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APRA - Estados Unidos
La derrota electoral del 10 de abril ha despertado entusiastas
debates sobre el futuro del Partido Aprista. Renovación y cambio son la orden
del día en los fueros de Alfonso Ugarte, pero dichos debates se refieren solo a
la renovación administrativa del partido, o como bien ha dicho el compañero
Enrique Valderrama, se centran en la mera “permuta de personas”. Pero el
declive electoral solo encuentra explicación parcial en el fallido trabajo
dirigencial. Nada se ha dicho sobre la teoría política, económica y social que
sostiene al partido. La teoría es de eminente y urgente importancia al momento
de construir un gobierno. Así lo reconoció Haya de la Torre, quien antes de
unirse a la lucha política producto de la caída de Leguía, esbozó
aproximaciones teóricas a un gobierno aprista luego de su estadía en los Estados
Unidos y México. Sin teoría no hay plan, sin plan no hay bases, sin bases no
hay campaña y sin campaña no habrá posibilidad de formar gobierno. El APRA, en
la concepción de Haya de la Torre, es un partido de ideas, en donde el frente
único de trabajadores e intelectuales -cuya creación tiene evidentemente una
justificación teórica- formula soluciones concretas para un tiempo y espacio
determinado. Empero el partido actual ha olvidado parcialmente su raíz
académica y científica. Solo a través de las obras y el concreto no se puede
pretender ganar una elección ni menos aún gobernar una patria ávida de cambios
estructurales, verdaderas reformas para sacar a la República de su pobreza
social.
Durante la última década, y en particular luego del segundo gobierno
aprista, nuestros enemigos han centrado su fuego en recalcar esta contemporánea
amnesia a nuestro pasado teorizador. Nuestro abrazo al libre comercio y a la
actividad empresarial subsidiaria del Estado en la economía han sido
maliciosamente calificados como traición al pueblo. El APRA, en concepción de
los que quieren ver a Alfonso Ugarte ardiendo, se convirtió en sinónimo de
oportunismo político y nuevo representante de una derecha claudicante. Si bien
es cierto que hemos fallado en la elaboración y publicitación de un plan de
gobierno con fundamento teórico, debemos decir que las libertades económicas
que el APRA defiende guardan perfecta concordancia con lo que debe hacer un
partido que clama ser auténtico defensor de los intereses del frente único de
trabajadores e intelectuales. Así lo
demuestra la historia heroica que nos antecede.
Como bien explica el académico estadounidense Peter Klarén, quien
tuvo el privilegio y suerte de publicar sus escritos sobre los orígenes del
aprismo luego de conversar con Haya de la Torre, la depresión mundial de 1928 y
el flujo de nuevas ideas conectadas al socialismo y comunismo solo pueden
explicar parcialmente los orígenes del APRA, pero bajo ningún motivo justifican
su larga existencia en un país donde “los grupos políticos han aparecido de
repente solo para desvanecerse con igual rapidez del mapa político de la
nación”. Examinando los patrones de voto aprista, Klarén llegó a la conclusión
de que la regionalización del voto aprista, basado en la clase trabajadora y en
la base universitaria del norte del país, fue el determinante para que el
partido sobreviviera sus primeros 20 años: las necesidades económicas del norte
– y por tanto el sentido de su voto político- cambió poco durante los años 40.
Ya en los siguientes años, sobre todo cuando el APRA emergió de la vida
clandestina luego de la época de la Convivencia, Haya de La Torre pudo expandir
la base del partido a nivel nacional, lo que le significó su elección a la
Presidencia de la Asamblea constituyente de 1978, la respetable performance de
la candidatura de Armando Villanueva en 1980 y la elección de Alan García como
Presidente de la República en 1985.
Las necesidades económicas de la clase trabajadora peruana en el
siglo XX estaban ligadas, en el entender de la teoría desarrollada por Haya de
la Torre, a la lucha por los derechos laborales, lo que significó un choque
frontal contra los capitales y grupos económicos de las grandes azucareras,
particularmente Casa Grande y Cartavio. Las vacaciones remuneradas, el salario
mínimo, el respeto a las ocho horas de trabajo, el seguro de salud, la
compensación por tiempo de servicios y otras luchas sociales han sido pilares
del plan aprista para el desarrollo de los pueblos de la República. Dado que
dichas luchas alcanzaron la victoria en los fueros del parlamento, era
necesario evolucionar, adaptarse a un nuevo espacio y tiempo, los cuales
reclamaban la adopción del libre comercio y la promoción del flujo de capitales
privados. ¿Cómo y por qué un partido que durante tanto tiempo se posicionó en
el espectro de centro izquierda debía ahora abogar por el libre comercio?
