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Estudiante de Sociología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Secretario General Juventud Aprista Peruana Breña
CUA-UNMSM
A lo largo del siglo XX fueron apareciendo una serie de agrupaciones las cuales por medio de distintos planes y programas buscaban representar a la sociedad peruana dentro de la esfera política. El carácter ideológico de estos programas se distinguía uno de otro dentro de cada agrupación política, dependiendo la vertiente de la cual partían o la influencia que cada una de dichas agrupaciones abrazaba. Sin embargo, todos estos grupos tenían un fin común: direccionar la dinámica política del país.
Estos partidos políticos se identificaban con un sector específico de la población peruana y, por medio de sus programas o planes de gobierno, trabajaban en función de los intereses de aquel sector de la población que representaban. Al mismo tiempo muchos de estos partidos planteaban reivindicaciones para el sector al cual se valían, mientras que otros difundían propuestas para lograr mantener el statu quo de su tiempo. Tal fue el caso de los partidos de izquierda, los partidos oligárquicos de inicios de siglo XX como el Civil, el Demócrata, o los reformismos militares de los años 70, etc.
En este siglo se desarrollaron distintos procesos sociales que iban originando cambios en la dinámica de la sociedad peruana (migración, informalidad, centralismo, industrialización, urbanismo, litorización, etc). Estos procesos sociales fueron vistos por muchas agrupaciones políticas como una oportunidad de cobrar protagonismo y poder captar mayor atención de la población y, con esto, lograr un mayor número de seguidores. Por esta razón, muchos partidos tomaron como ‘banderas’ o como puntos reivindicativos tales procesos con el fin de tener una mayor presencia dentro de la esfera política. Lamentablemente para los partidos, estos procesos sociales que iban desarrollándose dentro de nuestra sociedad se tornaban cada vez más complejos. Nuevos grupos sociales iban apareciendo en los lugares de mayor concentración poblacional, básicamente en Lima, los cuales no se sentían identificados con los partidos políticos que destacaban en el escenario político, mucho menos con sus líderes, lo que generó un mayor aislamiento entre los grupos políticos y la nueva población que ocupaba lugares céntricos, producto de las migraciones.
Este hecho, sumado a diferencias surgidas entre grupos de una misma vertiente, que generó la división de la izquierda, la inexistencia de vínculo con la sociedad, colindando con la marginación de otras agrupaciones con los sectores más bajos de la sociedad peruana y el centralismo del que aún en nuestros días no ha logrado desaparecer, fueron la causa de que la población ajena a cualquier partido político o grupo de poder, le restara importancia a formar una cultura política dentro de su forma de pensar. Debido a que percibían que los líderes que decían trabajar por ellos en el fondo no los representaban, por lo que preferían seguir a líderes o caudillos que se encontraban fuera de este sistema de partidos políticos que se desarrolló durante estos años. Excepto el Partido Aprista que siempre tuvo un vínculo muy férreo con la población a nivel nacional. Es así que para fines del siglo XX, el populismo y la influencia neoliberal fue ganando terreno dentro del escenario político peruano, aprovechando el caos socioeconómico por el que pasaba el país durante las últimas décadas del dicho siglo. Esto causó que los partidos que en otros tiempos encabezaban cualquier lucha social, lograron tener presencia dentro de la sociedad, o incluso habían alcanzado el poder, poco a poco fueran perdiendo terreno frente a las nuevas formas de hacer política que se iban imponiendo en el país. Esta situación devino en una crisis general del sistema de partidos políticos, crisis de la que hasta ahora se pueden apreciar las secuelas ya que esta problemática aún no logra tener una solución concreta.
