Por Rolando Pacheco Faura
Abogado
Si hay algo de lo que nosotros, los apristas, debemos sentirnos orgullosos, es que a lo largo de 77 años mantenemos en alto las banderas de la unidad y de nuestros ideales en busca de la justicia y la libertad. El momento político que vivimos nos invita hoy más que nunca a ser humildes, como nos enseñó el maestro Víctor Raúl Haya de la Torre, quien supo defender una línea continua que va desde Por la emancipación de América Latina hasta Mensaje de la Europa nórdica. Comprendiendo más de una docena de libros incitantes. En cada libro siempre supo encerrar muchas sugestiones, puntos de partida, invitaciones a filosofar, por ejemplo, en El antiimperialismo y el APRA, Ex combatientes y desocupados, A donde va Indoamérica, Impresiones de Inglaterra imperialista y de la Rusia Soviética, Construyendo el aprismo, La defensa continental, Y después de la guerra y en Ideario y acción.
Por eso, con justa razón, podemos decir que a ningún político peruano ni latinoamericano se le ha discutido ni se le discute tanto como a Haya. Figura controvertida, deja fluir su pensamiento sin acrimonia ni estiramiento. Quienes lo conocimos no creemos que haya periodista de mayor envergadura actualmente en nuestro idioma, ni político que haya tratado, fuera de los medios diplomáticos a mayor número de figuras fundamentales de la economía, la política, la ciencia y la diplomacia. Es casi seguro que en Europa y América ningún conferencista latinoamericano ha sido tan escuchado y discutido como Haya de la Torre. Además, resulta consecuente destacar que su liderazgo no solamente se fundó en su grandeza intelectual, sino también en su rico lenguaje sin par. Sobre todo aquel con el que habla del sentimiento popular, que lo hizo digno de su pueblo. A lo largo y ancho del Perú, su figura fue ampliamente conocida, respetada, y de ahí se conoce de su inmaculado ejemplo que debemos emular a efecto de tener presente la grandeza de sus gestos y de sus gestas, que fueron el mejor testimonio de su insobornable entrega a favor de los trabajadores manuales e intelectuales en general.
Pensar que han transcurrido 77 años desde que se fundó en Lima el Partido Aprista Peruano, en un modesto taller de ebanistería ubicado en la plazuela del teatro. Los ideales que expresara Víctor Raúl desde México se hacían realidad en nuestra patria. Todos los trabajadores manuales del Perú vieron en este partido la expresión auténtica de sus intereses. Desde entonces, Haya de la Torre sería el hombre que en forma estupenda dirigirá los destinos de este gran movimiento antiimperialista. La historia todavía recuerda cuando un 9 de diciembre de 1981 Haya de la Torre pronunció en Trujillo un profético discurso, ante una multitud impresionante. Comentan los historiadores y biógrafos de Víctor Raúl, que fue el discurso más famoso y fecundo que conoció la historia del Perú: “Compañeros: éste no es un día triste para nosotros.
Es antes bien, el día inicial de una etapa de prueba para la Patria. Vamos a probar una vez más, en el crisol de una realidad dolorosa quizás, la consistencia de nuestra organización, la fe de nuestra conciencia y la sagrada perennidad de nuestra causa. Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas para nosotros se sienta acobardado o sin fortaleza, no es aprista. Nosotros no queremos traidores. Y ser traidor en esta hora es ser, no sólo el Judas que se vende sino el cobarde que da paso atrás.
Yo afirmo que estamos más firmes que nunca, porque gobernar no es mandar, no es abusar, no es convertir el poder en tablado en todas las pasiones inferiores. Ellos mandarán pero nosotros seguimos gobernando.”
Entre los grandes legados culturales y políticos del maestro Víctor Raúl Haya de la Torre, como muy bien lo ha escrito el c. Germán Luna Segura: “Fue un privilegio sentir y nutrirnos de la presencia inmortal de Haya de la Torre, de la inteligencia de Luis Alberto Sánchez, de la lealtad de Carlos Manuel Cox, de la ternura de Hortensia Pardo, de la música que acompañó la marcha y la marsellesa aprista de Lucas Cabello, de la sabiduría andina y organizativa de Ramiro Prialé, de la disciplina de Alfredo Tello. De la temeridad institucional de Fernando León de Vivero y de las convicciones más sólidas de Armando Villanueva, que se hicieron “un solo pensamiento” en el recuerdo inmortal de Manuel Arévalo y el “búfalo Barreto”, leyendas de la liturgia aprista que le dieron a nuestro paso por el aprismo, algo más que consistencia, un caro valor agregado que aún podemos exhibir con orgullo y sana vanidad”.
Hay un pasaje de mi existencia que quiero evocar, puesto que forma parte de mi hoja de vida que todos los apristas con trayectoria inmaculada tenemos, me refiero a lo siguiente: Siendo aún muy joven, tuve la oportunidad de conocer y tratar en más de un caso al distinguido compañero Belisario Spelucín Vega, uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano y, tuve el honor de reemplazarlo en la Secretaría General del sector 12 de Miraflores, tal cual le consta a la distinguida compañera Nimia Liendo de Rázuri, quien para suerte nuestra vive gozando de buena salud. Hechos históricos que guardo con mucho respeto y afecto, puesto que forman parte de mis primeras vivencias juveniles en el distrito de Miraflores, que un 15 de junio de 1945 me vio nacer y crecer.
