miércoles, noviembre 19, 2014

La contraofensiva de Alan


Fuente: LAPIPA.PE





A principios de 1918, la nación alemana se encontraba agotada y sin recursos. A duras penas había logrado mantenerse en la Primera Guerra Mundial pues no podía competir con la fuente inagotable de recursos y armamentos que, desde los Estados Unidos de América, reforzaba incansablemente al bando contrario.
Es por eso que en marzo de ese año, el General alemán Erich Ludendorff lanzó una última y desesperada ofensiva con la finalidad de romper las líneas francesas y alcanzar París. Los germanos combatieron durante meses pero finalmente se detuvieron 120 km antes de alcanzar la “ciudad luz”: habían fallado.
Entonces sólo quedaba esperar la gran contraofensiva aliada que, encabezada por el general francés Ferdinand Foch, rompió las líneas alemanas en el mes de agosto para así ingresar a Bélgica con toda comodidad. Poco después, Alemania se rindió.
En el nivel estratégico, la política peruana atraviesa una situación análoga. Desde que dejara el poder en 2011, la oposición al APRA, y a su presidente Alan García, desplegó una gran ofensiva en contra de la gestión del viejo partido y la persona de su líder. Más de tres años después de iniciado el ataque, los enemigos del aprismo apenas han posicionado medianamente la acusación de una gestión corrupta, reduciéndola a sus más sonadas controversias: Bagua, petroaudios y narcoindultos.
Sin embargo, quienes pensaron que el ataque desplegado desde Palacio, la Comisión Tejada y algunos voceros de prensa romperían el frente aprista hoy enfrentan una cruda realidad. Para Alan García, que solo se defendió en las instancias formales en las que tenía que hacerlo, fue suficiente el twit y una inteligente estrategia en pancartas y redes de diversos colectivos partidarios para resistir el embate de sus detractores.
Comenzando noviembre de 2014, es evidente el fracaso de una investigación congresal, direccionada desde Palacio, que por sesgada fue criticada por tirios y troyanos. En simultáneo, al APRA le bastaron unas cuantas banderolas en los principales puentes de la capital para acabar con las aspiraciones presidenciales de la Primera Dama. La consigna “no a la reelección conyugal” fue sencillamente brillante.
Al día de hoy, las redes apristas ya comienzan a difundir los logros de su anterior gobierno, bajo el rótulo “Obras del gobierno aprista”. Al mismo tiempo, la consigna “mis obras hablarán por mí”, que lucen algunas paredes de la capital, indica el camino que le tocará recorrer a Alan García que seguro aparecerá despejado: a fuerza de tanto repetirse, ya nadie oye las críticas de sus detractores. 
La reflexión final de esta nota es que la oposición política al APRA ha quemado vanamente su artillería en una sórdida ofensiva que más pareció una psicosocial montesinista que un esfuerzo serio por esclarecer los hechos controversiales del gobierno anterior. Lo que ahora se viene es la contraofensiva de Alan García, cuyos derroteros ya anuncian sus seguidores en las redes sociales y en las paredes de las principales ciudades del país.
Para el ex-Presidente se trata de cosechar, pueblo por pueblo, las obras que sembró durante cinco años en un estupendo gobierno que la población valorará tan pronto se acalle el ruido de un ataque que, por mezquino y artero, se bate en inexorable retirada.
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