El centralismo vigente durante el apogeo de muchos partidos políticos continuó durante todo el siglo XX. Por esta razón, los vínculos entre estos partidos y los otros departamentos del país fueron casi nulos durante todos estos años, excepto el Partido Aprista con el histórico tercio electoral. Ciudades y comunidades de la sierra solo pudieron percibir la presencia del Estado o la existencia de partidos políticos en fechas específicas como campañas por elecciones o demás formas de populismo. Respecto a la Amazonía, el vínculo fue casi inexistente, situación que a la larga trajo consecuencias como los sucesos ocurridos en Bagua un par de años atrás y los que ahora podemos apreciar en Cajamarca respecto al problema minero denominado Conga.
Otro punto importante es el destacar el nivel que alcanzaron los partidos políticos peruanos respecto a su lineamiento ideológico. En este punto vemos como el surgimiento de organizaciones políticas de clase media que no representaban a los sectores marginados de nuestra sociedad, la división de la izquierda peruana desde los años 30, la cual trajo como consecuencia discrepancias entre militantes que formaban sus propias agrupaciones sumado al dogmatismo formado por facciones que solo se guiaban de las influencias foráneas, y la poca vinculación de un bando político u otro con los nuevos actores sociales que aparecieron producto de las migraciones, crearon un escenario adverso para el sistema político nacional. Además del prácticamente inexistente nexo de los políticos peruanos con la población, andina y amazónica dentro del país.
Todas estas acciones produjeron al iniciar la década de 1980 un panorama político marcado por una política centralista, marginación de los pobladores migrantes, una izquierda ya dividida y merodeos de un neoliberalismo que se establecería en definitiva tiempo después dentro de la política peruana, especialmente en el sector económico. Todo esto dentro de lo que significaría el retorno a la democracia por medio de las elecciones generales de ese año.
Es en esta década que se puede comprobar cómo el centralismo ya mencionado líneas arriba no le permitió al Estado ni al sistema político en general tomar medidas inmediatas al interior del país en los momentos en que la guerra interna ya se hacía sentir en comunidades campesinas de la sierra sur. La caótica situación del país hacia fines de los ochenta generó un total desinterés respecto a la política dentro de la población peruana, esto dio paso a otro elemento de análisis: la aparición de los denominados ‘independientes’. Analicemos cómo estos sujetos llegaron a ser vistos por la sociedad civil como la mejor alternativa dentro del aparato político peruano. Esta visión ya es correspondiente a la década de 1990, donde la figura de Alberto Fujimori llega a destacar dentro de este rubro, ya que su aparición como político independiente y su mensaje contra la forma de hacer política que lo antecedió fue bien vista por gran parte de los electores, al mismo tiempo que le permitía a la influencia neoliberal la libre entrada a la política peruana.
Este estilo de política independiente trajo, sin embargo, consecuencias negativas para el accionar de los partidos políticos, debido a que produjo una labor en muchos casos cortoplacista que se prolongó hacia otros gobiernos y partidos políticos en general. A raíz de esta problemática, se veía más productivo realizar acciones de momento, por ejemplo obras, para mantener contenta a la población o unirse a alguna coyuntura del momento con la intención de tener alguna presencia dentro del panorama político, respecto a los demás partidos. No les interesaba lograr un fortalecimiento ideológico dentro de la militancia de cada partido.
Un elemento que se incorpora en la escena política peruana fue la, cada vez mayor, participación de los medios de comunicación, los cuales tuvieron notoria incidencia durante el gobierno de Fujimori y, por poner otro ejemplo, tuvieron una participación por demás activa en las últimas elecciones presidenciales (Poder fáctico mediático).
Todos estos sucesos han generado que la dinámica de los actores sociales dentro de la política peruana, tanto los miembros de la esfera política, como los electores en general, se desenvuelvan en una dinámica cambiante donde en ocasiones se logra que la sociedad civil legitime el poder del Estado, mientras que en otras ocasiones, aquella rechace el accionar de los líderes políticos, actitud que es la que se viene manejando durante la última década.
La representación política y el colapso del sistema de partidos políticos.
