:: JAVIER BARREDA JARA ::
Este triunfo del APRA fue producto de una complicada ecuación de circunstancias y voluntades políticas. Fueron decisivos el liderazgo y el discurso reivindicativo de Alan García, pero también se evidenció la fragilidad política de sus oponentes y la debilidad orgánica de los otros actores. Esta fragmentación genera un mandato: no es posible gobernar un país social y políticamente fragmentado sin compartir el poder.
En 1985, el APRA no requirió de una alianza. “…Eramos todo” y nos percibimos imbatibles. Fue un error. Hoy es otro momento y urge de alianzas para gobernar. Pero si esto es así, ¿por qué la alianza es con el bloque liberal, independiente o que otros llaman “conservador” y no con la (autodenominada) izquierda? Simplemente porque la izquierda en el Perú no existe como gran actor político y los rezagos de lo que fue no son garantía de gobernabilidad (salvo excepciones) y progreso. La actitud conservadora y obstruccionista del SUTEP ante la evaluación docente y la poca permeabilidad de algunos voceros de la CGTP para lograr consensos de avanzada en el debate laboral son muestra de la inmensa distancia de estos sectores con las necesidades concretas del Perú de hoy.
El APRA no es mayoría, y mientras que esto sea una realidad, debemos impulsar reformas institucionales y sociales que generen bienestar en el marco de consensos –incluso con los opositores. En los años 80 había izquierda, ahora no la hay, y sus rezagos no se sacuden de fobias o anclajes ideológicos. Antes, muchos empresarios y los liberales no advertían los excesos del neoliberalismo, ahora –sin negar la existencia de núcleos muy retrógrados– reconocen la necesidad de incluir y distribuir.
Garantizar inversión para crecer y generar empleo digno, reformar el Estado descentralizándolo y redistribuir mejor la riqueza y las oportunidades, son pilares de la agenda que ha propuesto Alan García en esta segunda prueba. Son primeros pasos Sierra Exportadora, Agua para Todos, el programa Mi Empresa y el relanzamiento de Construyendo Perú. En el 2007 se lanzará diversas iniciativas de empleo juvenil, se integrarán los programas sociales y se afianzará la lucha contra la pobreza, se municipalizará paulatinamente la educación, se consolidará la simplificación administrativa y la austeridad. Además la comisión para la reparación a las victimas de la violencia tendrá sus primeros frutos. De ahí que nuestros desafíos son un buen gobierno concertado y modernizar el APRA. Convocar a los más capaces ciudadanos apristas y no-apristas para gestionar y perfeccionar los mejores cuadros partidarios en la responsabilidad pública actual y mediata. Ser consecuentes con nuestra vocación social, pero a la vez ser conscientes de que no podemos imponer nuestro libreto a los “otros” (que son mayoría en el país). Son dinámicas reales, paralelas, complementarias y no excluyentes, que requieren de una conducción política diseñada para ello. De seguro existen costos y dudas, pero ello también es parte de una política de realidades.
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