Por: Javier Valle-Riestra
Como en la tragedia shakesperiana, imito a Antonio y también pido la atención de mis conciudadanos en el aniversario de nuestro Cesar, pero no para sepultarlo sino para ensalzarlo. Murió Haya de la Torre. Si. Increíble. Y aunque los pueblos que despierten soñaran junto a el, ha fallecido la fuente misma de la vida política del Perú de los últimos quince lustros. Sin exageración facciosa podemos decir que ha muerto el peruano mas ilustre de todos los siglos sea de la Patria mítica, sea de la Patria histórica.
La vida del Perú se tejera hasta que nos extingamos o desaparezca la escritura en torno a Víctor Raúl, hijo de Raúl y Zoila Victoria, nacido el 22 de Febrero del año mil ochocientos noventa y cinco en casa de hijosdalgos de solar conocido. Caso extraño el suyo; el de alguien que deja un melgar profundo tras su tempestuoso paso por la tierra sin haber llegado al Poder. Todos los hombres de la estructura caudillesca e intelectual del, para mi, siempre, Jefe, llegaron al Gobierno.
Allí están en el olimpo Lenin, Mao, Bonaparte, Bolívar, Perón, Mussolini. Quizás, el, esotérico, visionario, premonitor, lo vaticino en su antológico discurso del ocho de Diciembre de mil novecientos treinta y uno cuando dijo:
Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio, están equivocados. A Palacio llega cualquiera porque el camino de Palacio se compra con oro, o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega con oro ni con fusiles.
Y así fue. Desde esas frases hasta hoy transcurrieron setenta y cinco años y ni Víctor Raúl ni el APRA –la histórica- llegaron a Palacio ni al Poder, salvo el espejismo de supralegalidad insular que fue la Constituyente o el APRA socialdemocratizada de hoy.
Todos esos años están jalonados por Sánchez Cerro, el de la zoocracia y el canibalismo, según More; por Benavides, inclemente en el acosamiento de Haya, que lo enfrentaba y afrentaba desde las catacumbas sin mas armas que un mimeógrafo, panfletos y simbólicas molotov; por Prado, frívolo, bancócrata, ultimo virrey; por José Luís Bustamante y Rivero, comodatario del poder que olvidó, pese a su sagacidad jurídica, quien era el dómine; por Odria, taciturno tiranuelo manipulado por una oligarquía arcaizante, y vesanica; por Fernando Belaúnde, que empece su pureza personal, resultó electo en 1963, por coacción y no por acción en franca inteligencia con el militarismo; por Velasco, la figura mas negra del aquelarre castrense, repetidor incruento del sacrificio del Perú, y finalmente, Fujimori, destrozador de la institucionalidad republicana en virtud del voto de la oclocracia, y Toledo un aventurero que fingió de apóstol.
Lima, 21 de febrero de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario