Por Carlos A. Mullins(*)
“Las deudas hay que pagarlas, las estafas no”. —Alejandro Olmos Gaona
Al celebrar el 191 aniversario de la Declaración de la Independencia de la República Argentina, no es ocioso preguntarnos: somos una nación libre e independiente?
Los 31 diputados que el 9 de Julio de 1816, en el Congreso de Tucumán, firmaron el acta en la cual declararon…”…es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y Metrópoli”.
Así se logró la tan ansiada independencia política de la corona española.
Pero este sueño de libertad e independencia muy pronto se vería frustrado al firmarse el primer empréstito que convertiría a la joven nación en un país dependiente y sometido.
El hecho ocurrió así.
En el año 1824, siendo gobernador de Buenos Aires Martín Rodríguez, por medio del ministro de hacienda José Manuel García, aceptó un empréstito de la Banca Baring Brothers de Londres por un millón de libras esterlinas.
De esa suma el gobierno solamente recibió 140,000 libras.
El resto se esfumó en coimas, para prevenir el riesgo de otorgar esa cantidad a un país latinoamericano y por el pago adelantado de los intereses.
Simple y llanamente, ocho años después de la Declaración de la Independencia, la Argentina quedó sometida a las exigencias de la Banca Baring Brothers.
Esa deuda recién se iba a saldar en 1857, siendo gobernador de Buenos Aires Valentín Alsina y ministro de hacienda Norberto de la Riestra, con el pago de la suma de 2.5 millones de libras esterlinas.
Esa fue la primera amarga experiencia de la joven nación que por un préstamo de un millón de libras esterlinas, del cual recibió 140,000 terminó pagando como saldo final 2.5 millones de la moneda inglesa.
¿Aprendieron los argentinos esa amarga lección inicial?
La historia nos dice que, salvo pocas y honrosas excepciones, la mayoría de los gobiernos de facto algunos y constitucionales otros han seguido la misma política errónea de contraer nuevas deudas para pagar viejas deudas.
La deuda externa que hoy agobia a la Argentina y que impide su pleno desarrollo ha sido calificada como “la mayor estafa al pueblo argentino”.
Hubo un abogado, llamado Alejandro Olmos, quien en 1982 comenzó a estudiar el origen de la deuda externa y a denunciar su carácter fraudulento e ilícito.
Recién 18 años después, en el 2000, el juez Jorge Ballesteros emite un fallo donde plantea la ilicitud de la deuda y habla de la responsabilidad del Fondo Monetario Internacional en ese ilícito.
Hay estudios serios que demuestran la ilicitud de la deuda externa de Argentina.
Según el hijo de Alejandro Olmos, que lleva el mismo nombre que su padre y es hoy “el mayor investigador sobre la deuda externa argentina”, la deuda real es de 140,000 millones de dólares y no de 124 mil como afirma el gobierno, porque no incluye a los bonistas que quedaron fuera del canje.
Una forma de celebrar el 191 aniversario de la Declaración de la Independencia de Argentina es tomar conciencia de que somos un país sometido y dominado, mientras no se logre declare odiosa e ilícita una deuda que mantiene sometido a un pueblo noble que no se cansa de cantar: “oíd mortales el grito sagrado, libertad, libertad, libertad”.
(*)un escritor argentino que reside en Manhattan.
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