Como es época de añoranza y saudade, reedito lo que escribí hacen muchos años; y es que, me vienen al recuerdo los instantes memorables que pasé con Victor Raúl Haya de la Torre, entiendo desde ya que el título es un poco petulante de mi parte, pero obedece a una realidad: "los instantes que pasé con él en una estación del metro de París", los mismos que trataré de enlazar a un libro titulado “¿Prédica en el desierto?, Haya de la Torre en 40 reportajes”; y es que, sobre el fundador del APRA y creador de una de las teorías más importantes del planeta: "Espacio. Tiempo Histórico", se ha escrito tanto y tan bueno, que a este escritor dueño de sus miedos, casi no le queda nada…
Recorría bamboleándome en el vagón del metro, leyendo las inútiles propagandas y mirando de vez en cuando a una agraciada francesita, cuando llegando a la estación de la “Madeleine”, ví a Victor Raúl, que con las dos manos en los bolsillos del pantalón paseaba o esperaba el "directo" hacía su destino, me bajé a trompicones y no se si agitado o emocionado estreché su mano de manera reverente y fraternal, quise hablarle todo y de golpe; él, hombre de inteligencias, calmas maneras y sobre todo casi paternal, me entrampo de inmediato en su persona, en ese espacio de vida o en esa estación de metro, donde nos habíamos encontrado.
Había conocido al líder histórico, desde que estudiaba Letras y Derecho en la Universidad Católica, en que asistía con muchos de mis colegas y en muchas oportunidades al Partido y muchas veces a conversar o a sus coloquios, que en realidad eran para nutrirme de él, pero también a escuchar a mis compañeros papagayos que nunca me dejaban hablar. Vale decir, imaginen ustedes Victor Raúl y yo al fin escuchándome en una estación del metro de París –solos-, esto parecía una mueca de Sartre o una pintura de Dalí, como esos relojes que se chorrean en el indefinido tiempo.
Era julio o agosto, él venía de Roma y estaría unos días en París, donde seguro tampoco mis compañero apristas me dejarían hablar, entonces había que aprovechar la oportunidad. Yo estudiaba mi maestría en la Sorbona, si a eso se llama estudiar y creo que al mirarme las manos, se dio cuenta que en mayo y en junio, había pintado muchos carteles, como esos que decían: “Il est interdit d'interdire. Prohibido prohibir”; “Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver. Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar”, “Soyons réalistes, demandons l’impossible! Seamos realistas, pidamos lo imposible!” “On achète ton bonheur. Vole-le. Están comprando tu felicidad. róbala”.
Estoy seguro que él me entendió muy rápido, y es que una vez dijo cuando le preguntaron ¿Y cual es la lección más importante que le ha dado la vida? La más importante lección adquirida en mi vida ha sido la de acercarme al pueblo desde muy joven, y pretender comprenderlo. Bertrand Russell tiene una definición de la filosofía como “el verdadero intento de comprender al mundo, la vida y los seres humanos con los que tenemos que vivir”. Yo estoy plenamente de acuerdo con ella. Esa es la verdadera filosofía que rinden los años, que es un poco matemática: de sumas y de restas y también de proyecciones.
Un día le preguntaron a Victor Raúl: ¿Y usted cree que le han comprendido? El dijo: La respuesta está en que el movimiento vive. Subsiste y es mantenido por una vasta dimensión del pueblo. La idea esencial “Pan con Libertad” ha sido intuida desde el inicio y es ella la que sustenta el movimiento. “Voy a contarte Néstor una anécdota que ilustra y confirma lo que digo: Una vez, en tiempos de persecución, un comisario detuvo a un campesino y luego de un forcejeo le espetó: ¿Y qué sabes tú del APRA? A lo que el campesino respondió: No lo sé, pero lo siento, aquí –señalándose el estómago- y aquí –señalándose el corazón-… NO LO SÉ, PERO LO SIENTO.
Bueno, ya se habían pasado como tres vagones de metros y nosotros seguíamos conversando, en eso haciendo una pausa, continuó con esta reflexión: aquí en París todo se inició cuando los estudiantes buscando reivindicaciones intelectuales y sociales produjeron una serie de huelgas estudiantiles en numerosas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la policía, Las protestas llegaron a tal punto que De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y se celebraron elecciones parlamentarias anticipadas. Los comunistas como siempre se aprovecharon de los estudiantes con quienes terminaron distanciándose definitivamente, lo que te debe servir de ejemplo en tu vida. Creo que esa fue la verdadera gran reivindicación, a lo que acoté inmediatamente y le causo mucha gracia, no hay que olvidar que otra reivindicación estudiantil fue cuando se nos permitió a lo varones en la Sorbona, acceder a los dormitorios de las damas… Mmm…
Mirando unos afiches de Brigitte Bardot, le pregunté si le gustaba, me contestó claro que me gusta, pero más me gusta Sofía Loren… no te parece más maternal… a buen entendedor pocas palabras.
Bueno, estos fueron "mis instantes" eternos con Victor Raúl, que después el vagón del metro, no me los pudo robar.
Hasta siempre Victor Raúl… espérame en la otra estación…
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