martes, enero 01, 2008

Cinismo regional

Escribe César Campos R

Asumimos la perspectiva más deprimente sobre el resultado que ha tenido la intermediación de Hugo Chávez, el presidente de Francia y otros jefes de gobierno latinoamericanos en la liberación de tres rehenes de las FARC. Por cierto no nos referimos a la consecuencia explícita de ver circulando – sonrisa al viento y con optimismo de vida – a quienes jamás debieron padecer la privación de su derecho al libre tránsito infligida por un añejo grupo de facinerosos colombianos que lidera el cuatrero Manuel Marulanda, (a) “Tirofijo”.

Apuntamos a la profunda inversión de valores democráticos que el hecho traduce. Oír al gorila petrodinámico pontificar acerca del “sentido humanitario” de su tarea e incluso endilgárselo con creces a un sistemático violador de los derechos humanos como lo es Fidel Castro, apabulla el sentido común. Convertir los oficios de los presidentes Luis Inacio “Lula” Da Silva, Cristina Fernández, Rafael Correa y Evo Morales en una especie de certificación regional de cómo debe bajarse la cabeza ante el chantaje de las pandillas subversivas, no corrige el problema de fondo sino que lo agrava.

Y ese problema en Colombia lo constituye la patética inclusión de la variable delincuencial de las FARC en su vida política, económica y social, la que dibuja un país haciendo permanente metástasis de actividades ilícitas como la toma de tierras, el tráfico de armas y drogas, o coludiendo a varios de sus legisladores con los paramilitares, esa otra expresión de la marginalidad institucionalizada que liquidó el TLC con los Estados Unidos.

La larga convivencia con la mal llamada guerrilla ha puesto a los inquilinos del Palacio de Nariño en diversas encrucijadas como aquella que pretendió resolver el ex presidente Andrés Pastrana desmilitarizando la zona de San Vicente de Caguan, la que en la práctica se convirtió en una nueva área de dominio de las FARC. ¿Para qué? Pues para ampliar el comercio de armas, el imperio de los narcotraficantes y despertar la alerta de sus vecinos próximos como Ecuador y Perú.

La liberación de rehenes no es dádiva de pandilleros ni mucho menos extiende el Nobel de la Paz a Chávez, a quien las FARC legitiman como interlocutor válido con otros fines. El cinismo regional no debe llegar tan lejos.
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