Es la tarde del dìa 23 de mayo de 1923. Estudiantes universitarios y trabajadores manuales se abren paso, a pesar de las medidas policiales, para ingresar a la casona de San Marcos. Al promediar las 6 de la noche, llega un estudiante de leyes que inmediatamente es ovacionado por la multitud, se trata del joven Vìctor Raùl, Presidente de la Federación de Estudiantes del Perù, quien ya frente al cuerpo estudiantil y a trabajadores manuales, se dispone a presidir la asamblea convocada por los dirigentes de la Universidad Popular Manuel Gonzales Prada.
Nos encontramos en la segunda dècada del Siglo XX, el paìs es gobernado por el dictador Augusto B. Leguìa, antes cercano al pueblo y que iniciò su gobierno convocando a un Congreso Constituyente con el lema “Patria Nueva” y que anunciaba una revoluciòn peruana contra la oligarquía. Mas terminò siendo parte de lo que dijo alguna vez combatir al avecinarse las elecciones presidenciales.
Conocedor de la profunda devociòn catòlica del pueblo, ideò “Consagrar la Repùblica al Corazòn de Jesús” para ganar el favor de las masas con el propòsito de reformar la constitución y legitimar su dictadura.
Dentro de ese contexto, aparece en escena Haya de la Torre, que promueve como rector de la Universidad Popular Manuel Gonzales Prada, la conformaciòn de un Frente Ùnico contra la explotaciòn grosera de la fe catòlica del pueblo. A este movimiento se suman intelectuales, periodistas, organizaciones obreras y estudiantiles. Es asì que se convoca a la gran asamblea en la vieja casona de San Marcos.
El auditorio y los patios de San Marcos, poco a poco van quedando vacíos. Miles de jóvenes estudiantes universitarios y trabajadores manuales salen a las calles, cientos de ciudadanos más, van sumándose espontáneamente a la manifestación contra el proyecto polìtico clerical del tirano Leguìa.
El pueblo organizado avanza, la guardìa repùblicana se encuentra vigilante. A la orden del coronel Rufino Martìnez ataca y logra dividir la movilización. Un gran nùmero va por el Jiròn Azàngaro y su camino termina en la calle los huèrfanos, en donde son interceptados por pelotones de soldados a caballo que disparan contra ellos. La juventud responde al ataque de armas de fuego con piedras y palos. Por 30 minutos logràn soportar el asedio. Màs de 60 heridos, dos muertos y el anuncio del arzobispado de la cancelaciòn de la consagración, son el saldo del tràgico enfrentamiento.
Convertidos en polvo en viaje a las estrellas, parten a la inmortalidad el motorista Salomón Ponce y el estudiante universitario Manuel Alarcón Vidalòn, martirès de la èpica jornada de lucha del 23 de Mayo, sellando con su sangre la alianza obrero estudiantil en este capìtulo en la historia peruana que es antecedente, y precede, a la creación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana.
PEDRO HUERTAS
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