Por Néstor A. Scamarone M.
Estas elecciones Municipales y Regionales, han sacado a relucir algunas miserias humanas como diría Honorato de Balzac; obviamente que estas miserias no son sólo patrimonio del Perú, ni me asqueo como lo haría Gonzales Prada, pero me da pie a enredarme en los siguientes comentarios de nuestro malsano vivir político “actual” y donde reina el adagio: “no importa que robe, si hace obra” o mejor ese otro de André Malraux: “La gente elige a los gobernantes que se les parece”. Me dan arcadas…
Existen algunos términos como: bolas, soplan vientos, no sabes la última, te cuento, para designar al chisme y a su madre la difamación, incluso hay muchas otras formas de hacerlo pero el resultado es el mismo, el daño moral a las personas. "Todo chisme es una infidencia, y toda persona que lo cuenta, de manera consciente o inconsciente es un infidente que refleja y tiene obviamente una conducta patológicamente envidiosa" Sic, señala el psicoanalista George Kantor y agrega, "Una persona que este llena de envidia probablemente va a ser más chismosa" Sic. El chisme es con frecuencia la respuesta hostil contra la persona exitosa. Apenas alguien tiene éxito, se llena de habladurías y chismes a su alrededor, lo cual explicaría la multitud de chismes acerca de personajes de la política, del espectáculo o de la actividad pública o privada.
El psicoanalista Moises Lemlij añade que "El chismoso divulga en sus mensajes sus propias carencias, de ahí que el chismoso desconfía de todos y para él todos son malos, no tiene fe ni en lo que escucha y menos en lo que tiene o ve". Es obvia la envidia que exhibe al tratar de disminuir al personaje central de su rumor, pero esta envidia se transfiere como una cadena de quien difama a quien escucha la difamación; más aún, el “mal hiriente hablado” señala que él no lo es y siempre le echa la culpa a otro de sus calumnias, es una manera de lavar su pecado.
Lemlij dice que "El chisme está originalmente vinculado a la envidia, a la frustración sexual, al anhelo oscuro de lo prohibido y perturbado "Sic. El chismoso envidia la belleza, el éxito, el dinero, la inteligencia, los deseos ajenos, es tan, pero tan patético, que llega a envidiarse así mismo al comparar el pasado con el presente o viceversa.
El sicólogo Wilhem Nugent opina que la envidia con calumnia o difamación ataca de dos maneras básicas; por un lado "Es una comunicación informal que adquiere mucha fuerza cuando fallan los canales formales; cuando hay censura o poca transparencia. Y por otro lado cumple una acción de vulgarizar lo que el envidioso no puede alcanzar" Sic.
Como el envidioso busca torpedear el éxito ajeno, los temas del envidioso son por lo general, aspectos denigratorios o vergonzantes. Apuntan a lo más vulnerable de la intimidad de las personas: lo sexual, lo amoroso, lo secreto, lo violento y lo que escapa a las convenciones de las buenas costumbres y los modales y obviamente todo lo ve corrupción. Los temas favoritos son tragedias personales ajenas, los traumas que se quieren ocultar, la conducta sexual íntima de la persona o alguna falta; con frecuencia se busca empañar un éxito profesional, económico o intelectual, con alguna acción deshonrosa que se la lanza a lo público, sea esta verdad o mentira. La envidia en grupos humanos de fines comunes, familiares, profesionales, clubes y en especial grupos políticos, son doblemente dañinos, porque en estos casos la envidia va cargada de odios íntimos y traumáticos, asesinándose en silencio con la palabra y el pensamiento.
El envidioso y chismoso, es el resultado de una patología genética o creada con el tiempo, producto de la envidia y el odio generacional familiar inconsciente; según los especialistas es una persona que se siente insignificante. que cree crecer al hablar de un importante que de manera consciente y lo más grave inconsciente, busca denigrar a los demás debido a su envidia.
Es fácil darse cuenta si una persona es envidiosa y difamadora, por que tan pronto habla, demuestra una habitual y total desconfianza en todo y en todos, ocupa los centros de conversación y patéticamente disminuye al que tiene a su lado o lejos, para darse importancia.
En muchos casos el “chismoso-envidioso” es el resultado de frustraciones insanas que necesitan de atención psicológica, de ahí que la difamación del envidioso puede ser realmente contagiosa, esto es fácil apreciarlo en determinados pueblos, grupos, sobre todo en la familia, amigos o en la política, donde se hace más nociva la envidia, por cuanto el envidioso pone fácilmente en evidencia las características malsanas de su personalidad.
A comienzos de siglo el chisme como dice Ortega y Gasset, se institucionaliza e industrializa de vergüenza y camina de los pueblos y provincias a las grandes urbes arrasando de tal manera con las buenas costumbres que se pierden los valores ideales, nace el anarquismo de los conceptos morales. Posterior a las grandes guerras el chisme y su madre la difamación, se va cargando de odio y después de envidia, con esto no queremos decir que antes no existía la envidia y el chisme, no, lo que tratamos de decir es que estas guerras desgarraron lo consciente moral que tenía el hombre y pierde los controles sociales.
El “envidioso-chismoso” es inicialmente aceptado, pero siempre va a terminar aislado de manera física o aparente, nadie en el fondo confía en él; vale decir sólo lo soportan por convencionalismo social, pero en el fondo se le repudia.
Es necesario educar a nuestra población desde el estado, la familia y la iglesia y los partidos políticos, contra una cuasi difamación constante, que es la envidia y el chisme, así tendremos mejores ciudadanos que confíen y ayuden a su prójimo en la razón de existir y convivir en tolerancia y hagan del mundo un lugar feliz y sobre todo confiable y habitable para su desarrollo y progreso, con fraternidad y sobre todo, con amor al prójimo quizás mas que así mismo…
Quizás una utopía…
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