lunes, febrero 05, 2007

El legado glorioso del mártir: Manuel Arevalo

FE, UNION, DISCIPLINA Y ACCION.

Párrafos del Magistral Discurso del Mártir, del 19 de Noviembre de 1933, en la Grama de Mansiche.

Compañeros:

Nuestro Partido, vitalizado por la experiencia del dolor, insurge ahora con una más firme conciencia de su misión histórica, mas dueño que nunca de su responsabilidad.

Por eso, militantes y jefes sabemos que nuestro deber nos marca hoy aprovechar la tregua semidemocrática que ha impuesto la ciudadanía, en organizarnos sobre bases científicas, en ajustar hasta la perfección nuestra maquinaria, en capacitarnos desde el llano para la difícil tarea de mañana. Por que no hay que olvidar, compañeros, que constituimos un partido de gobierno, que somos un partido llamado a reivindicar para las mayorías productoras el derecho a rumbar los destinos del Estado.

Somos el país mismo, el país en su autentico sentido integral. Y el país constata sin sorpresa el impulso creador del Aprismo, que no es sino la resultante de sus viejos dolores, la expresión de sus profundos anhelos, el cauce por donde se proyectan al futuro las ansias supremas de un pueblo que no quiere morir.

Y el país constata nuestro realismo y nuestra capacidad constructiva y renovadora, y los confronta con la organización que el civilismo impuso a las instituciones y a los organismos estaduales –organización sistemática del peculado, de la explotación, del engaño y el cinismo--; y se resuelve naturalmente por nosotros, sus interpretes y acrecen formidablemente nuestros efectivos en toda la extensión del territorio nacional.

Y porque somos el país y vamos a gobernarlo mas o menos a breve plazo, nuestra responsabilidad es mayor todavía y NUESTRA ACTIVIDAD DEBE CENTUPLICARSE. Apresurémonos, compañeros apristas a construir el indestructible edificio de concreto de nuestra organización científica y hagámosla reposar en los grandes pilares de la DISCPLINA, de la UNION y de la FE, que nos han hecho vencer a la calumnia primero y a la bala después.

Fe y Unión compañeros, para que el edificio no se resquebraje y para que el enemigo –siempre en acecho y siempre dispuesto a descargar sobre nosotros la fobia de sus iras—no utilice las grietas para filtrar el veneno corrosivo de su intriga.

Fe y Unión, compañeros, para alcanzar el triunfo de nuestras demandas inmediatas, para impedir que sigan gravitando en el actual clima político los rezagos de la sangrienta tiranía de ayer, para recuperar la plenitud de nuestras libertades y derechos.

Fe y Union, compañeros, para cristalizar mas tarde en realidad tangible la formidable esperanza por la que, cara al sol, cayeron nuestros gloriosos Mártires.

Fe y Unión, compañeros, para coronar la obra de Justicia Social por cuyo mas pronto advenimiento seis mil hermanos nuestros ofrendaron la sangre de su sangre.

Fe y Unión, compañeros, para defender de la proterva intriga civilista el edificio de acero que constituye la organización aprista en marcha hacia la justicia del pueblo y para el pueblo.

Termino, compañeros, pidiéndoles que me acompañéis a vocear este grito que sintetiza nuestro dolor y nuestra esperanza:

¡En el dolor!, ¡En la lucha!, ¡En la victoria!: ¡HERMANOS!
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