viernes, febrero 22, 2008

¡ EL APRA NUNCA MUERE !

Por : Tula Benites Vásquez

Hoy se evoca el Día de la Fraternidad, retazo íntimo del espíritu trujillano ocupado por el hálito vital, enorme y universal, de Haya de la Torre.

Los trujillanos sabemos de la grandeza ecuménica de nuestro líder. El júbilo cívico popular tiene un sentido y un nombre: Fiesta de la Fraternidad, instituida por ese titán de la cultura política peruana y continental: Manuel Seoane cuya irreductible y temprana decisión de defender a los desvalidos lo alejó de la clase dirigente de entonces para enrolarse, a voluntad propia, en las filas del movimiento gestado por Víctor Raúl.

A Seoane debemos esta inacabable cita anual con el Jefe, Maestro y Guía. Visionario certero, avizoró el itinerario histórico mas lúcido del pensamiento aprista. Superados los años de violencia predicó y combatió contra el individualismo egoísta; predicó equilibrio y sensatez elevando el debate de los grandes problemas nacionales con ejemplar erudición e innata inclinación al periodismo. “La Tribuna” en Lima, “Ercilla” en Chile y su inolvidable y prolífica gestión en Argentina recuerdan, a dimensión continental, la fecunda gestión política de Manuel Seoane cuya desaparición nos llenó de congoja.

El natalicio del Compañero Jefe constituye fiesta espontánea y eterna de Trujillo, con prescindencia incluso de colores políticos, Víctor Raúl acostumbraba celebrar su santo entre nosotros. Así como jamás personalizó su obra fecunda y predilecta, el aprismo; hizo de la fraternidad sentido mensaje al corazón aprista extendido comprensiblemente a sus paisanos y amigos.

Por vez primera el festejo tuvo lugar, significativamente, en 1933 en circunstancias que Haya de la Torre se hallaba preso en la penitenciaria de Lima.

Era necesario exteriorizar la solidaridad de la militancia y en general, del pueblo aprista. En momentos de clandestinidad se organizaron las brigadas para hacer sentir la presencia popular junto al combativo líder aprehendido en una mazmorra por predicar la libertad y la justicia social. Camaretazos, bombardas, petardos, atronaron las noches del 22 y 23. Simultáneamente potentes voces de “Viva el Apra”, “El Apra nunca muere” fueron expresiones de muchos jóvenes sumándose a la actividad partidaria. Se procuró dar alcance al combativo mensaje impulsándolo desde el Parque capitalino Neptuno hacia el lugar en que Víctor Raúl sufría los rigores de la huelga de hambre.

El pueblo respondía así a la admonición de Seoane : “quizá se pregunte por que los apristas celebramos de modo tan extraordinario el cumpleaños de Haya de la Torre. La respuesta se relaciona con nuestro sentido de fraternidad. Nuestro partido no es solamente una coincidencia de opiniones políticas; es, sobre todo, una coincidencia de orden moral”.

Y porque es así, perdura el sentimiento fraterno más allá del tiempo y las contingencias políticas.

Haya de la Torre fue un creador doctrinario. Su pensamiento fue orientado hacia la redención del pueblo por entonces oprimido.

Con el mismo ímpetu revolucionario, con igual decisión que animó la vida de nuestros héroes y mártires y plena identificación con la causa popular impulsada cada día y cada hora por el ínclito Víctor Raúl Haya de la Torre, apristas y no apristas celebramos jubilosos la magna fecha, símbolo de firme y aguerrida conducta cívica de los trujillanos hecha sentimiento claro, prístino, en procura de días mejores para todos los peruanos. Como era el anhelo del dueño del santo a quien volvemos a estrecharlo en la histórica Plaza de Armas, escenario tan ligado a su preciosa existencia.
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