Alfonso Baella Herrera
La incontinencia tuiteril del ministro Daniel Urresti se ha convertido, aparentemente, en lo más importante para el país. Ayer, los diarios de la capital del Perú tenían a Urresti otra vez en sus portadas. Los noticieros volvieron a abrir sus informativos con él; y no hay quien no opine sobre su actuación. Urresti ha logrado unir a todos tras de sí; no importa si para hablar bien o mal. Más importante aún, ha logrado desviar –con mucha eficiencia– la atención sobre el asunto más delicado: Martín Belaunde Lossio y sus vínculos de poder económico con la pareja presidencial.
A estas alturas lo que queda claro es que Urresti sirve para distraer, para llenar espacio en los medios y para, de paso, decir a los enemigos políticos de Nadine y Ollanta, lo que ellos por “decoro” no se atreven a decir. Hay una suerte de ventriloquía para hacer y decir pero detrás de un fajín ministerial.
Por eso, por encima de lo execrable en su conducta hay una explicación que demuestra la lógica. La foto de Alan García junto a seis damas, identificadas con nombre y apellido; pero además con apelativos como “La previa”, “La firme”, “La trampa”, “Amiga con derecho”, “Choque y fuga” y “En la banca”, siendo una absoluta vergüenza, representa una provocación hacia los medios y la oposición. Busca generar polémica, titulares y llenar espacios. En esa dirección todo es bienvenido.
No se explica de otra forma como la obra teatral “La cautiva” ha merecido la investigación, al final de sus varios meses de presentación en el teatro Usil de Larcomar, por parte la Dirección contra el Terrorismo, Dircote. Esta puesta en escena es, según los críticos, una de las mejores del 2014 y por eso lo insólito de la presencia del ministro del Interior en estas pesquisas por un supuesto delito de apología al terrorismo. La idea no es, por cierto, buscar o encontrar terroristas sino generar titulares y ocupar tiempo en los noticieros; y seguir, obviamente, en esta estrategia del tonteo.
Lo que no puede ocultar Urresti es que nunca hubo orden de captura internacional contra Belaunde Lossio y que, hoy día, tampoco existe. Lo cierto es que Belaunde Lossio puede, si quiere, salir de Bolivia y viajar a cualquier país como Venezuela o Cuba. La web de Interpol es la mejor prueba de la complicidad.
Y, cuando el ministro Urresti lanza la frase “la policía investiga y no acusa”; lo que está haciendo es enviar un mensaje subliminal a todos los opositores para que sepan que, precisamente la policía que él manda, puede hacer “todo” lo que Urresti ordena. El director de Perú 21, Juan José Garrido, escribió el lunes pasado en su editorial que le escribían correos insultantes, le hacían llamadas amenazadores a su casa y lo conminaban, en nombre del ministro, a dejarlo “en paz”.
Y todos los que navegamos por internet y osamos molestar a Urresti ya hemos recibido decenas de tuits y posts basura de los “súbitos” fans defensores del ministro. Insultan y amenazan con una prepotencia que trae reminiscencias. ¿A quién debemos pedir protección frente a esto?¿A Urresti?
Por eso, cuando lo escuchamos pedir perdón nos parece falso. No le creemos. Es una nueva cortina de humo. Aquí hay algo mucho más grande, gordo y oscuro. El ministro podrá molestarse e insultar pero eso, es clarísimo, sólo oculta incapacidad y complicidad.
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