Fundamento político del Aprismo, Democracia funcional y Estado aprista
Dando a cada trabajo su rango y a cada trabajador su dignidad —por la educación técnica por el mejoramiento económico, por la cultura general y especializada—, el ciudadano forma parte de una democracia no sólo porque llega a los 21 años sino porque coadyuva a la vida económica y social del Estado. En otras palabras su participación en la Democracia no es meramente cuantitativa sino cualitativa, no es de exclusivo tipo político o cívico sino simultáneamente social económico y funcional.
Pero como no es individualista el sentido de la Democracia funcional, sino colectivista, cooperativa y sindical, el trabajador se organiza, de acuerdo con su función económica en sus sindicatos u organismos gremiales que adquieren una eminente dirección educativa, que preparan cultural y técnicamente a sus miembros y que, en este aspecto son secundados por una vasta organización educacional del Estado, que debe destruir todas las vallas económicas que se opongan a la máxima capacitación general y especial de todos los ciudadanos.
Así, la Democracia funcional —basada en dos principios apristas esenciales: la dignificación de todos los trabajos por el mejoramiento material y la cultura del trabajador, y su participación en la vida del Estado por la función que desempeña—, establece las normas del Estado aprista que, en su enunciación general y primaria fue llamado por Haya de la Torre Estado Antiimperialista en su ya citado libro El Antiimperialismo y el Apra (1928).
El Estado aprista, nacionalista o antiimperialista es la expresión o el organismo de educación, de defensa y de gobierno de las tres clases sociales mayoritarias que el Aprismo organiza, vale decir, de la Nación. El Estado aprista dejará de ser el Estado feudal, instrumento de las clases terratenientes o gamonales que rige desde la Independencia, convertida más tarde en instrumento total o parcial de los imperialismos económicos extranjeros. El Estada Aprista que no será ya de tipo retrógrado y extranjerizante, deviene Estado Nacional, social y económicamente representativo de las clases que forman la mayoria de la Nación.
El Estado Aprista no es un Estado ((de clase)) como el Estado burgues-democrático europeo clásico a demo-liberal socializante; como el Estado ((de clase)) proletaria, también europeo, del totalitarismo comunista, o como su pariente el Estado ((ídolo)) del totalitarismo fascista.
El Estada Aprista, democrático pero funcional, es un Estado de mayorias, de las tres clases que son fundamento social de la economía de un país, indoamericano como el Perú, incipientemente desarrollado, que tiene en su seno un fuerte y predominante capitalismo extranjero y que debe organizar su vida política a base de un nacionalismo antiimperialista guardador de su independencia frente a cualquier amenaza de colonización económica.
Al mismo tiempo es un Estado-educador, un Estada-escuela, un Estado-docente y reivindicador que supera la etapa del Estado-patriarca gobernado como un latifundio, a la del Estado-militar gobernado como un cuartel. El Estado Aprista alcanza una categoria superior y magistral de entidad directora y educadara, técnicamente organizada y vigorosamente asentada en la conciencia nacional —por su autoridad moral, por su sentido social, por su respeto a la libertad religiosa y política y por su alta solvencia espiritual.
Se ha afirmado por algunos adversarios del Aprismo y aún por críticos más a menos serenos, que el Estado Aprista implica una resurrección del Estado Imperial del Perú incasico y que el movimiento todo tiene una inspiración indigenista y anti-blanca. Pero esta afirmación es infundada. Si bien el Aprismo preconiza la incorporación del indígena, heredero de la raza que formó el gran imperio peruano de los incas a la civilización y cultura modernas, y toma como base de su cooperativismo agrícola la comunidad incásica aún vigente, esto no quiere decir que sea un movimiento racial indigenista. Es verdad sí, como lo afirma Catharine Parr en su libro South America Primer (New York, 1939), que el Aprismo es la única esperanza de segura reivindicación espiritual y material para la raza indígena que formó parte del Imperio pero esto no quiere decir que sea un intento de imposible resurrección.
Desde el punto de vista étnico, la concepción del Aprismo da a nuestros pueblos su verdadera categoria mestiza. En nuestra cultura, en nuestra organización social, se funden las razas autóctonas con las que llegaron y llegan de fuera al continente indoamericano. En el Perú, imperial —y no imperialista— predominaron sólidas virtudes sociales y durante cinco siglos sobreviven organizaciones celulares de la vida colectiva, como la comunidad, cuya existencia e importancia no es posible desconocer. Haya de la Torre en su libro Normas Apristas explica el significado indoamericano del Perú imperial, ya como centro del Tahuantinsuyo, ya como núcleo del virreinato español, ya como campo de culminación de la epopeya de la independencia que en Bolivar fue ((sueño imperial de libertad)). Y de esas tres clases de la historia indoamericana es síntesis de experiencia y de interpretacion la filosofia política y social del Aprismo.
El Estado Aprista será, así, la expresión de un movimiento nuevo y liberador que incorpora en su organización a todos los valores permanentes étnicos, sociales, económicos y espirituales que forjaron nuestra historia y que son base para la acción fecunda del futuro.
Ediciones de Cultura Hispánica Madrid, 1988
(*) Fragmentos del folleto que, con ese título, fue publicado por el ( Buró de Redactores de Cuadernos Apristas). El autor fue Haya de la Torre. junio de 1940. Reproducido de Qbras Completas, t. I, pp. 274-290.
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