Por: Guillermo Vidalón del Pino
Los proyectos de la industria extractiva representan mucho más que una simple expresión afirmativa o negativa. ¿Qué representa la opción “no va”?, simplemente, dejemos las cosas como están. Si el agricultor es pobre, que siga siendo pobre. Si su actividad ancestral no le permitió generar excedentes para solventar una educación de calidad a sus hijos, lo que les propone el “no va” es que su próxima generación también siga siendo pobre.
Si su pueblo carece de una carretera que le permita interconectarse con los eventuales mercados de consumo de sus productos, el pueblo quedará atrapado en el pasado, porque se limitará al autoconsumo y terminará por aislarse progresivamente. Si el agricultor tiene más de un hijo, su parcela terminará dividida en dos, y, si tiene un mayor número de hijos aún más. Mientras más pequeña sea la tierra de que se dispone para cultivar, la productividad de la misma será menor y, por lo tanto, la ganancia también disminuirá.
En un pueblo aislado se puede vivir, mejor dicho sobrevivir, y quizás algunos foráneos, quienes deseen escapar de la rutina, hasta se decidan a hacer “turismo vivencial” –pero sólo por unos días- tratándose de un peculiar pueblo arrinconado por la soledad de su historia; sin medios ni sistemas de comunicación, sin iluminación durante las noches, y siempre habrá quienes manifiesten que a mayor altitud las estrellas resplandecen en la oscuridad. Donde se espere que el agua del río se asiente en alguna vasija, cada vez que sus aguas se hayan enturbiado porque llovió en las partes altas o porque recibió un tronador huayco. Entonces, vivir para no vivir es entregarse a las condiciones que nos impone la naturaleza y sucumbir ante ella.
En cambio, vivir por el Sí es vivir para contarlo. Es vivir con optimismo porque vamos a enfrentar el futuro, transformando la naturaleza para obtener mejores frutos para todos. Vivir por el “Sí va” es integrarse al mundo. Vivir por el Sí representa atesorar lo mejor del pasado, aprender de él, pero también proyectarnos hacia quienes están por venir para entregarles un país de oportunidades, con menos conflictos, un país que crea en Sí mismo, un país que confíe en función a su mejor raciocinio sin caer en el eslogan burdo que te impide analizar una u otra opción.
Voy por el Sí a la industria extractiva porque nos permite ascender a un segundo escalón en la ruta del desarrollo. Voy por el Sí a la extracción de recursos minerales y petroleros porque soy consciente de que si no los aprovechamos hoy, quizás mañana ya no exista dicha oportunidad. Quizás siga habiendo muchos metales enterrados en nuestro territorio, pero si se descubre algún substituto más eficiente y de menor costo, el “No va” representará también el haber enterrado la oportunidad.
Voy por el Sí a la industria extractiva porque ésta requiere caminos, generación de energía, comunicaciones y, por sobre todo, una agricultura sólida, eficiente y competitiva, porque eso sí la hará sostenible. De lo contrario, más temprano que tarde, una agricultura tradicional terminará por sucumbir frente a una agricultura moderna que ofrezca productos de mejor calidad y con certificaciones fitosanitarias.
Voy por el Sí a la a industria extractiva porque su pasado, al igual que el de cualquier otra actividad, es un registro histórico que no se volverá a repetir. Voy por el Sí a la industria extractiva porque quiero superar la pobreza para empezar a vivir en el país que soñaba César Vallejo, “(…) al borde de una mañana eterna, desayunados todos”.
Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.
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