lunes, noviembre 08, 2010

Engolado, superficial y despatarrado…

Néstor A. Scamarone M. 

La palabra escrita o hablada es un don que nos acerca a los dioses y nos aleja de los animales y de algunos seres humanos. Un hombre que sabe decir lo que quiere decir, con las palabras precisas, con la emoción justa, complaciéndose en cada sílaba, en cada letra, en cada acento como con un cuadro, es una inteligencia puesta en orden. En el principio fue el adjetivo. Un superficial cambia de adjetivo y de verbo con más frecuencia que de camisa o de partido. 

La palabra crea el mundo y lo explica, lo hace habitable, la palabra conmueve, nos da de reír o de llorar, nos hace amar y hasta cura las enfermedades del alma y del cuerpo.

El desorden, el aprovechamiento y el oportunismo económico y convenido de las circunstancias, desboca el cerebro y desata la lengua, pero todo no puede estar desatado como en algunos superficiales engolados, que se les sale la personalidad intonsa por las costuras del cuerpo. Nuestro padre Cicerón dejó dicho que el orador ha de poseer las cualidades del poeta, del filósofo y de los grandes actores de las letras o ciencias; id y buscad al buen orador y traedlo, si es que existe. Aceptaremos, no sin respuesta, que en poquísimos destacados gobernantes, literatos, historiadores, científicos, escritores, bailarines y amigos, hay oradores y en el común de los casos, no hay de oradores y si de eso que se llama "despatarrados".

También hay de falsos coherentes, poetas y copiadores, así como farsantes solemnes, sanos y sagrados, engolados ganadores de la flor natural del cuento y la mentira, esos más feos que Picio, que miran paseando ida y vuelta y lentamente su mirada hasta noventa grados y empostando la voz hasta llegar al éxtasis de la estupidez, ¿ya lo identificaron?, verdad que era simple… Bueno, este personaje del bajo y sucio mundo del “Melody”, pretende manchar honra y gestión con pregunta soltada al viento: “Cuidado con el Baguazo…· Vade retro Satanás, que tus escándalos y antecedentes, en todo orden de cosas, los conoce todo el Perú. 

Al parecer el engolado maestro de la mentira a perdido la memoria o las neuronas y ya sabemos por que, y no recuerda que es el autor e impulsor del Decreto Legislativo 927, ese que abrió las puertas para que todos los terroristas puedan salir libres a empezar de nuevo su insania, empezarán con Lori Berenson y seguirán Gálvez Olachea, Morote, Garrido Lecca y muchos más. Como señala Aurelio Pastor: “Toledo tiene que dar explicaciones al país. En vez de estar mirando la paja en el ojo ajeno, debería verse la viga, terrorista, comunista que tiene en el ojo, como directo responsable”. Que cinismo…

Bueno; sin embargo, hay despatarradas y despatarrados que comunican a veces mediante discursos de pie quebrado, algunos ni filósofos ni actores, metafísicos bien alimentados, lejos de las frivolidades de la lira y la escena. Existe para compensación, en muy escasas dosis, el ciudadano del mundo maestro de la homilética, inquietante puro en el bien, fulminante, de frases terribles como patriarcas del antiguo testamento, que disparan doctrinas con tal severidad, que cada palabra se convierte en una cátedra de sapiencia. 

Cicerón, pese a que nunca había dicho en público “piensodeque”, fue degollado por la crítica a la puerta de su quinta de Formio y, antes que su cabeza fuera exhibida en la tribuna del foro, la recibió la dulce Fulvia, que atravesó con un alfiler de oro aquella gloriosa lengua interrogativa. César, un orador gigantesco, cayó ante la estatua de Pompeyo, abatido por veintitrés puñaladas amigas. Demóstenes se envenenó mordiendo su pluma en el templo de Poseidón, que lástima que ya no hay plumas así. Y el dominico Savonárola, que también era un Cristo cabreado, aunque no de Velásquez, lo ahorcaron dos veces y lo quemaron después, para que no quedase la menor duda. ¿Que esperamos entonces que no hacemos lo mismo? No escuchan acaso a un conocido engolado, superficial, empostado y despatarrado hablando. 

La dizque elocuencia engolada y mentirosa, siempre ha sido peligrosa y harían bien algunos en disimular sus cualidades. El consejo: Mejor vulgares vivos que engolados muertos. Esperemos que este despatarrado profesional de la mentira, calle para siempre. Me dan arcadas…
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