Bajo el lema “Todos unidos por un cambio global”, cientos de miles de personas ocuparon hacen unos días las calles de 950 ciudades ubicadas en 82 países del mundo, en la que puede considerarse la primera protesta planetaria coordinada del “movimiento de los indignados”. Convocados por los españoles del 15 M, los manifestantes buscaron las sedes emblemáticas de los centros financieros de sus países, como Wall Street en EE.UU., la City de Londres o el Banco Central Europeo en Fráncfort, para hacer explícita su repulsa contra el poder de la banca, el aumento de las desigualdades y la generalización de la precariedad a que está dando lugar la crisis económica.
Las primeras protestas tuvieron lugar en el este asiático, en ciudades como Sídney, Hong Kong y Tokio, pero las más numerosas tuvieron lugar en países europeos como Grecia, Italia, Alemania, Bélgica, Portugal o el Reino Unido.
La manifestación de los indignados romanos fue también la más numerosa de la UE, ya que pudo reunir a unas 200.000 personas, según los organizadores y los medios italianos.
Los incidentes comenzaron en Via Cavour, donde los grupos violentos prendieron fuego a varios vehículos y asaltaron tiendas, sedes de bancos y una agencia de trabajo temporal.
Los altercados continuaron en la calle Labicana, donde grupos de violentos arrasaron y prendieron fuego a dos plantas de una sede del Ministerio de la Defensa.
Obviamente que dentro de los indignados del mundo, están primero los jóvenes que protestan con justa razón y esa razón se llama simplemente juventud y nada más, pero también hay mediáticos, políticos aprovechadores, anarquistas, terroristas, oeneges, caviares, grupos de derechos humanos y mil más, pero existe uno que es verdadero “el indignado del mundo que repudia el liberalismo salvaje de la cultura de la muerte”, nacido del desfachatado y arrogante dinero proveniente de la “nueva economía de la usura”, el que tanto combatió el Beato Juan Pablo II.
Un día escuchaba en la televisión a un sacerdote que le había escrito una oración al “dinero“ y entre las líneas de la oración le pedía a éste, que en el enorme camino que le faltaba por recorrer, enmendase su triste rumbo para que sirviera como instrumento de humanismo sin política, que sirviese para comprar medicina para el enfermo, comida para el hambriento, que sirviera para pagar el desarrollo de la tecnología y ciencia, que contribuyese a la cura del cáncer, del sida, que no comprara armas para la guerra, que no pagase terrorismo, prostitución, drogas, que no corrompiera gobiernos, ni hombres, que no se acumulase en las arcas del avaro o sirva para la usura y la hipoteca bancaria fraudulenta, que sea un instrumento del bien al servicio del hombre y no convierta al hombre en un instrumento del mal al servicio del dinero.
¡YO TAMBIÉN ESTOY INDIGNADO…!
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