 
 RAMIRO VILLAPADIERNA
 ENVIADO ESPECIAL
 VIENA. Se ha producido un seísmo alpino de posibles consecuencias  en la región danubiana, donde emerge un voto nuevo, ajeno al tradicional reparto  de poder. 9,3 millones de bávaros y 6,3 millones de austríacos estaban  convocados a las urnas para elegir por cinco años respectivamente a sus 183 y  180 diputados.
 El resultado parece reflejar un auge antieuropeo en Austria y el  fin de una era de «particularidad bávara» tras medio siglo de dominio  socialcristiano (CSU). Socialdemócratas y populares (SPÖ y ÖVP) en Austria, que  frecuentemente han gobernado en gran coalición, cosechan el peor resultado de su  historia y tendrán que revisar liderazgo y estrategia.
 Desplome
 Aunque el que más papeletas de las urnas haya cosechado sea el  Partido Socialista, el SPÖ, lo notable ha sido el enorme aumento de la derecha  ultranacionalista, con lo que se constata el giro en esa dirección. El voto de  izquierda parece desplomarse, perdiendo 12 escaños entre socialdemócratas y  verdes; el de derechas, pese al castigo también a los populares, suma más del  55% de votantes con el populismo nacionalista. Queda, con todo, primero el SPÖ,  que cae a un 29,7% (-5,6) y a 58 escaños (-10); el ÖVP, castigado, a un 25,61%  (-8,7) y a 50 escaños (-16); los Verdes, a un 9,8% (-1,26) y 19 diputatos  (-2).
 Irrumpe espectacularmente el voto nacionalista criado a los pechos  del «fenómeno Haider», cosechando juntos más que SPÖ o ÖVP. Un voto de origen  nacionalista, radical, anti sistema y euroescéptico nacido de la «cuestión  austríaca» planteada por Jörg Haider desde los años 80 y hoy representada por  dos partidos: el FPÖ, más ultraderechista y anti-inmigración, que recaba un 18%  (+6,9) y 35 escaños (+14), y la BZÖ, más social-populista y comandada por el  propio Haider, con un 11% (+6,8) y 21 mandatos (+14). Emerge el nacionalismo  tirolés (Fritz: 1,7) y siguen siendo marginales los liberales de Heide Schmidt  (LiF: 1,9%).
 Ni el socialdemócrata Faymann ni el conservador Molterer han  convencido a un nuevo electorado, que ya tiene menos que ver con la Austria del  consenso que entró en barrena tras la guerra fría. El populismo social del  primero ha calado tan poco como las cuentas profesorales del segundo. Los  sociólogos sugieren un hartazgo de los fallidos 18 meses de gran coalición,  mientras FPÖ y BZÖ consiguen conectar con capas en las que hace presa el  populismo, el miedo a la globalización y el euroescepticismo, tras 15 años en la  Unión Europea.
 Referendos
 Pero hasta un socialdemócrata como Faymann promete someter todo  nuevo tratado europeo a referéndum. El europeísmo queda apenas sólo en manos del  Partido Popular, el ÖVP, y de los Verdes.
 La negociación de gobierno será larga, pero la impopularidad parece  vedar otra gran coalición. Nacionalistas y extrema derecha ya no son tabú ni  para el SPÖ, pero tal vez para la UE fuese más cómodo que los controlara el ÖVP,  dada su tradición europeísta, frente al nuevo carro populista de Faymann, capaz  de repartir 3.000 millones del fisco antes de los comicios.
 En definitiva: hay aires alpinos de cambio y el giro nacionalista  en Austria castiga al poder establecido.
 
 
 

 




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