10 días. Pero pedimos que no se engañe a la población con el cuento de que se está haciendo algo cuando en realidad ninguna de las coreografías bien montadas por Urresti tiene nada que ver con la lucha contra la delincuencia, que pasa por una reforma policial, más recursos técnicos, aislamiento de taitas en los penales, etc., etc.
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