miércoles, octubre 01, 2014

LAS MUERTES DE ALAN



Por: Víctor Andrés Ponce
(1 Oct 2014)

¿Se acaba el ciclo alanista en el Apra y se inicia uno nuevo con Enrique Cornejo?


El papel destacado de Enrique Cornejo durante el último debate de candidatos a Lima, sobre todo, mediante el cuestionamiento a una propuesta de Luis Castañeda, ha llevado a algunos a proclamar que el buen papel del candidato aprista lo ha convertido en la carta segura para enterrar el liderazgo de Alan García. Una vez más, las pasiones, la fuerza de los anti, impulsan la propaganda y subordinan al análisis.

Nadie puede negar que Cornejo es un buen político, pero de allí a sostener ese tipo de conclusiones hay una gran distancia. El Apra es quizá el último refugio de las viejas escuelas partidarias, donde es difícil convertirse en el segundo: Jorge del Castillo, Mauricio Mulder y Javier Velásquez son generales con mérito propio.

Pero lo que deja boquiabiertos a cualquiera es que el clásico antiaprismo, que le hizo tremendo daño a la política en el siglo XX, parece metamorfosearse en antialanismo. Es evidente que hasta el 2016, las naturales diferencias entre los jefes de Alfonso Ugarte serán sobrevaloradas con el objeto de afectar a García. Sin temor a equivocarnos el actual líder de Alfonso Ugarte es quizá el político moderno que más veces ha sido declarado cadáver por sus oponentes. Sin embargo siempre ha salido bien librado de las adversidades. Todo esto debe enturbiar más a la reacción antialanista.

Si las cosas van en ese sentido, entonces, los peruanos caminaremos al 2016 con dos anti desplegándose en la campaña electoral. Los observadores y analistas desapasionados reconocen que Keiko Fujimori y Alan García tienen enormes posibilidades de disputar la próxima segunda vuelta nacional. El antifujimorismo y el antialanismo nacen del mismo sector de la élite del país. No se necesita  tener ojo avizor para percatarse de que detrás de un militante del antifujimorismo hay un potencial antialanista. ¿Cómo explicar esta situación?

Todo parece indicar que una parte de la élite peruana mantiene la misma vocación por el poder público de antaño, pero con la crisis de la política, de los partidos, y de la representación, han perdido las herramientas para disputar el espacio público. Hoy, ese sector puede apoyar a la izquierda o la derecha de manera indistinta, pues el sentimiento anti prima sobre las ideologías y los alineamientos programáticos. Algo de eso hemos visto en el sorprendente apoyo a Susana Villarán de grupos con idearios absolutamente encontrados con los de la alcaldesa. Un tema para la reflexión y la sociología.

Pero retornando a los predios de Alfonso Ugarte. ¿Se puede hablar del fin del alanismo cuando García se ha convertido en la locomotora electoral irreemplazable luego de la muerte de Haya? Suena a locura. ¿Se puede vaticinar el entierro de Alan luego de que el líder aprista apaleara al oficialismo en su intento de inhabilitarlo hacia el 2016? No es posible. A medida que avance el calendario electoral la figura de García crecerá en densidad y potencia política y entonces los militantes del partido del anti tendrán que optar entre el antifujimorismo y el antialanismo.

Y, por esas cosas absurdas de la historia, García, una víctima de las guerras de religiones encubiertas del país, solo le podrá ganar a Keiko si es que logra representar el sentimiento antifujimorista de la sociedad. Quizá por eso Alan no ha dicho nada frente a la reacción de Mario Vargas Llosa, quien acaba de resucitar curiosas teorías sobre la genética y la libertad.
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