Queda más por decir, de los 5,000 conmutados por Alan García solo 3 % reincidió y solo en uno –sí, en uno- se encontró una irregularidad por la que hoy purga condena Facundo Chinguel.
Por Daniel Parodi
Si un psicosocial del arreglo izquierda-nacionalismo (no se le puede llamar alianza) ha tenido algún resultado en lo que va de este pálido gobierno es el cargamontón contra Alan García con el tema de los narcoindultos. Como nadie se ha tomado la molestia de deconstruir esta estrategia, de fétido tufillo montesinista, lo haré yo de la manera más sencilla posible.
La estratagema consistió en aislar a Alan presentándolo como un narcoindultador, lo cual, dicho de esa manera, solo puede generar una reacción de escándalo y animadversión. Sin embargo, provista de contexto la ecuación resulta exactamente lo contrario. En otras palabras, si a la proposición “Alan indultador de narcos” le añadimos que Fernando Belaunde indultó a 3,000 narcotraficantes, que Fujimori a 7,000, que el 70 % de reos de nuestras cárceles es micro o pequeño comercializador y que el indulto a reos con estas características se practica hasta en EE.UU., entonces ya cambia el resultado de la operación, ¿no es verdad?
Pero hay más pan que rebanar. Con la evidente intención de sacarse de encima a su más temido y eventual rival en las presidenciales de 2016, la Sra. Nadine Heredia orquestó la tristemente recordada megacomisión de Sergio Tejada. A estas alturas es evidente que el objetivo no era culpar al dos veces presidente de un crimen que no cometió, sino gritarle narco a los cuatro vientos y presentar toda su segunda gestión como manchada por la corrupción. ¿Cuál era la macabra intención?: generar un recuerdo negativo de su segundo gobierno e impedir que se grabe en nuestra memoria como el más exitoso de toda nuestra historia republicana. Estoy dispuesto a defender con números esta última afirmación.
Queda más por decir, de los 5,000 conmutados por Alan García solo 3 % reincidió y solo en uno –sí, en uno- se encontró una irregularidad por la que hoy purga condena Facundo Chinguel. De ello solo puede colegirse que la política de des-hacinamiento de los centros penitenciarios y rehabilitación de reos de García fue un rotundo éxito revestido malintencionadamente de un oscuro ropaje político confeccionado a la medida por sus opositores.
Es curioso, porque quien no tiene cómo explicar los dólares de su agenda es la primera dama. Al final, los valores tan estridentemente invocados por la izquierda se reducen a las lentejas de siempre, pero no es por una razón tan mezquina el Perú desaprovechará su mejor opción para votar seguro por el desarrollo y el progreso. Lo firmo.
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