Por el Ing. Juan
Orlando Orrego Sevilla
El aprismo que Haya de la Torre construyo nació, en circunstancias en que
la nacionalidad peruana estaba grávida de su nacimiento en aquellos turbulentos
tiempos de la década de 20 en siglo pasado. Decía, Antenor Orrego, “… las condiciones económicas, sociales,
morales y políticas lo habían engredando en las entrañas mismas del pueblo…”. Haya
de la Torre, es a todos luces, función de su teoría y visión política, un
aglutinador no solo de masas, sino, es un político excepcional, es el punto de
convergencia de una generación que polariza el pasado en lo que tiene de vital
y el porvenir en lo que tiene de trayectoria humana.
El Fundador del aprismo fue un crítico permanente de su misma aportación doctrinaria.
Estudio y vio con admirable precisión el problema marxista de la revolución
indoamericana. Apartándose del sesgado análisis neo y pseudo académico, así como,
de lo libresco de esos análisis que siendo simplistas pretendieron mimetizar en
América la plantilla revolucionaria de otros continentes y realidades
distantes. Apartándose del verbalismo maquinal y automático del trópico que tendió
siempre a una imitación literal. Para ello, Haya de la Torre nos lego a todo
sus herederos no solo el sublime arte de lo político, sino también el estudio
permanente y serio de la realidad económica y social de nuestros pueblos, de
nuestros pueblos – naciones, solo así, la doctrina aprista puede encarna una
vasta fuerza liberadora multitudinaria de hombres libres y bien.
YO NO DISCUTO, YO HAGO
Haya de la Torre, nos educo para vitalizar permanente nuestra fe, renovar
nuestros convencimiento, si realmente quiere ser aprista, lo principal es ser
un hombre libre, un creador permanente que aspira a dar, a generar condiciones
a sus semejantes que les permita vivir con optima dignidad humana.
El legado de aprismo de Haya de la Torre puede simplificarse en el
renunciamiento de los vicios del placer normal de cualquier individuos social,
a la disposición siempre a rectificar nuestra fe y convencernos de nuevo de en
este hoy, así como, ayer que lo aprendido hará que nuestra lucha social
dignifique la condición humana de nuestro pueblo – nación. Porque, Haya desde
la inmensidad de su reposo eterno nos dice: ¡Que importa que no digan que no
hemos contradecidos, y que por nuestras contradicciones nos objeten y nos hayan
combatido durante 8 décadas, que importa que hayamos sufrido en el amor propio,
eso es nada, si tu lealtad nunca se ha roto y destella en el inmenso universo
de nuestro pensamiento! Matemos la vanidad y exaltemos el orgullo; matamos los
honores y exaltemos nuestra dignidad. El aprismo es creer, es crear y creer de
nuevo, es estar en aptitud para una nueva creación, una nueva renovación.
Compañeros aquí no hay revisionismo, ni claudicación; aquí lo que hay es aprismo
puro, porque, Haya no inculco a aprender a convencernos, a aprender también a
degollar nuestro convencimiento. Porque el único medio para renovar nuestra
creencia en el aprismo de Haya, es rejuvenecer y vitalizar nuestra FE, en base
al entendimiento nuevo del espacio tiempo-histórico, eso nos permitirá mantener
una eterna facultad creadora de espíritu aprista, porque el aprismo significa
libertad en toda su integra plenitud.
Por ello, el aprismo según hoy al recordar 117 años de natalicio del
fundador nos pide dejar de lado en el APRA, el fanatismo, egoísmo, el
sectarismo, el académico, el secuaz, el prosélito, porque son hombre malos que no
aprenden a converse de nuevo.
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