Ha sido un acierto periodístico del diario EXPRESO dar ayer la primicia de la candidatura de Mercedes Aráoz a la presidencia de la República por el Partido Aprista Peruano. Anticipó un escenario que no sólo respaldaba las hipótesis de diversos medios sobre el particular, sino que también pudo situar la lupa de análisis encima de las posibilidades del alfil aprista, prematuramente desdeñado por los aspirantes favoritos: Luis Castañeda, Keiko Fujimori. Alejandro Toledo y Ollanta Humala.
Ratificamos nuestra convicción que la presencia de Aráoz en la disputa presidencial altera los planes de estos candidatos de manera neurálgica. Ella en sí misma es una carta muy poderosa que merece evaluaciones menos fariseas y frívolas como las que hasta ahora sólo aluden a su pretérito académico o belleza física. Felizmente el Perú electoral no es idiota, tiene una lógica que discierne la paja del trigo y conecta emocionalmente con quien transmite un buen mensaje.
Por supuesto no todo está dicho a las alturas de la primera semana de noviembre de 2010, cinco meses antes que concurramos a las urnas. Nadie la tiene segura y su escarceo en la querencia popular sólo araña porcentajes de base, no volúmenes definitivos de votos.
¿Cuál es el perfil de fortalezas y debilidades que tiene Aráoz? Lo primero es que ella gozó los últimos cuatro años de una exposición pública refrescante y técnica en cada una de las tres carteras ministeriales que le tocó ocupar. Demostró solvencia, conocimiento y convicción. Lo segundo es que afinó una relación muy interesante entre su capacidad profesional y la política, convirtiendo a ésta en un ámbito de realizaciones concretas de servicio público y no en un ring de definiciones ideológicas.
Lo tercero se vincula al tema de género que el 2006 –con la emergencia de Michelle Bachelet en Chile– parecía favorecer a Lourdes Flores, de no mediar sus propios errores de campaña. El triunfo reciente de Dilma Rousseff en Brasil devuelve la vista a las posibilidades de las mujeres, honestas y eficientes en el imaginario popular. Aráoz está en ese rubro.
Las debilidades también tienen luces de neón. El ejercicio político requiere un lenguaje especial, menos anquilosado en los jirones conceptuales de la economía y mucho más directo, quizás metafórico para que el pueblo entienda qué propone la candidata. No es lo mismo hablar a los alumnos de la universidad del Pacífico que a los comuneros de Chumbivilcas.
También debe aproximarse con profundidad y afecto al pueblo aprista, cuyos códigos resultan especiales y a veces complejos por su larga data en la historia política del país. El PAP debe ser un puño en respaldarla y arrinconar o expectorar a quienes anticipan zancadillas internas. Los “redentores” –muchos más bien resentidos– abundan en el partido de Haya de la Torre y seguirán siendo usados como tontos útiles del verdadero antiaprismo.
Finalmente, Aráoz debe dar cara a las imputaciones que –justa o injustamente– le atribuyen participación decisiva en el “Baguazo” y el recorte de las remuneraciones de las fuerzas armadas. Nada le servirá eludir o relativizar estos temas que serán bandera de sus opositores. Bienvenida a la pelea de fondo.
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