lunes, octubre 08, 2012

Congreso Aprista de unidad y renovación

Por el c. Rullman Flores Portugal

El aprismo insurgió para trastocar la realidad de exclusión y explotación al que eran sometidos los pobres. Planteó una original y difundida organización de los trabajadores por toda Indoamérica y elevó el sueño bolivariano de la Integración Continental al plano programático. Sus principales líderes, eran en su mayoría, jóvenes, trabajadores y mujeres con una clara visión progresista del futuro.

Propugnando no sólo una forma nueva de analizar y acometer el fenómeno imperialista, Haya de la Torre propuso un modelo de crecimiento propio, nacional y capaz de lograr el equilibrio en las relaciones internacionales, así como que las fuerzas de la producción internas se sometieran a las nuevas condiciones impuestas por un nuevo Estado Social que regiría las complejas relaciones entre el capital y el trabajo, buscando el bien común.

El aporte sustancial del aprismo tiene que ver con el impulso de la organización popular, el dinamismo de las muchedumbres y su deseo por participar en la construcción del desarrollo, respetando las libertades. Pero el aporte personal de su fundador, Víctor Raúl Haya de la Torre, no está vinculado sólo con los aspectos de naturaleza social, política y económica, sino, con el carácter moral de su vida ejemplar que marcó la historia de lucha contra la corrupción y el mal uso de los recursos del Estado por parte de una clase política a la que combatió sin concesiones durante toda su vida.

Múltiples ejemplos de renuncia personal podrían ser la evidencia de la forma como este “gigante” entendió la política, pero también, como el pueblo ponderó estas virtudes acompañándolo con su adhesión y votos durante casi todo el siglo XX, lo que explica las razones por las que el Partido del Pueblo –su obra mayor-, sigue siendo una de las pocas organizaciones políticas que han sobrevivido a la hecatombe del neoliberalismo ideológico que, al finalizar el siglo pasado, desarrolló una intensa campaña conspirando contra la organización de los partidos y la democracia, para favorecer una conciencia individualista, aluvional y sin conciencia ni plataforma ideo-política, sometida a la voluntad de los intereses económicos que las promueven y sostienen.

Desarrollar la obra y cumplir la tarea histórica

El aprismo ha sorteado los vaivenes de la compleja realidad peruana. Signada por el prestigio de su fundador, ha debido sobreponerse a diversas contingencias que han provocado en algún momento roces y discrepancias internas en la que algunos han creído ver una crisis que pondría en riesgo su unidad.

Sin embargo, la fortaleza del aprismo no radica sólo en esa especie de disciplina iniciática que todos le reconocen, tampoco en el prestigio de una historia de entrega y valor, sino que es el resultado de la dialéctica de la razón que hace que las “diferencias” sean elementos de procesos naturales y necesarios para que el aprismo no se congele y nos da una idea de lo que será el debate que se debe producir en torno a las perspectivas y el futuro del movimiento.

Su realización, que se realizará en el mes de febrero, justo en medio de las celebraciones por la Fraternidad -bajo el recuerdo y la presencia del Jefe-, permitirá abordar temas pendientes de su agenda partidaria y nos dan luces, sobre la enorme responsabilidad que recae en cada uno de sus delegados, quienes tendrán que evaluar su organización, definir su línea política y asumir el reto de la crítica, muto-critica y la autocritica para poder enfrentar otro debate mayor, el de la reafirmación ideológica que es el elemento sustantivo que hay que someter a esa realidad cambiante y revolucionaria que obliga a un aprismo dialéctico y moderno, ese aprismo que Víctor Raúl Haya de la Torre quería para el Perú.

La pregunta que surge tras estas consideraciones es si el aprismo, tras la movilización de su aparato partidario y la realización de su Congreso Nacional, remontará los escollos que impiden el reinició de sus vínculos con la población, de su reinserción en el tejido social y podrá superar los individualismos, los peligrosos “ismos” y se repensará al aprismo del que hablamos, pero desde las bases, sin la presión de la coyuntura, la perturbación que genera la elección de sus dirigentes nacionales y esa perniciosa conducta opuesta a la renovación que ha convertido otros eventos partidarios, en cónclaves de menor valía, proyección, con tufo electorero y sin respeto a la memoria y la obra de Haya de la Torre.

Es la hora en la que el aprismo medirá su madurez, superará las trabas de su longeva –pero activa y dinámica-, organización y probará que es más grande que todos sus problemas.

Que concurra entonces lo más representativo del aprismo popular y provinciano es no sólo un deseo, sino una necesidad. Que el Frente Único esté debidamente representado y que los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los sectores emergentes de tanta presencia en el mundo moderno, tengan suficiente voz y votos como para preservar los fines y objetivos del partido de los pobres que fundó una generación de avanzada y progresista, en los albores del siglo pasado.

Que se entienda que es ésta, una estupenda oportunidad para repensar al aprismo mirando el futuro y sometiéndola claro, al escrutinio de la historia, definiendo su rumbo con claridad, sin concesiones, distante del neo-populismo y en contra de cualquier acto de corrupción y desviación ideológica derechista.

En el marco de una agenda pendiente de cumplir con los que menos tienen, reiteremos que los pobres y los trabajadores son la razón fundamental de nuestra existencia. Hagamos del aprismo esa herramienta estupenda de lucha contra la corrupción y la impunidad y rindamos justo tributo a nuestros héroes y mártires manteniéndonos unidos y ¡Firmes en la Izquierda Democrática!.
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