Antes que hablar del problema de la representación política habría que tener bien en cuenta el denominado colapso del sistema de partidos en el periodo 1980-1992 que nos servirá como referente histórico para encontrar continuidades y rupturas en este nuevo ciclo partidario donde la lógica electoral/mediática prima en la competencia política. Los otros partidos que no se adaptan a dicho sistema, necesitan de alianzas para obtener alguna cuota de poder.
Una pregunta interesante de lo anterior sería porque la izquierda no apuesta a un proyecto de largo plazo para no tener necesidad de adherirse a un outsider y perder independencia pues esto sería un costo político que significaría aceptar los activos y pasivos de la gestión actual , pero en todo caso esto ya sería materia de otra investigación.
Aspectos teóricos a considerar
Los enfoques teóricos empleados para estudiar la crisis de partidos políticos y aspectos políticos en general son dos básicamente como el competitivo utilizado por politólogos enfatizando el análisis en los actores y el estructural enfatizando el análisis en fracturas históricas utilizado por sociólogos. Pero en el caso peruano hay un esfuerzo de aplicar un enfoque sintético, es decir que logre conjugar el análisis integral de la agencia y la estructura en los estudios políticos como se evidencia en el trabajo pionero de Lynch (1999).
Existen otros trabajos como los de Tanaka (1995), que intenta describir como se comportaron los actores políticos en un contexto de violencia política y crisis económica dándonos a entender que el colapso del sistema de partidos necesariamente no se debe a una mala representación política sino todo lo contario a un exceso de ésta, produciéndose una polarización perjudicial para la búsqueda de consensos necesarios para resolver los problemas del país.
El cambio de matriz sociopolítica estado-céntrico a mercado- céntrico nos da pistas de cómo los partidos políticos tuvieron que adaptarse al nuevo ciclo partidario tal como lo señala Tanaka (1995), y como esta modificará el tipo de representación política como lo señala Meléndez (2007), poniéndose en debate si sucede esto para bien o para mal de la vida política institucionalizada del Perú.
La llegada de los independientes señala Lynch (1999), hereda el elitismo de la representación política de los llamados partidos tradicionales como el PAP o el PPC, en un contexto predominante de la ideología neoliberal y el pragmatismo que hará homogénea la oferta política, es decir, sin diferencias ideológicas contundentes remarcando los liderazgos personalistas de los partidos políticos. Se manifiesta un aggiornamiento del aparato ideológico que logra crear intereses sociales compartidos pero que en este nuevo contexto lo predominante es el aparato pragmático asociado a cuestiones de imagen, apoyo de tecnócratas entre otros.
Frente a esto y a los explosivos conflictos sociales que estallaron en Cajamarca, Andahuaylas y Ancash al mismo tiempo y las reacciones del gobierno y los desencuentros dentro del Ejecutivo nos avizora los problemas de formar visiones comunes para el desarrollo del país y el efectivo funcionamiento de los partidos políticos en la representación política.
Los partidos políticos al representar intereses sectoriales supuestamente cumplen su labor representativa pero al cambiar la lógica de representación de movimientista a mediática es que surgen los problemas a los cuales es necesario detenerse a analizar.
La lógica mediática si bien es cierto es ahora la reinante. La cuestión es que esta representatividad no logra efectos positivos en las zonas rurales o alejadas de la capital del país. Teniendo en cuenta los procesos de descentralización llevados a cabo, me arriesgaría a sostener que la aparición de caudillos provinciales o la presencia de los dirigentes de frentes de defensa en las regiones han ocasionado cuestionamientos al gobierno central hasta estos momentos como se evidencia en los conflictos sociales ya mencionados.
Por lo tanto es necesario contar con partidos políticos que tengan presencia en las regiones y no solo en Lima, ello es una de las consecuencias de una lógica mediática que prioriza lo superfluo dejando de lado la agenda pública a su propia disposición, generándose así una desconexión programática-ideológica de los diferentes grupos sociales.
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