Por César Campos RNo es una coincidencia que noviembre sea el mes escogido para el cierre de las asonadas político sindicales del 2007, el denominado “Año del deber ciudadano”.
El terremoto del 15 de agosto empujó a sus organizadores hacia una tregua involuntaria, mientras que diciembre les resulta demasiado festivo y consumista, peor aún si la etapa de expansión económica demostrará nuevamente su vigor a través de las compras navideñas.
Entonces sólo quedan los conchitos de octubre y los 30 días de noviembre. Bien que lo aprovechan sobre todo las vertientes del humalismo que –como lo indica el diario El Comercio en su edición de ayer y no un vocero oficialista– mueven sus hilos detrás de la huelga indefinida decretada por la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras del Perú (Conpaccp) y a iniciarse mañana lunes 29.
Sin embargo –sorpresas facilitadas por intereses en juego– esta paralización ha sido rechazada por los pobladores de Tingo María, quienes ya han experimentado las enormes pérdidas que acarrea a la actividad comercial de la zona esta clase de medidas. Otros sectores cocaleros, de los lugares donde no se materializa la erradicación, también han señalado que darán la espalda a la convocatoria.
Pero también están los miembros de la Federación Médica del Perú, doctores que para darle contenido popular a sus estrictas demandas laborales (el reajuste de la Asignación Extraordinaria por Tratamiento Asistencial, la famosa AETA), la emprenden contra las vacunas para prevenir la fiebre amarilla y la municipalización del servicio médico. Su pleito puede complicar la atención básica de los enfermos y ello redundará en un malestar social elocuente.
Y en la cola se ponen la Federación de Trabajadores Universitarios (Fentup) y los trabajadores administrativos del Inpe, que continuarán con sus respectivas huelgas indefinidas en pos de mejoras salariales. Y la CGTP con su movilización del próximo 8 de noviembre, la Federación de Trabajadores Administrativos del Sector Educación (Fentase) y los trabajadores mineros y metalúrgicos.
Sin duda, la agenda de protestas es grande y hay aspectos reivindicativos que podrían cursarse por la vía del diálogo. Pero el contenido político es clarísimo y desafía al gobierno a consolidar su propia plataforma social. Las masas se combaten con las masas.
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