Por Enrique Valderrama(*)
Algunos medios de comunicación escritos empiezan a practicar un intento de demolición y desprestigio contra los adversarios políticos del gobierno de turno, del régimen de los Humala. Con primeras planas de grosera agresividad y notas tendenciosas y carentes de objetividad algunos diarios buscan implantar en el sentido común ciudadano desconfianza y rechazo a quien no se le puede vencer en el debate de ideas y de propuestas, en este caso el exPresidente Alan García.
Esta práctica no es nueva en el Perú, en otros pasajes de la historia se solventó diarios efímeros y otros no tan coyunturales desde el poder para desprestigiar a las personalidades incómodas, generalmente en el contexto de una dictadura militar o de un autoritarismo cívico-militar. La última vez que se implementó ello muchas personas se vieron en serios aprietos judiciales, llegando algunos a ser condenados y recluidos en centros penitenciarios en uno de los pasajes más oscuros de la prensa en la vida republicana.
Estos voceros palaciegos, animados con recursos que pueden llegar como efectivo en la mano, no declarables tributariamente o con ingentes cantidades de publicidad estatal son una costumbre que crea prensa adicta capaz de difamar y apuntar, en una suerte de sicariato mediático, a los enemigos del poder de turno, en este caso del plan de la “reelección conyugal”, que tiene en Favre, su táctico venerado y en Toledo su comparsa resignada.
Se han fijado por ello de meta febril el principal objetivo de Nadine Heredia a destruir: Alan García. Desde sus portadas se intenta culminar el encargo que pareciese que la vía parlamentaria, delegada a un bisoño e inexperto Sergio Tejada, no puede finiquitar y que el Poder Judicial, por razones de derecho, no acoge. Se le ataca por las razones más inverosímiles y diversas. Los resultados que obtienen no son los deseados, pero la voluntad difamadora y la licencia que se dan para agraviar y para desfigurar la realidad es clamorosa. La labor de la prensa es informar sobre los hechos que acontecen, los voceros palaciegos desvirtúan y desprestigian al periodismo.
A este gobierno le quedan aún muchos temas por aclarar: los nexos y el escandaloso resguardo a López Meneses, los aportes de mineros ilegales a su campaña, su relación con César Álvarez y algo importante que no se está analizando en su real dimensión: su relación con Martín Belaunde y el apego del medio de comunicación que éste regentaba a favor de los intereses de los Humala.
En esa línea, por todo lo expuesto inicialmente, parece claro que existe aún un nivel de coordinación entre algunos grupos “periodísticos” que responden –e incluso se crearon para beneficiar- a los líderes de la alianza entre el Nacionalismo y Perú Posible, alianza que actualmente dirige el Ejecutivo y el Parlamento. No es de extrañar entonces que un par de ellos tengan en portada a un adversario al que se le tema como Alan García casi 20 días consecutivos, algo sin parangón ni explicación lógica ni periodística. Ojo que un político demócrata y serio como Javier Bedoya ha denunciado que algunos estudios jurídicos están analizando la salida legal para viabilizar la candidatura de Nadine Heredia el 2016. Los demócratas y republicanos, que respetamos además los usos de la prensa independiente, debemos estar atentos y vigilantes.
*Coordinador del Centro para la Democracia Social
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