Por el c. Mauricio Mulder
Secretario General del P.A.P.
Congresista
La libertad de prensa supone que cualquier persona pueda decir lo que le parezca. No hay delito de opinión en el Perú ni debe haberlo. Y no hay más límite en los dichos públicos de una persona que los que corresponde al honor de terceros, pues todos los ciudadanos están protegidos contra la difamación y la calumnia.
Los medios de comunicación son los portaestandartes de estos derechos, aunque no sean los únicos en ostentarlos, pues se trata de derechos inalienables a la persona, aunque claro está, unos pueden hacer que su opinión llegue a millones y otros, por lo general la gran mayoría, sólo pueden hacerse escuchar por algunos de sus amigos o familiares.
Ahora bien, los medios de comunicación, sustancialmente los audiovisuales, por el peso de su opinión, se han dado en llamar poder o incluso cuarto poder. Y lo son porque influyen en el acontecimiento de los hechos públicos. Lo son, porque determinan las tendencias nacionales y porque supervigilan y fiscalizan a los otros tres poderes, sin someterse a los límites que éstos tienen.
Así, no sabemos si proponiéndoselo o no, marcan pautas del accionar público y señalan los rumbos que deben ser seguidos por los otros poderes, estableciendo prioridades en nombre de la opinión pública, de cuál de sus acciones merece el escrutinio y señalamiento prioritario y cuáles otras no. El funcionario aparece en el medio respectivo, respondiendo y dando cuenta no de lo que él supone es importante para el receptor final que es el ciudadano, sino lo que el medio decide qué es lo que a la postre al ciudadano le interesa. Y el individuo consumidor de medios depende exclusivamente de éstos para informarse de lo que hacen sus funcionarios en su nombre.
Así funciona el sistema democrático y nadie debe cambiarlo. Pero sí debe entenderse que los medios no son una entidad o persona sola sino una pluralidad. Así como los medios tienden a generalizar cuando hablan de clase política siendo que ésta está superdividida en partidos, los medios son también la suma de distintos puntos de vista, muchas veces contrapuestos y en debate constante.
Pero mientras en política usted sabe de qué partido y qué tipo de ideas defiende el que está hablando, en algunos de los medios prevalece la idea de que la opinión debe ser lo más escueta y neutra posible. Y ahí es donde a la postre se puede terminar distorsionando su radio de acción.
Porque lo interesante es que un medio, cuando emita opinión, pueda decir abiertamente que desea que sea fulanito o menganito que gane una elección y así sabremos a qué atenernos para leer o no determinado medio.
Pero dársela de neutrales y apoyar abiertamente a un candidato mintiendo con respecto al otro, no es lo que la opinión pública espera de dicho medio. ¿No es así?
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