jueves, diciembre 20, 2007

Solidaridad y prioridades

Sabemos que en una sociedad con desigualdades tan profundas como la nuestra sería ingenuo imaginar que el mero crecimiento económico y la consecuente acumulación de riqueza permiten de modo espontáneo superar la terrible marginación que sufren millones de peruanos. Por tanto, es indispensable que el Estado ponga en práctica programas sociales destinados no solo a aliviar la suerte de los más pobres, sino a crear condiciones para su futura superación.

Cuando se trata de dar apoyo alimentario o un subsidio monetario directo a miles de compatriotas que viven en terribles condiciones de pobreza, el principal criterio tiene que utilizar como inspiración la frase evangélica: “Los últimos serán los primeros”, es decir, dar prioridad a los más desamparados y marginados. Esto no se relaciona con las simpatías políticas de aquellos ciudadanos pobres, sino con su condición objetiva de tales.

Lo que hacen las autoridades políticas de nuestro país –tal como lo afirmó el Jefe del Estado a inicios de esta semana– es priorizar aquellas regiones andinas del sur donde la pobreza es más aguda y en las cuales el actual Presidente obtuvo pocos votos.

No actuar de esta manera hubiera sido asumir una conducta irresponsable que habría agravado los futuros problemas de gobernabilidad. La razón es clara: las poblaciones pobres, además de sentirse despreciadas y marginadas, como natural reacción se inclinan a dar apoyo electoral a tendencias políticas radicales que no se identifican, en algunos casos, con la democracia.

El actual Gobierno no solo da prioridad a las regiones de menores recursos en lo referente al funcionamiento de programas sociales, sino que también trabaja con especial preferencia en proyectos de desarrollo que buscan incorporar a los campesinos pobres de los Andes para que puedan, en un futuro cercano, exportar al mercado mundial globalizado de nuestros días.

Acciones de este tipo son esenciales debido a que el crecimiento económico y la acumulación de riqueza, dejados a las fuerzas del mercado, suelen generar una mayor desigualdad y, por tanto, incrementan la sensación de marginación existente en amplios sectores de nuestra sociedad. Debemos recordar finalmente que los peruanos tenemos que actuar unidos para enfrentar este grave problema.

En los programas sociales, los últimos deben ser los preferidos.
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