miércoles, octubre 06, 2010

80 años del APRA

Por Alfredo Barnechea

El 20 de setiembre se cumplieron ochenta años de la fundación del APRA.

Si queremos ser exactos, de la sección peruana del APRA, que se había fundado, como se sabe, en 1924 en México.

Ha durado más que cualquier partido en la historia de la república. También más que casi todos los partidos latinoamericanos.

Más que el peronismo por ejemplo, fundado recién en 1947. O que el PRI mexicano, fundado técnicamente en 1946, aunque procedía del Partido Nacional Revolucionario de Plutarco Elías Calle, fundado en 1929. Son más viejos el radicalismo argentino, el partido liberal colombiano fundado en 1848, o los dos grandes partidos uruguayos.

Un testimonio de su influencia es que sirvió, sobre todo en el período comprendido entre la revolución mexicana y la cubana, de inspiración a muchos partidos latinoamericanos, como Acción Democrática en Venezuela o Liberación Nacional en Costa Rica, para no mencionar sino dos.

Gran parte de esa permanencia está conectada a la voluntad y visión de Haya de la Torre, quien propuso una interpretación original del proceso histórico latinoamericano. Basada en ella, propuso también un tipo de partido menos esquemático que los marxistas, un poderoso frente de clases. Intuyó, además, que del "nuevo y prodigioso poder del hombre sobre la naturaleza vendría la revolución que realmente transformaría al mundo", como escribió en memoria de Albert Einstein. En mis largas conversaciones con Haya, aprendí a admirarlo, y me identifiqué con su visión.

Fundado en la primera mitad del siglo XX, el APRA ha logrado pasar al siglo XXI. En otras palabras, pertenece al pasado pero también se proyecta al futuro. De pocos partidos puede decirse esto.

No hay democracia sin partidos. Ella gira en torno a éstos. Y quizá especialmente alrededor de grandes partidos populares. Como el único partido político verdadero del Perú de hoy (Acción Popular sería el otro, pero con menos implantación y menos relevo intergeneracional), es por tanto un partido-eje del sistema peruano.

Un partido que ha atravesado todas las etapas: clandestinidad, oposición legal, y gobierno.

Respecto al actual, cuando se mire con ecuanimidad el último medio siglo peruano, se encontrará dos gobiernos constructores: el primer gobierno de Fernando Belaunde, y este segundo de Alan García. En la década del 60 el producto bruto pudo crecer más globalmente, pero el gran crecimiento del producto per cápita ocurrió en esta primera década del siglo XXI, y sobre todo en el segundo gobierno de García.

Durante éste se han creado asimismo casi dos millones de empleos. La pobreza, que en la práctica no había variado en lo sustancial durante toda la década de Fujimori, bajó de 48,7 por ciento a menos de 35. Casi diez por ciento de peruanos tienen electricidad por primera vez. Otro diez por ciento por primera vez agua.

El debate central de las elecciones del 2011 será sobre si el país quiere seguir avanzando. Y lo hará en un momento en el que se le presenta una extraordinaria "ventana de oportunidad", acaso única en la historia peruana. Una ventana por un lado "externa", representada por la "tracción" de la reemergencia del Asia, y por otro lado "interna", representada por la estructura demográfica joven del país, y la estructura de su empleo, que puede absorber una población con una significativa porción todavía informal.

El 2021, es decir al final de los próximos dos gobiernos, el Perú podría haber pasado de un ingreso per cápita de cinco mil dólares a uno de diez mil, esa cifra que representaba para el Banco Mundial el umbral del desarrollo. El APRA estará ligado a esa transformación. Una transformación realizada, además, en democracia, con libertad de prensa, separación de poderes, derechos para las minorías.

Por supuesto, el APRA necesita seguir reinventándose. Para empezar, transformarse del vigoroso "partido-aparato" de su historia, en un "partido-red", moderno y abierto, que hable "urbi et orbi", y sepa conectarse a las grandes clases medias que son hoy la nota dominante de la sociedad peruana.

Qué gran tarea, que hubiera fascinado, cómo no, a Haya de la Torre. En las manos (y las cabezas) de sus seguidores, está decidir si quieren ser sólo parte de las glorias de un pasado, o constructores, junto con muchos otros peruanos, del ancho futuro que se abre hoy a esta república a punto de cumplir doscientos años.
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