domingo, enero 28, 2007

Chávez enredado en el destino de Cuba

Por Luis Ortega - Estados Unidos

Se dice en Venezuela que lo mucho que ha logrado Hugo Chávez en su ascenso al poder se lo debe a su amigo José Vicente Rangel. Lo cierto es que Rangel, un hombre inteligente y honrado, fue durante muchos años en Venezuela un eterno aspirante al poder. Nunca logró acercarse, pero logró destacarse por su trabajo periodístico. Llegó un momento en que parecía que Rangel había olvidado sus aspiraciones al poder. Cuando el presidente Caldera dictó una amnistía que le dio la libertad a Chávez, al poco tiempo el hombre se fue a Cuba y Fidel lo recibió con honores. En el cuadro político de Venezuela Chávez era solamente un Teniente Coronel ambicioso que había fracasado en un intento de golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez.
Fue entonces que, al regresar a Venezuela, se produjo el empate entre Chávez y el entonces periodista José Vicente Rangel. Es posible sospechar que Rangel supo educar un poco a Chávez en las cosas de la política. Chávez era entonces un diamante en bruto. Rangel cargaba con sus fracasos políticos en aquellos tiempos pero disfrutaba de gran prestigio por su prosa franca y clara. Tenía fama de ser un hombre honrado cuidadoso. La unión con Rangel marca el inicio del prestigio político de Chávez. No hay dudas de que le fue muy útil. Tal vez le corrigió algunos disparates que solía emitir en sus discursos. Es posible que le haya escrito algunos. Fue el mejor consejero que pudo lograr Chávez. No pudo Rangel transformarlo totalmente, pero lo pulió un poco. A estas alturas, después de años bastantes, Chávez, cuando abre la boca, cae casi siempre en ásperas groserías. Sin embargo, mientras estuvo bajo la dirección de Rangel, cuando todavía conservaba cierta humildad, el hombre logró controlarse un poco.

No hay duda de que Rangel es un maestro de la política. A lo largo de muchos años sus artículos eran lo más importante de la prensa venezolana. Era directo y honesto en sus juicios. No logró llegar a la presidencia porque la política venezolana, en aquellos tiempos de democracia, era turbia y un poco soez. Era la época de la barbarie de Acción Democrática y Copei. Entre ambos partidos se repartían los honores y el dinero. Un candidato del nivel intelectual de José Vicente Rangel no encajaba en aquel mundo. Es hasta posible que Rangel se haya puesto al servicio de la aspiración de Chávez pensando un poco cínicamente que el sujeto encajaba en el ambiente venezolano, que era áspero y rudimentario. No se equivocó. Lo cuota de primitivismo que había en Chávez lo capacitaba para el cargo.

Lo cierto es que Chávez y su maestro, Rangel, marcharon agarrados de la mano. Se puede sospechar que en la intimidad Chávez era dócil. Rangel, cauteloso. Pero, con el decursar del tiempo, Chávez ha crecido. Ya Rangel está pasado de años. Chávez está cargado de sabiduría elemental. Por eso, ahora, recientemente, el presidente decidió tirar a Rangel por la borda. Ya no es el vicepresidente. Está en el medio de la calle. Una foto reciente, publicada en la prensa americana presenta al presidente Chávez hablando ante sus nuevos ministros, que ya son 27. Quitó a Rangel de la Vicepresidencia y puso a un sujeto que se parece un poco al presidente en lo primitivo. En la foto se ve a Rangel en una mesa, serio y pensativo. Al otro extremo de la mesa aparece, tal vez, el nuevo Vicepresidente . Y detrás del grupo se ve una pared enorme, muy grande, en la cual un pintor generoso ha dibujado un gigantesco rostro de Chávez, con sus labios gruesos, excesivos, y sus ojos entornados de animal receloso. La escena transmite una sensación de patetismo. Ya Chávez se ve a sí mismo como un gigante de la historia, un animal portentoso dueño absoluto de un pobre país. No hay nada que hacer, al menos por ahora.

El destino de Chávez no es el de Castro. En eso se equivoca. Tiene enemigos muy poderosos y medio país de Venezuela lo detesta y espera su caída. Curiosamente, el destino de Cuba depende ahora de la ayuda de Chávez. Si el hombre cae, Cuba se desintegra. Cuba, erróneamente, lo ha apostado todo al triunfo permanente de Chávez. Ha sido un error. Inevitable, pero error.
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