Escribe c. Victor Raul Huamán,
aula_magna@yahoo.com
Será muy difícil confiar en quienes postularon el 2011 la bandera de “La Honestidad, para hacer la Diferencia”. Hoy esa frase se define como “burla”, especialmente cuando el gobierno conyugal desea resucitarla en sus declaraciones.
Las últimas presentaciones, no solo las desatinadas y desesperadas de Nadine Heredia y Ollanta Humala, sino de los ministros y funcionarios, producen compasión ante un escenario desolador y bombardeado de escándalos: Caso la centralita y César Álvarez de Áncash, financista y aliado del gobierno actual; protección del cuello y corbata de Alejandro Toledo y familia o a Heriberto Benítez, haces de la corrupción institucionalizada en el propio ejecutivo y dentro del Congreso; contratos con el Estado ganado por el testaferro Martín Belaunde Lossio y asiduos visitantes de Palacio de Gobierno; el Caso Luis López Meneses, hombre de confianza del actual gobierno y otrora soplón del fuji-montesinismo, quien gozó de protección domiciliaria policial ordenado por el propio gobierno; Ministro de Justicia Daniel Figallo, víctima fortuita por encargado de la pareja presidencial con la misión palaciega de blanquear la “colaboración eficaz” para cabecillas de la organización mafiosa para delinquir.
Ahora, el escándalo cunde tras la principal operadora política del gobierno, Nadine Heredia, quien se hace elegir Presidenta del Partido Humalista, como “digna” exponente femenina de su organización. Pero el cercano final del poder exige algo más que ese simple tanque de oxígeno interno; es decir, que no la inhabiliten judicialmente como postulante al congreso. Ya no es hora de twittear “¿Es tan difícil caminar derecho?”
Duro y fuerte es decirlo, pero si realmente queremos librar al país de las prácticas corruptas, la justicia debe ser para todos “Caiga quien caiga”, como titula su libro José Ugás, en el cual describe lo brutal y sórdido que le significó colisionar con las prácticas del fujimorismo con la Ley en la mano, entonces en calidad de procurador.
“La borrachera del poder” se agotó. Viene la resaca, en medio de un escenario inesperado e infeliz para la política criolla nacional. Por ello, me atrevo a darle unos concejos al gobierno conyugal: Uno, entreguen a Martín Belaunde Lossio porque ustedes saben dónde está, al encargar al Ministro de Justicia y nada menos que al Fiscal de la Nación, las gestiones para entrega voluntaria siempre que se acoja a la “colaboración eficaz”; segundo concejo, si algo de dignidad le queda a la persona humana llamada Daniel Figallo, no permitan que se humille más, presentándolo ante el Congreso para que lo interpelen; tercer concejo, si les queda algo de arrepentimiento, confíenselo a Don Isaac Humala, autor y mentor de ustedes, y pregúntele dónde estuvo el error.
Pero en todo este laberinto, debemos mencionar la palabra “esperanza” en la valentía que honra a la mujer peruana, a la madre y a la honestidad profesional. Me refiero a la procuradora Yeni Vilcatoma de la Cruz, que se atrevió a denunciar a un Ministro de Justicia hoy impresentable.
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