Escribe c. Mauricio Mulder
Agobiados por las evidencias cada vez más firmes de la estrecha vinculación con el montesinismo a través del afer López Meneses, así como por la lluvia de pruebas que determinan cómo el señor Ollanta Humala recibió millones en dinero y oro por parte de los mineros ilegales, el Gobierno vuelve a la estrategia del ataque artero y procaz contra la oposición.
Para ello se ha valido de un hombre enfermo, enfermo del alma. Un sujeto que por hacer de solícito mandadero de la Primera Dama, ocupa nada menos que un ministerio. Un pobre hombre que cuando se ve en el espejo en las mañanas, solo puede atinar su desgracia solitaria de ser lo que es. Hay que compadecerlo. El solo hecho de tener que cargar un alma tan miserable, no deja de ser suficiente desgracia como para que sea siquiera mencionado.
Ya pagará sus culpas. Eso no es lo importante. Lo realmente sustancial en el Perú de hoy es que aunque los resultados electorales hayan profundizado la atomización de la vida política del país, el Gobierno y su prensa adicta reiniciarán su campaña de destrucción contra los partidos políticos en el marco de su siempre evidente propósito de socavar la institucionalidad política y social del país.
Las paparruchadas del ministro destinado al purgatorio eterno solo son cortinas de humo para tapar dos cosas: que ya se oficializó por parte del BCR la incapacidad total de este gobierno en su pésimo manejo económico y su absoluta orfandad electoral, tanto en lo concerniente a las elecciones del 5 de octubre como a las del 2016.
Ni aunque logre tener un espantapájaros como candidato, el "partido" nacionalista se salva de la muerte. Siendo un partido de derecha que llegó con lenguaje de izquierda, ¿quien en sus cabales podría votar por ellos? La izquierda verdadera los aborrece por traidores, y la derecha solo ruega que pasen los días hasta el fin de su mandato sin que la embarren toda.
Hagan lo que hagan, ya los actores principales del 2016 se ubican en escena. Podrá sin duda sumarse algún espontáneo, pero todos sabemos que ya los principales roles están ocupados.
Por eso lloran y atacan, pero no asustan a nadie.
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