Porque ser de izquierda o derecha es una afirmación sin contenido teórico per
se y, por tanto, se presta a la especulación y al oportunismo
político que tanto han aclamado nuestros enemigos. El APRA es defensor del
frente único de trabajadores e intelectuales, y es en interés de ellos que el
libre comercio debe ser pilar del progreso económico del Perú.
Para Michael Hiscox, economista de la Universidad de Harvard, “las
coaliciones son la manifestación de los conflictos de interés entre las
personas sobre la dirección de la política económica”. Esos conflictos de
interés están basados en las necesidades políticas de los diferentes factores
de la producción, estos son, la tierra, el capital y el trabajo. Según el
teorema Stolper-Samuelson, “en una sociedad rica en trabajo, pero pobre en
capital, el proteccionismo debería beneficiar al capital y dañar al trabajo; la
liberalización del comercio, en cambio, beneficia al trabajo y daña al
capital”. Ello ocurre porque un país busca el libre comercio para el recurso
que tiene en abundancia, y el proteccionismo para el recurso que carece. Dado
que el Perú es un país comparativamente rico en mano de obra, es lógico que los
trabajadores enmarquen su lucha política en defensa del libre comercio. Siendo
que el APRA representa a las bases trabajadoras del Perú, es impecablemente
dialéctico, a pesar de los infames ataques de quienes claman ser “socialistas”
en el Perú, que sea interés primario del frente único la promoción de capitales
privados en nuestra industria. Más capitales significan más empresas, más
puestos de trabajo y más flujos salariales. Más capitales significan también
más competencia, mejores tecnologías y por ende la necesidad de trabajadores
más calificados, lo que acarrea necesariamente mayores sueldos. Por supuesto,
hay quienes previendo esta respuesta de fundamento sincero y lógico están
prestos a catalogar al APRA de neoliberal. Pero ahí están nuestras luchas
contra el régimen laboral juvenil, contra la reducción de derechos laborales, a
favor de un régimen de AFP digno y de una transición ordenada de CTS a seguro
de desempleo. Ya lo había previsto Haya cuando afirmó que el pan con libertad
solo es posible en alianza con los capitales privados: “no se trata de repartir
la riqueza, sino de crearla ahí donde no la hay”.
Parte de la derrota encuentra
explicación en que no existió una adecuada comunicación de este fundamento
teórico a las bases apristas, y de estas al pueblo. Sin articulación, no hay
victoria posible si es que el aprismo no quiere caer en el típico caudillismo
partidario peruano. Es por eso que debemos recordar nuestra base teórica que
Haya de la Torre pensó era clave para formular un plan para el Perú. Dejemos de
lado los insultos y calumnias del enemigo que ha sabido ensañarse con nuestra
aparente amnesia temporal. Ser aprista, me dijeron los compañeros Orrego y
Vitela, es la vocación más dura en el Perú. El APRA ha recibido toda clase de
insultos, algunos han sido falsedades y otros productos de la vergüenza
particular de personas que nunca estuvieron ligados a los valores de Haya. Pero
lo cierto es que el aprismo ha tenido, tiene y tendrá una base lógica para su
actuar que la neo izquierda o el neo liberalismo no tendrán nunca. Sus ataques
continuarán. ¿Qué importa lo que hayan dicho del aprismo? ¿qué importan las
falsedades que se digan, si lo que importa es la honesta y recta dignidad de
nuestro pensamiento con base teórica? Lo que sí importa es la renovación
partidaria, y ella debe tener base no en el mero cambio de personas, sino en la
producción de una nueva base teórica con base aprista, la cual debe representar
los intereses del frente único de trabajadores que Haya de la Torre soñó.
(*) Es un joven jurista peruano que realiza sus estudios de Post Grado en Relaciones Internacionales en New York University
(*) Es un joven jurista peruano que realiza sus estudios de Post Grado en Relaciones Internacionales en New York University
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