Debo manifestar que he pretendido hacer unas ajustada memoria de las circunstancias en las que se fundó el PAP que, como lo ha dicho, es remontarnos al inicio de la historia política del Perú contemporáneo y con ello, a la incursión de la espera en el destino de la Nación. Allí está el aporte más significativo de Haya de la Torre; la enorme responsabilidad de sus discípulos por mantener la grandeza y la perennidad de la obra aprista, que como pensamiento siempre estará vigente.
Por eso, con justa razón, podemos decir que a ningún político peruano ni latinoamericano se le ha discutido ni se le discute tanto como a Haya. Figura controvertida, deja fluir su pensamiento sin acrimonia ni estiramiento. Quienes lo conocimos no creemos que haya periodista de mayor envergadura actualmente en nuestro idioma, ni político que haya tratado, fuera de los medios diplomáticos a mayor número de figuras fundamentales de la economía, la política, la ciencia y la diplomacia. Es casi seguro que en Europa y América ningún conferencista latinoamericano ha sido tan escuchado y discutido como Haya de la Torre. Además, resulta consecuente destacar que su liderazgo no solamente se fundó en su grandeza intelectual, sino también en su rico lenguaje sin par. Sobre todo aquel con el que habla del sentimiento popular, que lo hizo digno de su pueblo. A lo largo y ancho del Perú, su figura fue ampliamente conocida, respetada, y de ahí se conoce de su inmaculado ejemplo que debemos emular a efecto de tener presente la grandeza de sus gestos y de sus gestas, que fueron el mejor testimonio de su insobornable entrega a favor de los trabajadores manuales e intelectuales en general.
Pensar que han transcurrido 77 años desde que se fundó en Lima el Partido Aprista Peruano, en un modesto taller de ebanistería ubicado en la plazuela del teatro. Los ideales que expresara Víctor Raúl desde México se hacían realidad en nuestra patria. Todos los trabajadores manuales del Perú vieron en este partido la expresión auténtica de sus intereses. Desde entonces, Haya de la Torre sería el hombre que en forma estupenda dirigirá los destinos de este gran movimiento antiimperialista. La historia todavía recuerda cuando un 9 de diciembre de 1981 Haya de la Torre pronunció en Trujillo un profético discurso, ante una multitud impresionante. Comentan los historiadores y biógrafos de Víctor Raúl, que fue el discurso más famoso y fecundo que conoció la historia del Perú: “Compañeros: éste no es un día triste para nosotros.
Es antes bien, el día inicial de una etapa de prueba para la Patria. Vamos a probar una vez más, en el crisol de una realidad dolorosa quizás, la consistencia de nuestra organización, la fe de nuestra conciencia y la sagrada perennidad de nuestra causa. Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas para nosotros se sienta acobardado o sin fortaleza, no es aprista. Nosotros no queremos traidores. Y ser traidor en esta hora es ser, no sólo el Judas que se vende sino el cobarde que da paso atrás.
Yo afirmo que estamos más firmes que nunca, porque gobernar no es mandar, no es abusar, no es convertir el poder en tablado en todas las pasiones inferiores. Ellos mandarán pero nosotros seguimos gobernando.”
Entre los grandes legados culturales y políticos del maestro Víctor Raúl Haya de la Torre, como muy bien lo ha escrito el c. Germán Luna Segura: “Fue un privilegio sentir y nutrirnos de la presencia inmortal de Haya de la Torre, de la inteligencia de Luis Alberto Sánchez, de la lealtad de Carlos Manuel Cox, de la ternura de Hortensia Pardo, de la música que acompañó la marcha y la marsellesa aprista de Lucas Cabello, de la sabiduría andina y organizativa de Ramiro Prialé, de la disciplina de Alfredo Tello. De la temeridad institucional de Fernando León de Vivero y de las convicciones más sólidas de Armando Villanueva, que se hicieron “un solo pensamiento” en el recuerdo inmortal de Manuel Arévalo y el “búfalo Barreto”, leyendas de la liturgia aprista que le dieron a nuestro paso por el aprismo, algo más que consistencia, un caro valor agregado que aún podemos exhibir con orgullo y sana vanidad”.
Hay un pasaje de mi existencia que quiero evocar, puesto que forma parte de mi hoja de vida que todos los apristas con trayectoria inmaculada tenemos, me refiero a lo siguiente: Siendo aún muy joven, tuve la oportunidad de conocer y tratar en más de un caso al distinguido compañero Belisario Spelucín Vega, uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano y, tuve el honor de reemplazarlo en la Secretaría General del sector 12 de Miraflores, tal cual le consta a la distinguida compañera Nimia Liendo de Rázuri, quien para suerte nuestra vive gozando de buena salud. Hechos históricos que guardo con mucho respeto y afecto, puesto que forman parte de mis primeras vivencias juveniles en el distrito de Miraflores, que un 15 de junio de 1945 me vio nacer y crecer.
Debo manifestar que he pretendido hacer unas ajustada memoria de las circunstancias en las que se fundó el PAP que, como lo ha dicho, es remontarnos al inicio de la historia política del Perú contemporáneo y con ello, a la incursión de la espera en el destino de la Nación. Allí está el aporte más significativo de Haya de la Torre; la enorme responsabilidad de sus discípulos por mantener la grandeza y la perennidad de la obra aprista, que como pensamiento siempre estará vigente.
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