Ciertamente, que nuestra televisión no ofrece revelaciones especialmente novedosas y sobre todo ahora que desean moralizarla o al menos, restarle un poco de basura. Es así que una o un caquéctico cualquiera, encarnado con regocijante desparpajo palurdo, pueda llegar a obtener cierta notoriedad inventándose actos y hechos de inmoralidad profunda, para dizque estimular nuestra perplejidad. Todos sabemos cómo funciona este baratillo de cambalaches asquerosos de los noticieros de imágenes hirientes a la moral, talk show basura y los oscuros programas dominicales.
Más estupefaciente resulta comprobar el «método» de algunos periodistas especializados ¿no se en que?. Y la estupefacción crece cuando contemplamos la conversación de sus marrajos entrevistadores y entrevistadoras a entrevistados que pertenecen a la categoría más ínfima del pedorrío nacional ¿Alguien se atreverá a calcular el dinero que se emplea para pagar a los mentecatos que desfilan por esta parada de los monstruos sin cerebro? ¿Merecemos los peruanos esta escoria televisiva a veces pagada por el propio Estado?
Soy y muchos somos tolerantes, demócratas y poseemos un control automático para cambiar los canales, pero no hay donde cambiar en la televisión peruana. En los canales aparecen repintadas y creyéndose sexis, las jadeantes tías llenas de cirugías y siliconas y tíos asexuales, homosexuales, bisexuales y hasta trisexuales, amén de travestis y truculentos, cuyo único mérito consiste en haberse proclamado decidores del escándalo cunda y huachafo, pero cuidado, ¿quienes son los que ven estos programas - papujos mentales fecundados con sus frustraciones o...?. Los tíos y las tías de la televisión sobada y pervertida que no hacen más de una docena, quiero pensar que con hipérbole propia de fantasmón o gallo cantamañanas, aseguran que sus ingresos ascienden con frecuencia hasta el millón de soles anuales o más. «Bueno - conceden, a veces trescientos». Esta precisión nos llena de asombro y me dan arcadas; o sea que este pedorrio de baja estofa, goza de las ventajas de remuneraciones superiores a cualquier trabajador honrado del Perú. Saber que sus ingresos dependen de los vaivenes de la cotización fluctuante de sus inmundicias, estimula nuestra solidaridad y compasión para con esos invisibles televidentes que ante el aparato, comen sus anemias intelectuales.
Si una o un personaje que ocupa el último peldaño de la pirámide evolutiva darwiniana, se pavonea de ingresar estas cantidades, ¿a cuánto ascenderán las ganancias de los pedorros con cierto caché? Son preguntas que suscitan un inaprensible horror metafísico. En un desplante de cinismo podríamos aceptar que un huacamayo parlante, baste que viva del cuento gane cantidades fastuosas, aduciendo que su "negociado" está montado sobre las leyes de la oferta y la demanda de las inmundicias. Pero habría que dilucidar quienes son los mantenedores de ese negociado; y aquí nos tropezamos una vez más, con la avaricia de un presunto periodismo que, lejos de sobrevivir en los márgenes, campea victorioso en los principales canales televisivos (algunos sufragados con fondos públicos). ¿Hasta cuándo seguiremos refocilándonos en tanta cochambre de las imágenes audibles que ofenden la dignidad del ser humano? ¿No será que la nueva misión del periodismo consiste en halagar los bajos instintos de la masa sin neuronas, hasta convertirla en una papilla humanoide, digna del planeta de los simios? - va de retro Satán...
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