viernes, junio 13, 2008

HOMENAJE AL C. JORGE IDIÁQUEZ EN EL 101º ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO

Por WILBERT BENDEZÚ CARPIO

Nuestras primeras palabras de Homenaje al c. Jorge Idiáquez, es para saludar a su memoria, al respeto y confianza que inspiraba su sola presencia. A la pureza de la lealtad aprista que nos inculcó, a todo cuadro, que estuvimos al lado de él y del jefe en el partido. Esa lealtad, que es secreto de nuestra persistencia constante para los milagros del partido y para la existencia de corazones que laten al ritmo de Víctor Raúl, inseparables de la mística que nos forjaran nuestros mártires capaces al sacrificio, nuestros líderes históricos, siempre maestros en toda acción, con una sola fe: HAYA DE LA TORRE.

Quien haya conocido a Víctor Raúl, conoció a Jorge Idiáquez. Quien trabajo en el partido cerca a Haya de la Torre, compartió trabajos y cumplió tareas bajo los dones del c. Jorge Idiáquez, desde esa majestad orientadora e inspiradora de activismos, del maestro Indoamericano. Conocimos en su profundidad los valores del c. Jorge (Chayo), compañero indudable, inseparable de nuestro jefe y muchos aprendimos ese dulce sacrificio para brindarlos a las causas sagradas de nuestros ideales y comprendimos que la luz mística del aprismo para nosotros; estaba unida a dos grandes valores inquebrantables: la sabiduría y pensamiento de Víctor Raúl y la lealtad de Jorge Idiáquez. 

Nuestro símbolo de lealtad aprista, nació el 14 de junio de 1907 y sus queridos padres fueron Arístides Idiáquez y doña María Ríos. Poco sabemos de su niñez y su infancia, pero si la sorpresa de Jorge, -como nos comentaba- Cuando en 1945, quiso regularizar sus documentos en la Municipalidad de Trujillo fue grata su sorpresa, saber que el propio Dr. Edmundo Haya, padre de Víctor Raúl había garantizado para el asentamiento de su partida de nacimiento. Este hecho anecdótico habría unido mejor recíprocamente a Víctor Raúl y Jorge, haciendo dos vidas ofrenda del pueblo por la justicia social.

El nos contaba y como también está expresado, en el reporte que le hiciera la Revista Frente Único, en diciembre de 1979, después de cuatro meses de la muerte de Víctor Raúl: -Yo estuve en el centro de la revolución de Trujillo, pero al búfalo Barreto le cayeron las balas porque era el más grande y robusto de todos nosotros y como que toda la puntería estaba dada a él, luego organizamos la resistencia en todas las bases trujillanas, contactándonos con Ancash, Cajamarca, donde personalmente ayude al Comandante Jiménez para hacer la retoma de Trujillo. Y cuando estaba en estas luchas, tuve en un llamado en 1933 de Alfredo Tello Salavarría, Jefe de la Revolución de Trujillo y con la misma me envió hacia Haya de la Torre, con una carta dirigida a él. Para mi alegría había salido de la prisión del Panóptico y como dos limeños que la acompañaron al jefe se sintieron cobardes, el jefe optó por un trujillano e hizo que ocupará el puesto de los dos.

Trabaje al lado de Víctor Raúl y tenía que acostumbrarme al nombre de Eduardo, en el trabajo estratégico del partido y sonriente nos dijo: yo nací de nuevo y mi nombre que era Carlos Eliseo Arístides se redujo simplemente a Jorge. En el camino de las rutas del aprismo los compañeros llamaban Eduardo al Jefe. Y Jorge, a este humilde servidor.

El compañero Jorge Idiáquez, nunca se separó del maestro Víctor Raúl, solo forzosamente, al haber sido apresado luchando valientemente, heroicamente, logrando la escapatoria de Víctor Raúl de los soplones, en la toma de la casa de Barranco del maestro en 1939; cuya prisión duró cuatro meses, y después su perennidad siempre estuvo al lado del jefe, solo lejos involuntariamente, cuando fue deportado por la dictadura de Velazco en 1972, pero ingreso clandestinamente al país, para unirse a nuestro conductor, se tramó el reencuentro cuando Víctor Raúl dirigía su mensaje en Alfonso Ugarte y luego en Vitarte el jefe sería premiado con una bonita sorpresa; gracias al apoyo de la compañera Nuri su esposa y Townsend Ezcurra que organizaron el retorno.

Los jóvenes de nuestra promoción de la década del 70, aprendimos de Víctor Raúl, a conocer y luchar por el aprismo filosófico, ideológico y doctrinario. Comprendidos en nuestro ideal integracionista, descentra lista, con la mística y valor del testimonio personal de lucha por el Aprismo de Víctor Raúl, siempre con el fiel Jorge a su lado, aprendimos lo que era lealtad, firmeza, cumplimiento del deber y sobre todo sacrificarse por los designios sagrados de Víctor Raúl por su pueblo.

Nos comentaba siempre el compañero Jorge, la preocupación incansable de Haya, por aleccionar y formar juventudes, nombrando como resultados de estos esfuerzos, a Armando Villanueva, Nicanor Mujica, Townsend Ezcurra, Luis Rodríguez y a muchos compañeros que glorifican el partido como el compañero Carlos García, Nita Pérez considerada por Haya de la Torre y Antenor Orrego, como la mejor oradora femenina del aprismo, (ahora madre de nuestro c. Presidente Alan García Pérez). 

Por otra parte Víctor Raúl, refiriéndose al compañero Jorge, nos comentaba, con el recuerdo glorioso de nuestro martirologio aprista. El compañero Arístides Idiáquez, padres de Jorge, a todos sus hijos les hizo jurar, luchar hasta la muerte por el aprismo, pese al doloroso registro de haber perdido en la lucha, a su sobrino Amador Idiáquez, al hermano Ismael y Gregorio que murió a consecuencia de torturas y contagios de enfermedades graves.

Compañero Jorge, siempre firme defensor de la brigada del partido, porque había sido formada por el propio jefe, tenía una historia larga y heroica y muchos caídos en defensa del partido, es así nunca faltó en su mando seguridad para el jefe del partido, y para los líderes del aprismo, hasta su último día, según tenemos entendidos.

El día que dejo de respirar nuestro conductor, Víctor Raúl Haya de la Torre, “Jorge Lealtad”, atesorando el último momento del maestro, diría en la entrevista para la revista “Frente Único”: - en los últimos días de Víctor Raúl -, yo sólo me limitaba a ayudar a los médicos y las enfermeras, “me llamaron a las 6 de la mañana del 2 de agosto, para que los ayudará” y “Víctor Raúl al sentirme que estaba allí abrió los ojos, me agarró el brazo y me ajusto tres veces, era el saludo aprista”. “Ese final lo recordaré toda mi vida y por eso lucharé hasta el fin”. “Fue nuestro último entendimiento, yo fui un padre, un hermano y un amigo”. Es nuestro jefe.

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