sábado, enero 23, 2016

ALAN: comienza la leyenda


Por Daniel Parodi Revoredo
Candidato al congreso por Lima
Alianza Popular
@parodirevoredo

El año 2000 nadie dudaba de que Alan García no volvería a ser presidente del Perú. Los números que nos dejó su primer gobierno así lo hacían presagiar; no importaba si la crisis se gestó durante la dictadura de Velasco, ni tampoco si el terrorismo hacía imposible la inversión extranjera: lo que vivimos requería un culpable y ese no era otro que el dos veces mandatario.

Pero su discurso en una abarrotada plaza San Martín, el 21 de enero de 2001, apenas volvió a pisar territorio nacional, le hizo comprender a los más escépticos que el escenario sería distinto. El joven líder de los años ochenta se había convertido en un político maduro y no había perdido conexión con las masas, ni tampoco con sus sueños, como los de Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

Sin embargo, en 2001 fue Alejandro Toledo quién ciñó la banda presidencial tras derrotar al líder del APRA en ajustada segunda vuelta. Entonces el país premió el tesón con el que el “chacano” le hizo frente, en las calles, a los estertores de la dictadura fujimorista.

En 2006 García volvió a intentarlo y lo logró. Se ha dicho que su triunfo se debió al anti-voto contra la versión radical de Ollanta Humala pero a la segunda vuelta Alan llegó solo acompañado de su partido -igual que en 2001- remando, arremetiendo, clamando la segunda oportunidad que esta vez el pueblo sí le brindó.

El segundo gobierno de García fue la antítesis del primero. Si de 1985 a 1990 nos dejó las peores estadísticas, de 2006 a 2011 le regaló al Perú los mejores resultados de toda su historia republicana. A la cabeza de la flota victoriosa lucíase vistoso el buque insignia: ¡la pobreza se había reducido 20 puntos en apenas 5 años!

"¡Ay Perú! que tratas a tus hijos como a entenados" (Inca Garcilaso)

Los reconocimientos a la exitosa gestión vinieron más de fuera que de adentro. El más notable fue el del presidente norteamericano Barack Obama quien dijo: “Yo pienso que el Perú tiene una extraordinaria historia de éxito los últimos años, inclusive el año pasado (2008), en medio de una severa recesión mundial, hemos visto que el Perú estaba preparado para resistir y yo pienso que esto es un testimonio del liderazgo del Presidente (Alan García)”.

Por desgracia, en 2011 nuestra siempre volátil izquierda logró endilgarnos un aventurero en Palacio. Además, hábilmente intuyó que en 2016 el exitoso García querría regresar para completar su labor, máxime si la pareja Humala-Heredia resultó de tal improvisación que frenó en súbito el crecimiento que el país se había labrado los últimos 20 años.

De allí la guerra sin cuartel desatada contra Alan y la mezquina pretensión de ningunear la única oferta institucional en el agitado mar de nuestra informal política. Así pues, no importa si los dos partidos históricos con los mejores cuadros han unido fuerzas a través de la Alianza Popular para ofrecerle al país una opción de gobierno responsable, “la cosa es que García no vuelva”, así de simple.

Nadie puede vaticinar cuál será el resultado de las elecciones del 10 abril, lo que sí les garantizo es que los textos escolares de las próximas generaciones hablarán del presidente que exitosamente volvió al poder para enmendar las cosas y, quien sabe, del mandatario que en su tercer gobierno enrumbó el desarrollo del país con miras al bicentenario. No se equivoquen: la leyenda de Alan García recién comienza.


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