martes, diciembre 29, 2015

Alianza Popular

Luis Bedoya Reyes, Víctor Raúl Haya de la Torre y Alan García (Foto: Archivo Personal Alan García)

Por Alan García Pérez
Presidente del APRA
Candidato a la Presidencia

Alianza Popular es la unión de dos partidos con ideología e historia por la gobernabilidad y para el crecimiento con seguridad ciudadana, educación y justicia social. Es una alianza con el pueblo, con la clase media y los más pobres. Con las pymes, para impulsar su crecimiento y formalización con créditos y tecnología, con los jóvenes para apoyar su profesionalización, su empleo y participación. Con los asentamientos humanos para un programa integral de titulación, agua potable, pistas y veredas. Con las comunidades andinas para su canon comunal. Es una alianza por la esperanza.

El Perú vive una grave situación que puede empeorar sin un programa integral y eficaz. La economía y el empleo declinan, crece el déficit fiscal, las exportaciones decaen y nos amenazan la delincuencia y la desconfianza social. Ante ese peligro hemos escogido la unión como una respuesta, compartiendo programas y responsabilidades, porque el país, cansado de insultos y enfrentamientos, pide madurez y unidad.

La política ha perdido credibilidad y espacio. El Estado es, para el ciudadano, una institución indiferente y, muchas veces, enemiga del emprendedor. Sin embargo, no existe sociedad sin una Política que, con mayúscula, señale las metas colectivas y genere confianza en ellas. Por eso, nos unimos con el pueblo para rescatar la Política responsable y evitar, a nuestra patria, otro capítulo de improvisación o aventurerismo.

La ideología de nuestros partidos tiene por centro y objetivo el ser humano y la superación de la miseria y la explotación. La democracia social de Haya de la Torre afirma la libertad, el fortalecimiento nacional antiimperialista y la justicia social orientada al bienestar de los que menos tienen. El social cristianismo tiene por raíz las encíclicas papales para las que la actividad económica debe encuadrarse en un orden jurídico y ético que promueva la libertad integral del ser humano y la difusión de la propiedad para todos. Es decir, la economía al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía.

Esa coincidencia se expresó en la Asamblea Constituyente de 1978 que permitió el rescate de la democracia y puso fin a doce años de autoritarismo. Y la Constitución de 1979, que es reconocida por su avance en los derechos humanos y sociales, fue firmada por Haya de la Torre, que presidió la asamblea gracias al desprendimiento de Luis Bedoya Reyes. En ella, se estableció que la iniciativa privada se ejerce dentro de una economía social de mercado, se consagró el pluralismo económico, los derechos en favor de los trabajadores y la descentralización regional.

Los personeros de la izquierda marxista se negaron a firmar la Constitución afirmando que era producto de una alianza conservadora. Grave error, porque años después, son ellos, y hasta el humalismo, quienes la reclaman por ser la más avanzada. Y ahora, son los dos mismos partidos de esa constituyente los que se unen en la Alianza Popular para cumplir metas concretas en favor de la mayoría y evitar el divorcio del pueblo con la inversión y el Estado. Es una alianza con los campesinos y comuneros para que el canon comunal les dé participación en la riqueza minera pues es una injusticia que, muchas veces, la mayor pobreza se encuentre en las zonas en las que existe minería. El canon comunal permitirá la compra de tractores y camiones, las obras en canales y represas directamente ejecutadas por los pobladores, sin demoras burocráticas. Además, la educación superior de sus hijos. Y así, en muchos lugares aún no trabajados por la minería, serán los comuneros quienes la promoverán.

Una alianza con las familias de los asentamientos humanos no titulados para modificar la legislación y avanzar velozmente en la titulación, que dé valor real a cientos de miles de viviendas que no existen ni ante la ley ni ante los bancos. Eso multiplicará el patrimonio y el crédito, apoyando el emprendimiento popular en esas zonas. Una alianza con las pequeñas y microempresas para su formalización sin persecución, con apoyo crediticio, compras estatales e innovación tecnológica.

Pero también, una alianza con todas las instituciones y grupos que trabajan en la seguridad. Con la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, el serenazgo, la vigilancia privada y las rondas campesinas para coordinar su trabajo y, junto con los alcaldes, cumplir en doce meses la meta de reducir la inseguridad y arrinconar a la delincuencia como lo exige el país. Una alianza con los padres de familia y los maestros del Perú para reiniciar, de verdad, la transformación meritocrática de la educación con evaluaciones y capacitación.

Alianza Popular es una alianza con la juventud para su profesionalización y titulación, para financiar sus iniciativas y emprendimientos; para ayudarla en su primer empleo sin recortar sus derechos laborales, para convertir sus organizaciones culturales y deportivas en núcleos de difusión del deporte y de construcción de la infraestructura de sus distritos. Una alianza con los jóvenes para ofrecerles mayores espacios de comunicación digital y libertad, sabiendo que ellos serán los grandes promotores del Estado online, desde el hogar y sin papeles ni colas, gracias a las nuevas tecnologías.

Alianza Popular impulsará esos temas sociales dentro de una economía que crecerá mas del 6% anual, sin las trabas actuales, con más libertad e inversión, con más empleo y consumo. Porque es una alianza para recobrar la confianza de quienes producen y crean. Y para que el sistema internacional, de donde vienen tecnologías y capitales, vuelva a ver al Perú como un país competitivo y ejemplar en el crecimiento y la modernización. Ocurrió hace pocos años cuando el nuestro fue el país de mayor crecimiento y reducción de la pobreza en Latinoamérica, y volverá a ocurrir, con una alianza que es unión, responsabilidad y conducción.

Dice el Eclesiastés: “Mejores son dos que uno, porque si cayeren, el uno levantará a su compañero” (4:9-10). Por eso, confío en la sabiduría del pueblo peruano y sé que, finalmente, respaldará este esfuerzo de unión para el que toda enemistad o discrepancia queda atrás, por el bien de la patria y por el bienestar del pueblo. La historia prevalecerá sobre la anécdota.
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