lunes, diciembre 17, 2007

Apuntes de un juicio

Por César Campos R.

El megaproceso a Alberto Fujimori –como era de esperarse– viene exhibiendo los abismos de nuestra atolondrada identidad colectiva. Por un lado, detona esa vocación cainita de quienes claman la venganza y subordinan la justicia a los epítetos. Por otro, muestra al extraditado ejerciendo el viejo malabarismo de hablarle a las tribunas y no al tribunal, además de asumir un papel amnésico respecto a su ex asesor, que a muy pocos podría convencer. El desenfreno de los enemigos de Fujimori roza ya con el delirio. Exigen, por ejemplo, que el canal del Estado transmita los detalles del juicio, como si los mismos no estuvieran suficientemente cubiertos por distintos medios de televisión particulares. Siendo ese el caso, la subsidiaridad es un imperativo y el canal público no puede convertirse en instrumento de pasiones encontradas.

Asimismo, han pretendido marcar la agenda de cómo el fiscal José Peláez Bardales debe formular el interrogatorio, celebrando más bien que su eventual sucesor, Álvaro Guillén, sea duro con el ex presidente, pidiéndole –por ejemplo– que se siente bien en la silla o espetándole que su gobierno no fuera el que pacificó el país. Expresión esta última que mereció una reprimenda del presidente de la sala, César San Martín.

En su libro “Eichman en Jerusalem”, la historiadora Hannah Arendt describe la impecable actuación que tuvo el juez Moshe Landau frente a las impertinencias del fiscal Gideon Hausner, en el proceso seguido al criminal nazi capturado espectacularmente por el Mossad en un calle de Buenos Aires y trasladado hasta Israel.

“La justicia exigía –escribe Arendt– que el procesado fuera acusado, defendido y juzgado; y que todas las interrogantes ajenas a estos fines, aunque parecieran de la mayor trascendencia, fueran mantenidas al margen del procedimiento”, sin que interesen asuntos como por qué ocurrió el Holocausto o por qué los alemanes fueron los victimarios.

Así debe ser. Como que también el procesado mengüe su afán mediático a través de discursos políticos, los cuales no llegan a ocultar la orfandad de sus argumentos para desprenderse de la acciones delictivas de Vladimiro Montesinos.

Ojalá que el resto haga historia mediante un juicio verdaderamente ejemplar.

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1 comentarios:

elamauta dijo...

La falta de organización en un juicio, es una prueba viva de la falta de gobierno en el estado peruano.

 
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